(PUEBLO Regional) “No es solo la moto”, tituló el senador Lisandro Enrico un posteo en su cuenta de Facebook en el cual celebra la decisión de la justicia al dictar prisión preventiva para N. Sánchez por el robo de una moto que derivó en una persecución en la cual terminaron estrellándose el protagonista del hecho y los policías que intentaban capturarlo.
Lejos de evaluar la metodología implementada por las fuerzas de seguridad, que derivó en consecuencias, en este caso, relativamente menores, pero que pusieron en riesgo a toda la comunidad, el senador Enrico relativiza la gravedad de el alto número de episodios en los cuales la persecución torpe, desprovista de respeto a los protocolos y sin ningún tipo de planificación terminan en hechos que incluyen desde la destrucción total o parcial de los móviles policiales (en este caso en particular con el vuelco del patrullero) hasta la muerte de personas inocentes o de los propios agentes policiales. En este caso incluso el delincuente que se daba a la fuga colisionó con el vehículo afectándolo gravemente.
En las últimas semanas, Venado Tuerto volvió a presenciar situaciones de este tipo, donde la determinación de capturar a cualquier costo a alguien que puede haber sido detectado en delito de flagrancia, aunque también simplemente puede ser alguien que esquiva un control vehicular o resulta sospechoso por su aspecto, deriva en un siniestro vial que ocasiona pérdida no solo materiales sino también pone en riesgo la vida de las personas (como ocurrió en la tragedia de calle Agüero en 2015)
¿A qué precio se ejecutan las “medidas de seguridad”? ¿Son eficientes estas formas de proceder que parecieran más cercanas a la paranoia y a la improvisación total que a la planificación estratégica y el combate inteligente con el delito? El reduccionismo es aceptable cuando se trata de un ciudadano hastiado y dolido. Sin embargo, se vuelve peligroso cuando forma parte de los repertorios habituales de aquellos que deberían hacer gala de sensatez y racionalidad para analizar rigurosamente la realidad y elaborar leyes en beneficio de todos. Un final feliz para el mencionado episodio sería que fruto del trabajo de inteligencia de la policia se hubiera recuperado la moto intacta en un allanamiento o luego de apresar al delincuente en situaciones que generaran menores riesgos para la integridad física de los ciudadanos y los bienes.
“Por eso la justicia no sólo debe enfocar el delito como la afectación de algo material (delito contra la propiedad) sino que es fundamental dimensionar el dolor, el miedo, el stress post traumático que representa para la persona a la que le roban el hecho en sí y sus consecuencias que quedan en nuestra memoria y nos genera temor permanente”, teoriza el senador, sin incluir en su consideración la actuación policial y los efectos que estos desmanejos producen en el entramado social espiralizando la violencia e incrementando los riesgos para los ciudadanos. El episodio ocurrido la misma semana, aquí en nuestra ciudad, donde una vecina terminó atropellada por otro patrullero, en otra persecución, sostienen esta aseveración.
La policía no cuenta con protocolos de intervención basados en el intercambio de información y la planificación de los modos de actuación. La demagogia punitiva tan solo enardece las arbitrariedades policiales y habilita el derecho de actuar cómo se le dé la gana, lo cual solo acarrea consecuencias más nefastas para toda la población. En este caso, no fue solo la moto. Porque ni siquiera fue la moto, que terminó destrozada. Tampoco fue el patrullero, ni la vida de los propios policías, que se salvaron por azar. No parece haber nada para felicitar: la moto no se recuperó y el patrullero terminó tumbado.
Si son los propios legisladores los que abonan estos discursos de la desesperación y el pánico -propios de aquellos que sufren la impotencia de haber sido víctimas de un delito-, ¿qué se puede esperar de las fuerzas de seguridad encargadas de controlar las conductas delictivas y brindar seguridad a los ciudadanos? ¿Cómo es posible imaginar sociedades más pacificas y con mejor convivencia cuando desde los estrados legislativos se fomenta la locura y el descontrol policial en pos de acompañar a las víctimas?


