Osvaldo Orlandi, titular de Muebles Orlandi, dialogó con PUEBLO Regional sobre la situación de las industrias en la región. La fábrica de muebles se inauguró el 12 de febrero de 1975, tras cerrar una entidad en la que Orlandi era empleado. Fueron cuatro meses antes del Rodrigazo. “Todavía conservo la memoria, pasamos por todos los serruchos, así que la venimos peleando desde hace mucho tiempo”, aclara, y comenta sobre su primera crisis: “tenía 23 años y había dos empleados, en aquel momento era chapador, y el Rodrigazo me agarró viajando a Buenos Aires, fue tremendo”.
En ese sentido, explicó que en ese momento “comenzó una situación de crisis muy aguda” que impactó fuerte en su empresa que era muy pequeña. “Después con el tiempo nos fuimos reconvirtiendo, había una fábrica que no le había ido bien, vino un banco a rematarla y yo la compré. Ahí empezamos a fabricar muebles por cuenta mía”, abunda.
Tras el Rodrigazo vino la Tablita de Martínez de Hoz. Más tarde la experiencia alfonsinista coronada por la hiperinflación. “La mía es una generación bastante castigada, tengo la facultad de la calle, empecé de muy pibe”, aduce. Con la apertura de importaciones durante el menemismo, la situación se complicó mucho más. A tal punto que Orlandi ironiza: “la crisis del corralito no me molestó demasiado porque no tenía nada en el banco, siempre estaba en deuda”.
Por otra parte, Orlandi asegura que como “esta crisis no hubo ninguna”. Y desarrolla: “los años te van dando cierta sensibilidad en el cuerpo, yo tenía un mal presentimiento con este gobierno, que iba a ser peor que lo de Menem. Hace un par de años dije que lo que había era un viento de cola de la administración anterior, porque se hablaba solo de los mercados y nada de la industria, era previsible cómo iba a terminar”.
El empresario local apunta que la sospecha surgía cuando se “hablada de intereses y no de financiación” algo que afecta a los fabricantes que viven del mercado interno. “Los políticos hablan de exportación, pero las pelotas la exportación, a quién le vendemos con los costos que tienen en Brasil o China. Nosotros vivimos del mercado interno”, afirma.
“Al principio seguía funcionando, nosotros habíamos ganado un lugar, la fábrica creció mucho en metros cuadrados y con las herramientas que trajimos de Italia. Eso se cortó. Hoy quedan 95 personas en producción, los administrativos y los choferes”, subraya, y completa sobre las últimas medidas impuestas por el gobierno nacional: “hemos tomado recaudos y hemos dejado de invertir en tecnología, como era nuestra costumbre, así que nos agarra con una situación que no es favorable, pero bastante bien parados, aunque como contexto es pésimo, tenemos para producir 60 mil muebles por mes y estamos produciendo 22 mil muebles”.
Por último, indica que están decididos a “ponerle el pecho” a la situación para “defender a nuestra gente” porque es difícil capacitar gente: “hasta febrero o marzo, vendamos o no, vamos a seguir produciendo y amontonando. Bajaremos un poco el ritmo, porque esto está muy mal. Un tipo que gana 18 mil pesos, ¿qué poder adquisitivo tiene para pagar un crédito en las cadenas a las que nosotros le vendemos? La caída de ventas fue tremenda”.
“Acá nos conocemos todos, una vez hice unas declaraciones en un canal de televisión y me quedé sin compañeros para jugar al truco. Hay mujeres que le traen a los chicos su vianda al mediodía y queremos que eso siga pasando. Nunca pudimos llegar a hacer el comedor. Se van estos ineptos y esto se arregla fácil. Ya se arregló en el 2002”, sentencia.