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Ser mujer y bombero en Venado Tuerto

bomberaMariela Loguzzo quiso entrar dónde no debía. No pesaba solo un mandato social, las risas de sus compañeros de escuela y de la maestra cuando a los ocho años, ante la pregunta de qué iba a hacer cuando sea grande, contestaba orgullosa que sería bombero. El peligro, la fuerza física, la asistencia a otros, son atributos que históricamente se encadenaron a lo masculino. La formas genéricas, los modelos de sexualidad, las identidades rígidas e incuestionables, que atrapan caracteres, rasgos, actitudes, formas de ser y hacer, van recortando los espacios dónde moverse, asignan roles, dan funciones específicas para cumplir. Mariela, con ocho años, no sabía nada de eso. Quería ser bombero, nada más.

Hoy tiene 38 años, trabaja de empleada municipal, está casada y tiene una hija. Pero cuando termina su jornada laboral, no vuelve a la casa, sino que se va al cuartel. “Esto nació desde muy pequeña, desde que tengo uso de razón quise ser bombero y cuando era chica no había bomberos mujeres. En la escuela decía que quería ser bombero y hasta la maestra se reía. Pero yo quería y me decía por qué un varón puede y yo no”, dice Mariela.

Ingresó al cuartel con 34 años. Formó parte de la tercera camada de mujeres que se integraron. Cuando se abrió la escuela para mujeres en el 2000, ella tenía a su hijo recién nacido. Primero fue mamá, como cumpliendo con ese destino tradicional que se le imponía. Después, cuando su hijo creció, pudo entrar y convertirse en lo que siempre quiso ser. “No siento dolor en levantarme de una fiesta e irme cuando hay códigos. Lo llevo de corazón. En un momento, en la fiesta, vino un chico que me vino a saludar porque había tenía un accidente y yo le había hablado, me agradeció por haberlo contenido. Siempre está esa parte humanitaria, decirles palabras que ellos necesitan en ese momento”, relata.

bombero dosLa organización jerárquica, las modalidades marciales en las prácticas y la persistencia de las normativas implícitas, dan un carácter masculino al ambiente. Que una mujer haga salvatajes, es lo inesperado. La reacción de los varones que fueron recibiendo a las primeras mujeres que se sumaban al cuerpo de bomberos tuvo que ir superando los resquemores, las resistencias y los prejuicios. “Creo que fue más duro para las primeras mujeres. Pero dentro del cuartel no hay diferencia entre hombre y mujer”, cuenta Mariela. Está como en ningún lugar, con la expectativa de escuchar el llamado y partir a socorrer. Accidentes, siniestros, un permanente vínculo con la emergencia: “no pensás en nada. Cuando nos dan el código ya sabemos qué pasó. Mi marido me lleva, porque uno quiere llegar lo más rápido posible al cuartel. Nosotros nos estamos capacitando siempre, para que todos sepamos hacer todo. Estamos preparados para hacer lo que el jefe de guardia nos pida. Cuando vamos en el móvil ya tenemos una tarea para hacer. Todos los lunes nos instruimos y seguimos aprendiendo, como todo”.

Actualmente el cuartel de Venado Tuerto cuenta con 65 bomberos. Varios cadetes están terminando la formación para recibirse en diciembre. Para financiar los costos hay una comisión que se encarga de recaudar las cuotas que la población aporta, gestiona rifas periódicas y recibe los fondos –generalmente magros- que destina el Estado. Para comprar los elementos de protección, reponer guantes, mamelucos, botas y equipos estructurales, los integrantes del cuartel realizan eventos que le permiten juntar fondos. Todos los bomberos cuentan con cobertura de obra social a través de Iapos, sin embargo, la asistencia estatal deja ver sus déficits: “todos tenemos cobertura y seguro. Lo que nosotros vemos desde hace unos cuantos años y que no podemos recaudar fondos para arreglarlo, es la estructura del cuartel. La primera impresión no es buena, porque está en partes sin cerámicos, es una estructura muy grande y es antigua. En esa parte, necesitamos ayuda para mejorar estructuralmente el cuartel. Después tenemos móviles muy viejos. El 2 de junio presentamos el móvil cuatro, para incendios forestales, pero se le hizo la carrocería nueva, pero el móvil es viejo. Los camiones cisternas, que llevan agua, son viejísimos. El día de la fiesta rogábamos que no lloviera porque hay goteras”.

bombero tresDe esa manera, ser bombero es un permanente desafío, contra los episodios de emergencia que requieren su actuación, y contra las adversidades por la falta de apoyo y la necesidad de improvisar respuestas ante las emergencias. La vida cotidiana de los bomberos se ve signada por esas incidencias. “Si no fuera por el apoyo de la familia sería muy difícil estar en el cuartel. Yo tengo el mejor apoyo de mi marido, mi hijo y mis padres. Obviamente, se preocupan muchísimo, pero saben que es lo que yo amo hacer y lo que elegí. Yo soy empleada municipal y trabajo hasta la una de la tarde. Las guardias las cumplo cada tres días. Hay bomberos que son pagos por la Municipalidad y están todo el día en el cuartel haciendo la guardia”, detalla Mariela.

La tarea exige una alta preparación para enfrentar situaciones de crisis. Todo lo negado, lo escondido, lo indecible, aparece en su lugar de trabajo. Tiene que ser quien responda cuando las víctimas se quedan sin capacidad de reacción. “Lo peor de lo peor es cuando hay niños involucrados y sobre todo cuando hay muertes. Gracias a dios tenemos un psicólogo. Pero hay imágenes que no te podés sacar de la cabeza. En el momento uno tiene que actuar y después tratar de recuperarse, ahí está lo bravo”, concluye. Mariela responde y espera una nueva alerta para subirse y salir en el camión. La escena del aula, los compañeros y la maestra riéndose, son nada más que una anécdota.

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