El informe del ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, a la Cámara de Diputados por las escuchas telefónicas dejó ayer dos relatos que no se pueden conciliar porque la reunión fue a puertas cerradas, sin taquígrafos ni periodistas. Pullaro se aferró a la teoría de la intriga: atribuyó sus pesares a «sectores oscuros de la Policía» que lo quieren «ver afuera» del gabinete, consideró la investigación del fiscal Roberto Apullán como una «causa armada» y al propio fiscal como un supuesto «instrumento de esos sectores» que lo persiguen, pero no identificó. Mientras que los diputados del arco opositor se fueron convencidos de que el ministro desplegó una «estrategia defensista», la misma que le aconsejan sus abogados: remarcar que las escuchas «son ilegales».
El ministro insistió con la «confianza» que le tiene el gobernador Miguel Lifschitz, quien lo confirmó en su cargo, pero cuando lo chicanearon si quería ser ministro de Gobierno respondió: «Estoy a disposición» del mandatario y el vice Carlos Fascendini, que «son quienes conducen el gobierno de Santa Fe».
Pullaro llegó más temprano que los legisladores. El despacho del presidente de la Cámara, Antonio Bonfatti, estaba vacío cuando los funcionarios del gabinete de Seguridad comenzaron a acomodarse. El ministro aceptó la primera ronda con los periodistas, pero se lo veía muy nervioso. El diálogo fue una catarsis de Pullaro, que generó la reacción de una colega ante las interrupciones: -¿Me va dejar que le pregunte? Y cuando le preguntó si había intentado digitar el ascenso a director general de la Policía del ex jefe de la Unidad Regional V de Rafaela, Adrián Rodríguez, Pullaro no respondió.
El nerviosismo se repitió en el encuentro con los legisladores, donde hubo tres momentos tensos, según pudo reconstruir Rosario/12. Un crítica del ministro al diputado Carlos Del Frade cuando éste le preguntó qué relación tenía con el comisario Rodríguez, un cruce de reproches con el diputado peronista Roberto Mirabella y un intercambio de ironías con el diputado Leandro Busatto. Pullaro calificó a Del Frade de ser un supuesto «vocero» de lo que antes había llamado «sectores oscuros de la Policía», lo que legislador desmintió. «Es un agravio doloroso», dijo. Y retrucó: «Al ministro lo está comiendo la ambición política».
Los cruces con Mirabella y Busatto fueron en un tono más bajo, por declaraciones públicas de uno y otro. Después de la reunión, Mirabella reveló que el intendente de Rafaela, Luis Castellano, había decidido cortar el diálogo con Pullaro -por escuchas en las que éste lo destrata‑ y que a partir de ahora sólo tendría contacto directo con Lifschitz.
Otros legisladores también se fueron disconformes. El socialista disidente Rubén Giustiniani dijo que Pullaro sólo dejó «grandes interrogantes sobre la independencia de la justicia y el manejo de la Policía». Un malestar que compartió su colega Héctor Cavallero, que sólo pudo hacer una pregunta de las diez que tenía preparadas y planteó la «relación impropia» del ministro con Rodríguez, a quien «en las escuchas ordenadas al comisario‑ llamaba papá, maestro y hasta boludo».
Pullaro cerró con una conferencia de prensa, donde insistió con sus preguntas de la primera ronda: «¿A quién le conviene este proceso? ¿Quién quiere que nosotros salgamos desgastados??
‑-¿Usted lo sabrá? -le respondió un colega.
-‑Por supuesto, fíjese lo que sucedió: se arma una causa telefónica, se interviene un teléfono ilegalmente y ¿cuál es el final?: cuando no se encuentra ningún delito en una intervención telefónica de más de 40 días, las escuchas se las dan a los medios que las quieran tener. No hago una crítica a los periodistas que llevaron adelante esta investigación. ¿Y quiénes se beneficiaron? Los sectores oscuros de la Policía, que armaron todo esto y el fiscal fue un instrumento de esos sectores ‑concluyó.