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Ocho de cada 10 adultos mayores están de acuerdo con el aislamiento

Pese a que advierten que el confinamiento les generó incertidumbre y que modificó sus relaciones con otras personas o la práctica de actividad física, los adultos mayores se muestran mayoritariamente de acuerdo con las medidas sanitarias tomadas durante la pandemia y, además, aseguran ser muy respetuosos de ellas. Desde el comienzo del aislamiento obligatorio, en marzo pasado, salieron poco o nada y sólo para cuestiones esenciales. El mayor tiempo pasado dentro de casa se repartió entre cumplir con las tareas del hogar y participar de cursos educativos por internet. Nada de quedarse en la cama. Los adultos mayores, el grupo etario más vulnerado por la pandemia, “no tienen quejas, sino todo lo contrario. Le ponen el cuerpo a la situación, la pelean y piensan en el futuro”, señala Elida Penecino, psicóloga y coordinadora del programa de Universidad Abierta para Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Rosario.

Durante los primeros días del mes (del 2 al 10 de junio), vía Facebook o mail, se encuestó a 300 adultos mayores que participan de los cursos que se dictan en la UNR. Las 20 preguntas indagaban sobre los hábitos y sensaciones de las personas adultas mayores durante distintas fases del aislamiento social preventivo y obligatorio, como consecuencia de la pandemia del coronavirus.

Algunas de las respuestas arrasaron con los lugares comunes volcados sobre quienes ya pasaron los 60 en este escenario de la pandemia del coronavirus. Por ejemplo, el 13% de los encuestados aseguró que trabaja, ya sea en forma independiente o como empleado, y entre ellos sólo un cuarto suspendió su actividad laboral. El resto continuó trabajando desde su hogar (61%) o continuó normalmente su actividad en servicios declarados esenciales (13%).

Tampoco se mantuvieron totalmente aislados durante la pandemia. El 90 por ciento apeló a WhatsApp para comunicarse con familiares y amigos; el teléfono y Facebook se repartieron el restante 10 %. Y también se mostraron muy atentos a las noticias que siguieron a través de Internet (35,2%), la televisión (25%), radio (25%) y diarios y revistas (8%).

Y, respecto a las medidas tomadas por el Estado nacional, provincial y municipal desde el inicio de la pandemia, el 82% se mostró de acuerdo. Aunque, a la hora de evaluarlas, un 28% las consideró “exageradas”. Particularmente en lo referido al confinamiento, cuatro de cada diez consideraron que se afectaron derechos humanos como la libertad y la libre circulación.

Un universo particular

La muestra tiene algunas limitaciones, al realizarse entre quienes asisten a los cursos de la UNR hay una marcada participación de mujeres (74%), la mitad tiene estudios universitarios completos y el 87% cuenta con una jubilación. Ocho de cada diez viven solos o comparten su vivienda con una persona más.

Penecino advierte que “son los adultos mayores que, en general, han pasado la pandemia en un lugar cómodo, con una situación económica que no les ha presentado inconvenientes” y destaca que tras el confinamiento buscarán extender la encuesta a otros sectores de la población.

“Queremos mostrar que el adulto mayor, cuando se jubila, no cercena su posibilidad de seguir viviendo plenamente. Están muy atentos a todo lo que sucede y se mantienen activos”, destaca y afirma que con este mismo ánimo enfrentaron la pandemia. “La mayoría —dice— vieron el confinamiento como una forma de cuidado y si bien extrañaron ver a los nietos, estar en contacto con amigos o seres queridos o salir al cine o a tomar un café, también lo tomaron como un periodo que va a pasar y siguieron pensando en el futuro. Le encontraron la vuelta para pensar lo que harían”.

Muchos, también, aprovecharon el mayor tiempo en casa para estudiar. La Universidad Abierta para Adultos Mayores empezó sus actividades en 2011 y desde entonces, cada año, unas 5 mil personas se anotan en las clases que abarcan los intereses más variados. Desde la filosofía, la historia y la literatura hasta la salud, la sexualidad y la música folclórica. Todos son gratuitos y los dictan profesores de las distintas facultades de la UNR.

Este año, las actividades iban a comenzar el 25 de marzo. El comienzo del aislamiento obligó a mudar las actividades a Facebook, donde unas 90 mil personas participaron de las clases, comentaron, compartieron o reaccionaron a los contenidos. Algunos también formaron grupos de WhatsApp para seguir el tema después de hora.

Para más información, se puede consultar en adultosmayores.unr.edu.ar o en Facebook (www.facebook.com/AdultosMayoresUNR).

Medidas a destiempo y excesivamente paternalistas

“Hemos pecado de excesivo paternalismo en cuanto a las decisiones de cuidado tomadas hacia las personas mayores durante esta pandemia”, señala María Isolina Dabove, investigadora del Conicet-UBA, directora del Centro de Investigaciones en Derecho de la Vejez de la Facultad de Derecho (UNR) e integrante de la delegación argentina ante ONU y OEA para la elaboración de la Convención sobre los Derechos de las Personas Mayores. Y advierte que la mayor equivocación fue “no considerar la realidad diversa de la vejez” ni atender las diferentes necesidades de las personas autoválidas, aquellas que pasan estos días en su casa, pero necesitan algún tipo de asistencia y de quienes viven en residencias geriátricas. Para este último grupo, advierte, se llegó tarde.

Dabove advierte que la crisis sanitaria puso en primer plano muchos lugares comunes referidos a la vejez. Por ejemplo, explica, “se tomaron decisiones de cuidados pensando en que todas las personas mayores son iguales y que todas son incompetentes para comprender la realidad. Cuando la realidad es, justamente, todo lo contrario. La vejez es diversa, más del 60 por ciento de los adultos mayores son autoválidos, llevan una vida independiente, comprenden la situación y son los primeros que deciden quedarse en su casa, sin necesidad que venga el Estado a decirle nada”.

En esos casos, sostiene que las acciones deberían haberse ajustado a desarrollar estrategias de concientización, mecanismos de asistencia de acceso voluntario y establecer canales para que las personas mayores se expresen, incentivando la inclusión digital.

Otros desafíos presentan las personas mayores que viven en geriátricos o que requieren una asistencia compleja. “Allí, las decisiones políticas nacionales, provinciales y municipales podrían haber llegado antes”, apunta y destaca que los protocolos de funcionamiento son sólo recomendaciones y no hubo ayudas económicas para que las residencias puedan contar con hisopados periódicos para el control y prevención del Covid-19.

“Las personas mayores tienen conciencia ciudadana, experiencia de vida, están deseosos de aportar su punto de vista y ser productivos; pero, sobre todo, no quieren morirse antes de tiempo. Por eso van a arbitrar los mecanismos para que eso no les pase”, concluye. A las políticas públicas, les toca acompañarlos.

Fuente: LaCapital

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