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Opinión de Eugenio Zaffaroni sobre la ley de medios y la cultura

El juez de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, consideró “incompleto” el debate planteado en torno de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. En ese sentido, dijo que “el tema es más amplio” y que hay un “fenómeno mayor que lo engloba, que es nuestra propia cultura”.
“No podemos admitir de ninguna manera una homogeneización a través de medios masivos”, sostuvo Eugenio Zaffaroni en la Casa del Bicentenario. El ministro de la Corte participó ayer de una mesa sobre los 30 años de democracia, en la que hizo un repaso de los avances en derechos humanos y civiles de estas tres décadas. Como era de esperar, toda la atención estuvo puesta en si hablaba sobre la ley de medios, que fue el último punto de su balance.
El juez, sin mencionar el fallo de la Corte, planteó que el debate que se viene dando sobre la ley de servicios audiovisuales le parece “incompleto”.
“En algún sentido, da la impresión de que la ley de medios fuera una pelea del Gobierno con un grupo económico. Eso está, obviamente”, se metió en el tema. “Otros, con una visión un poco más amplia, dicen ‘este es una debate político, hay monopolios u oligopolios de medios que amenazan la democracia, al derecho a la información hay que pluralizarlo’. Esto también es cierto; pero el debate que queda es que el tema es más amplio. Hay un fenómeno de mayor amplitud que lo engloba, y ese fenómeno mayor es nuestra propia cultura. Somos un país pluriétnico, un país donde hay variables culturales amplias, desde los pueblos originarios a los abuelos que vinieron en los barcos de todas partes del mundo.”
“Esa diversidad cultural –agregó– es la causa de cómo interactuamos, de nuestra cultura, de las condiciones de respeto con que tenemos que movernos, de que tengamos que aceptar las diferencias del otro, y esta es la clave de la riqueza de nuestra cultura. No podemos admitir de ninguna manera una homogeneización a través de medios masivos, porque eso nos mata la diversidad”.
Zaffaroni remarcó “el dinamismo social” que existe en el país (“toda América latina es así”, apuntó), y añadió que esto tiene consecuencias políticas, por ejemplo, “en nuestra vocación movimientista; nosotros no podemos estructurarnos como partidos políticos europeos, no, porque somos una sociedad muy plural”. Para Zaffaroni, “permitir una homogeneización (de los medios de comunicación) sería directamente un suicidio cultural”. “Estaríamos destruyendo lo que es la base de nuestro dinamismo social”, concluyó.
Antes, el ministro de la Corte había hecho un balance de los derechos humanos y civiles desde la recuperación de la democracia. El panel fue presentado por Leopoldo Moreau, que con la Fundación Espacio Progresista co-organizó el seminario dedicado a recordar los 30 años transcurridos desde la salida del poder de los militares.
Previamente a Zaffaroni y Storani, hubo otra mesa con el politólogo Edgardo Mocca y el propio Moreau.
En su balance, Zaffaroni empezó por la reforma, en el ’83, al inicio del gobierno de Raúl Alfonsín, del Código de Justicia Militar, “que posibilitó el llamado Juicio a las Juntas, que permitió que toda la opinión pública conociera la dimensión de la atrocidad que había sido el terrorismo de Estado”. Reconoció “la derogación de la ley de autoamnistía” dictada por los militares, la reforma del Código Penal, la liberación de muchos presos políticos y la disminución del número de presos comunes, la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos que años más tarde permitiría la recuperación de los nietos. Criticó después las leyes de obediencia debida y punto final, “que fueron leyes de amnistía con otro nombre”.
Los juicios por los crímenes cometidos durante la dictadura, incluidos los levantamientos carapintadas, la obediencia debida, el punto final y los indultos de Carlos Menem hasta llegar a la anulación de las leyes de impunidad fueron uno de los ejes de la exposición.
En el capítulo de los derechos civiles, el ministro recordó la sanción de la ley de divorcio. “Eramos uno de los últimos países antidivorcistas que quedaban en el mundo”, apuntó. Storani, que habló antes que Zaffaroni, también se había detenido en la importancia de esta ley. Para dar una idea del clima de época, el dirigente radical, que en entonces cumplía uno de sus mandatos como diputado, contó que después de votar el proyecto favorablemente, la Iglesia lo excomulgó. También recordó que la jerarquía católica sacó a la Virgen de Luján de la basílica y la llevó a la Plaza de Mayo para hacerla encabezar una marcha de protesta. Más cercano en el tiempo, formaron parte del balance la ley de matrimonio igualitario, la de Igualdad de Género. Al listado, Zaffaroni agregó la derogación del servicio militar obligatorio, “una especie de pena impuesta por haber nacido en territorio argentino, y quizá lo único (su derogación) que se pueda rescatar de los ’90”.
Zaffaroni rescató igualmente de esa década la importancia de la Constitución del ’94, que si bien fue impulsada para habilitar la reelección presidencial de Menem, recordó, tuvo la virtud de ser una gran puesta común en la que participó todo el arco político. También puso a la Constitución como la bisagra que separó a la dictadura de la época democrática. “Si la asunción de Alfonsín fue un momento bisagra, lo fue para todos aquellos que preferimos que la sociedad camine bajo la forma de una Constitución, de un estatuto, de una norma fundamental, ordenadamente o más o menos ordenadamente pero bajo un marco normativo, que es lo que por regla general nos evita sangre, dolor y muertes. O lo que tiene muchas más posibilidades de evitarlos.”

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