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Nahuel Novelino, el venadense acusado de armar desde la cárcel tres bandas narco en un año

“Preparame diez papelitos con un número de teléfono que te voy a pasar, ¿me entendés? Dejamos el número para que llamen y al que no llama, pasamos al mediodía y le re cagamos a tiros la casa”, ordenó el jefe desde su celda de la cárcel de Piñero. El secuaz acató y luego de una ardua jornada pasó el parte de la labor realizada.

Secuaz:—Recién salgo de adentro de la casa de la Moni.

Jefe:—¿En serio?

S:—Sí, boludo.

J:—Qué onda?

S:—Los re cagué a tiros.

J:—¿Le dejaste el número de teléfono?

S:—Sí, le tiré un papel adentro, ahí en el comedor, no sé dónde mierda entramos, boló.

J:—En el comedor en la parte de adentro… pero ¿por qué no me avisaron que estaban llegando?

S:—Y sí, amigo boludo estoy ATR (a todo ritmo). No tengo tiempo ni para mandarte un mensaje Nahuel, salí de allá me vine acá, adentro había como tres locos sentados en la mesa, boludo.

J:—¿Y qué onda?

S:—Y lo recontra cagué a tiro.

J:—Bueno, ojo las cámaras, ojo todo, andá tranquilo, voy a esperar que me llamen. ¿No voltearon a ninguno?

S:—No sé, te soy sincero, pa, los tres estaban sentados en la mesa, a la vieja no la vi ahí adentro, loco.

J:—No, porque la vieja anda haciendo maneje boludo ahí nomás.

S:—No sé quiénes son estos locos, pero sabés que se tiraron hasta debajo de la cama, mearon, cagaron encima.

J:—Pero escuchame, puto, ¿le dejaste el número de teléfono?

S:—Sí boludo, sabía que lo primero que tenía que dejar era eso.

J:—¿Dónde lo dejaste, arriba de la mesa?

S:—No, ahí en el living, en el piso.

J:—Listo, andate para la casa.

El jefe que da las órdenes en esa charla captada el 30 de octubre de 2019 en una investigación de la Justicia Federal de Venado Tuerto es Mauro Nahuel Novelino, un hombre de 30 años que en menos de un año sumó tres procesamientos por armar desde la cárcel tres bandas de narcomenudeo que operaban en el sur santafesino.

Parte de su método, se desprende de la charla, consiste en apretar a vendedores de droga para que trabajen con él y por ello sumó, días atrás, otro procesamiento a una foja que lo muestra como un hombre que detrás de los barrotes se convirtió en jefe de bandas polirrubro que para mantener el negocio narco no desdeñan cometer otras tropelías.

“Turro del año cero”

“No es lo que se dice un delincuente extremadamente peligroso pero sí es un turro del año cero”, describió a Novelino un policía el 8 de abril de 2016 cuando sus correrías lo empezaban a llevar más allá de su Venado natal. Un día antes lo habían en la terminal de ómnibus de Rosario cuando, por casualidad, un policía que estaba por viajar a Santa Fe lo reconoció como el joven que había detenido tres meses antes por un robo.

Audaz, incansable y violento, en Venado ya era conocido por un robo que le valió una condena en juicio abreviado a tres años de cárcel que cumplió en ocho meses, cuando salió en libertad condicional. Pero enseguida volvió a caer sospechado de tres robos a mano armada y quedó preso en la Alcaidía de Melincué. Algunos creen que allí urdió el escape que se le truncó en Rosario. Había sido llevado hasta Venado Tuerto para una visita familiar pero apenas bajó del vehículo que lo dejaba en la comisaría huyó corriendo.

Ya en Piñero, en 2018 arregló en juicio abreviado una condena como partícipe primario de tenencia de droga para la venta por el hallazgo, tres años antes, de diez kilos de marihuana en la cámara séptica de su casa. Pero más allá de ese antecedente, fuentes que lo han investigado dicen que fue en las celdas de Piñero donde se reinventó como jefe narco a partir de nuevos contactos y saberes, amén de una capacidad de trabajo a distancia que, además de causas judiciales, al parecer le han generado mucho dinero.

La banda más grande

En septiembre de 2019 seis investigaciones del fiscal federal de Venado Tuerto Javier Arzubi Calvo sobre narcomenudeo en el sur santafesino confluyeron en más de 65 allanamientos en varias localidades. De las bandas desbaratadas ese día, la que registraba mayor actividad tenía epicentro en Venado y era manejada desde Piñero por Novelino. El organizaba la compra y venta de la droga, la recaudación y hasta la adquisición de bienes. Las operaciones de calle, según los pesquisas, las manejaba su mujer Paola, en prisión domiciliaria por la misma causa que Nahuel.

Por esta investigación el juez federal de Venado Aurelio Cuello Murúa procesó en noviembre pasado a 19 personas. Entre ellas Novelino, acusado de organizar y financiar una banda cuyas actividades se desarrollaron durante la primera parte de 2019.

Junto al centro comunitario

La caída de esa red originó una investigación que enseguida detectó otra banda de narcomenudeo. El avance de la causa estableció que también era organizada por Novelino, que desde su celda seguía pergeñando negocios y brindando instrucciones a mansalva. Por ejemplo, a una mujer que lo llamaba “patrón”.

Verónica:—Si usted me manda mensajes no puedo pensar.

Novelino:—Usted me dice que es imposible, yo a la gente le tengo que dar piedra, no quiero problema con nadie.

V:—Patrón, es imposible cortar en piedra porque cuando golpeo para cortar la piedra se hace polvo también. No puede salir todo exactamente en piedra, entienda. Voy a tratar de sacar la más piedra posible, patrón, pero no puedo hacer magia de que no se desarme. Si no mande a alguien que sepa cortar, yo no sé.

N:—Pidale una mano al chico.

V:—Le digo a Elías que me ayude a cortar.

N:—Sí, que pesen 51.

V:—Sí, un gramo más a cada bolsita, por el nylon.

Según la investigación este grupo operó apenas desbaratado el anterior, entre octubre y noviembre de 2019Novelino daba todas las órdenes: comprar droga en tal domicilio de Rosario, buscar los “juguetes” (armas) en tal lado, armar los paquetitos así, ir a apretar a fulano y dejarle un teléfono para que se comunique con él.

Por organizar la banda, en febrero de este año Novelino volvió a ser procesado por Cuello Murúa por comercializar droga con un agravante previsto por ley: hacerlo en inmediaciones de un centro cultural comunitario. Sin embargo, recién hace unos días la evidencia permitió procesarlo como jefe. Una de las claves fue establecer su voz de mando detrás de una serie de aprietes mafiosos a vendedores de droga.

Mensajería

Los investigadores le adjudican a Novelino el siguiente método de comunicación con los dealers de su ciudad: deja en sus casas papelitos con un número de teléfono y la leyenda “llamar acá”. A veces, para ser más explícito, el mensaje se completa con unos tiros, al aire o contra el frente, para que quede claro que el destinatario debe llamar a ese teléfono. De ese modo, se lo acusó, pretendió controlar la venta de drogas en Venado apostando a ser jefe o proveedor de los vendedores.

A veces las cosas se salían de madre como el 30 de octubre del año pasado, cuando Elías terminó adentro de la casa de una mujer _procesada en otra causa_ disparando contra desconocidos y dejando un papelito con el número para llamar. Por ese hecho días atrás Novelino fue procesado como coautor de un abuso de armas junto con el tirador Elías A. y Verónica L., acusada de proveer los “juguetes”.

Sin descanso

¿Y qué hacía Novelino mientras lo procesaban por organizar dos bandas de narcomenudeo desde la cárcel de Piñero? Organizaba otra desde su siguiente destino: la cárcel federal de Resistencia, Chaco. Este nuevo emprendimiento fue detectado el 8 de junio pasado. Curiosamente, a partir de un papelito que un motociclista, sin sacarse el casco, tiró frente a la sede de la Justicia Federal en Venado. Una policía de guardia pensó que era un volante de una rotisería, pero al levantarlo leyó esta denuncia: “La banda de Nahuel Novelino planea hacer un atentado al juzgado federal a balazos. Cuidado señor juez”.

Esto originó una nueva investigación con 13 allanamientos realizados el 20 de julio. El nuevo polirrubro ya sumaba actividades como el atraco a un médico de Santa Isabel que, según le habrán contado a Nahuel, había vendido un campo en 120 mil dólares.

Fue el pasado 12 de julio. Novelino mandó a sus esbirros con las certeras instrucciones que suele dar; por ejemplo, qué decirle al doctor para quebrarlo. “Su hijo Fulano me cagó una Amarok y una cabaña, por esto lo vamos a matar”, le dijeron los dos encapuchados que irrumpieron, maniataron al doctor y a su esposa, revisaron la casa pero —según se denunció— solo se llevaron 1.700 dólares, 20 mil pesos y un celular. El escape arrojó otra anécdota porque los que estaban de campana habían sido demorados, durante el robo, por violar la cuarentena.

No tan regalado

Estos golpes semifallidos comenzaron a mostrar el costado ineficaz de la banda de Novelino. Algo recurrente en esta nueva y creciente modalidad de crimen organizado que en Rosario, por ejemplo, ha redundado en una gran cantidad de homicidios por error.

A fines de junio Nahuel había ordenado un plan minucioso para mejicanearle droga y plata a un proveedor, un remisero que había intentado suerte en un rimbombante concurso de talentos de un canal porteño. El jefe impartió las instrucciones convencido de que el cantor estaba “re re regalado” y que no resistiría el atraco. La idea: comprarle droga, pagarle y después emboscarlo para recuperar el dinero y quedarse con más droga.

Un plan fácil, evaluó desde su celda el jefe, que advirtió: “Cero cuete”, para que nadie disparara. Un soldadito le respondió: “No cargo la pistola”, pero él le dijo que la cargara igual. “De última, pegale un culatazo en la cabeza”, sugirió. Finalmente, los esbirros solo pudieron recuperar la plata. Y como la víctima ofreció cierta resistencia, le pegaron el culatazo con el resultado de que “se escapó” un tiro que no hirió a nadie.

Esos hechos violentos como parte de su actividad narco le valieron a Novelino, hace un mes, el tercer procesamiento en menos de un año por organizar bandas narcos desde la cárcel. Esta vez Cuello Murúa agregó a la acusación la dirección de una asociación ilícita y la coautoría del robo a mano armada de Santa Isabel.

¿Será el fin de las bandas de Novelino, hoy preso en una cárcel federal de Salta? La respuesta podría inferirse de un dato desprendido de esta última causa cuando el 14 de julio un remisero fue interceptado en un control sobre la ruta 33 con algo más de un millón de pesos que, luego se supo, le había dado Nahuel para ir a comprar droga a Rosario.

“Cuatro días después ya había juntado 800 mil más» confió un investigador en alusión al volumen de dinero que manejan los emprendimientos que orquesta Novelino desde la cárcel mientras no deja de sumar acusaciones.

 

 

Fuente: La Capital

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