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Pueblo Regional, 25 años del sueño de un visionario que siempre abrazó la causa de la prensa libre

El sueño de tener un medio gráfico propio, siempre estuvo rondando en la cabeza de Pablo Almena. Eso fue desde principios de los 90’. Finalmente pudo canalizarlo 10 años después. Por aquel entonces, el emprendimiento gráfico se llamaba Pueblo, a secas, y el universo de llegada se limitaba a Chovet, Elortondo y algún que otro pueblo vecino o cercano.

La pasta periodística se le notaba, ya sea en radio como en gráfica, pese a que su formación académica intentó pasar por otro lado. Primero fue Letras, en la Facultad de Humanidades de Rosario, para finalmente desembocar en la de Derecho. Carrera que por cierto no lograba seducirlo tanto como la comunicación.

A mediados de los 90’ ya estaba instalado en Rosario y traía consigo una experiencia interesante con sus programas de radio que realizó en Chovet y Elortondo.

Una tarde de esas en las que el calor se hace agobiante, nos encontramos en la peatonal Córdoba. Él ya estaba instalado en esa ciudad y quería despuntar el vicio del periodismo que había dejado en su Chovet natal.

Sabía que había terminado Comunicación Social en 1993 y que uno de los profesores que tuve en esa carrera era el conductor de un programa que a Pablito le gustaba mucho. El profesor, que además era mi amigo, era Gerardo Martínez Lo Ré. Y el exitoso programa se llamaba “El Mañanero”, que también era conducido por un personaje pintoresco al que apodaban Jesús por su parecido con el jefe espiritual de los católicos. Se llama Marcelo Mogetta y el programa se emitía por la FM TL, una incipiente frecuencia alternativa que hoy está consolidada como un producto bien nacional, bien popular y bien rosarina.

Pablo estaba fascinado con trabajar en ese programa y así me lo hizo saber. Apelando al conocimiento y proximidad que tenía con los conductores me pidió si le podía dar una mano o al menos concertar una entrevista con la gente de “El Mañanero”.

Tras la entrevista de rigor y la aprobación de los conductores del ciclo radial, Pablo pasó a ser el notero del programa más escuchado de las radios alternativas y no tanto de Rosario. Literalmente la rompió como movilero por su locuacidad, ingenio y picardía a la hora de abordar a sus ocasionales entrevistados. Fue un genio en la calle y muchos referentes políticos rosarinos de esa época, lo siguen recordando con cariño.

 

 

Pueblo y Pueblo Regional

Su periplo rosarino duró hasta los inicios de la década de 2.000. Definitivamente radicado, mitad en Chovet y mitad en Venado, Pablito comienza a darle voleo a su mensuario, Pueblo. Luego vino el quincenal y finalmente el semanal.

El pequeño emprendimiento fue creciendo lentamente hasta convertirse en lo que es hoy; el semanario más importante del sur santafesino en cuanto a cobertura, tirada e información calificada.

Tomar la decisión de dejar de ser un pequeño mensuario le llevó algo de tiempo que además compartió (por aquellos años) con su marcada militancia en el campo nacional y popular. Pablo, el de las ideas “disparatadas”, en algún momento quiso radicarse en un pequeño pueblo de la región para relanzar su diario.

Encendidas charlas y debate de ideas para lograr convencer a Pablito que era una locura radicarse en un pueblo que ni siquiera geográficamente estaba favorecido en cuanto a la logística de distribución del inminente diario regional.

Definitivamente radicado en Venado, a mediados de 2000, Pablo siguió apostando a la región. Titánica era y fue hasta el día de su muerte, la tarea por posicionar al medio en el amplio sur santafesino. Si había que salir a repartir los diarios lo hacía sin ningún problema. Fue un laburante a destajo que lo hizo de ese modo hasta que el diario fue creciendo e incorporando colegas a la redacción.

Hoy Pueblo Regional, y gracias también a la alianza con el diario La Capital de Rosario realizada en 2021, sigue expandiéndose a pesar de las dificultades que presenta en general, la prensa escrita. Hoy, a 25 años de ese hecho fundacional, se puede decir que Pablo Tomás Almena fue un visionario a todas luces. Un “loco” lindo que creyó en lo que hacía y nunca se amilanó ante nada.

Por Carlos “Pachi” Barbarich.

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