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Mimarte inaugura edificio: el legado de Silvia Vega

Silvia ponía su vitalidad en ayudar al prójimo, en servir comunitariamente. Sin desatender su trabajo ni sus afectos, lo que la movilizaba eran proyectos colectivos. De los que yo sé: Olimpia, la Biblio Ameghino, la Comisión de Nomenclatura del Concejo, el Archivo Histórico, y por supuesto, su mayor criatura, el merendero Mimarte.

Vivió siempre en el barrio Iturbide. A la vuelta, a unos 200 metros, estaba aquel Mimarte que ella conoció. Una pocilga alquilada, de techo de chapas agujereadas, piso de tierra, ratas enormes, una pila de latas de alimentos vencidas, y un grupo de mujeres y niños excluidos y solos. Gestionado por las propias víctimas del sistema.

La distancia entre aquel lugar y este flamante edificio que se inaugura, es Silvia. Silvia meticulosa en los movimientos, la planificación, la contabilidad, la burocracia. De los croquis en grandes láminas que dibujaba a mano a esto erigido en lo profundo de Venado. Ya en 2013 está citada en una ordenanza municipal sus intenciones de construir un lugar propio. Un proyecto colosal para una persona sin más medios que su confianza.

En los últimos tiempos había concebido un plan para juntar millones de pesos. Había conseguido que los doce integrantes de la selección argentina campeones olímpicos de básquet en 2004 firmaran una camiseta para sortear en beneficio del edificio. En eso estaba, y cuando todo marchaba, brutalmente nos dejó. No llegó a ver su gran sueño concretado.

Queramos entenderlo o no, este flamante edificio es su mandato y legado. Su ausencia prepotente sacudió incluso a gente lejana. Con más razón, en su entorno más cercano supimos que, en su memoria, debíamos culminar su plan.

Hubo personas que se tornaron imprescindibles: Silvia y Claudia Villafaña -amigas de acero, entre otras que siempre la acompañaron- y las dos Silvinas, Lillo y Gatti, locomotoras de Fundación PRIAR, protagonistas esenciales en el vertiginoso avance de la obra. Mencionar a ellas incluye a todos sus compañeros de trabajo y familias.

Por último, también el Estado multiplicó los apoyos a través del intendente y legisladores provinciales. Desde el extenso predio municipal que Silvia requería hasta apoyos económicos que complementan lo necesario para llegar a la meta.

Todos sabemos que hoy Silvia hubiera estado feliz, muy feliz, de vernos celebrando la concreción del nuevo nacimiento que tanto soñó para Mimarte.

Fabian Vernetti

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