(PR- Eduardo Bigotti- Eric Ludueña) Uno llega a la cita mundialista casi siempre de la misma manera, atraído por las publicidades de Quilmes – las mejores- y con un continuado de otras marcas que nos invitan “a ganar con la selección”. Marketing punto mundial, productos para picar y picaduras de tv en interminables programas desde otro continente. Nos termina de caer la ficha cuando los periodistas tops -instalados en estudios nuevos- nos muestran su chochera. Están en Disney una vez más.
La primera cita que tenemos en la agenda está marcada desde el cierre del sorteo. El Comando ESPN Qatar pone el énfasis en las transiciones rápidas que podríamos sufrir con Arabia, lo hace de la mano de Valdanito Crespo que se emociona cuando habla de jugar en la Selección Argentina. Hasta ese momento, era la invitada para dar un primer pas(e)o sin inconvenientes. Pero, las madrugadas mundialistas tienen ese que se yo ¿viste? Nos canta “Balada para un loco”. Recordemos la de Suecia, más tempranera y fulminante en otro mundial. Esta no parecía traernos sobresaltos y mucho menos tras el inicio del partido con la aparición del VAR. El estreno es a los 10 minutos.
El esloveno Vincic sale hacia la mitad con una prestancia bárbara. Analiza rápido, no se toma tanto tiempo, no teme. Esto es un trámite comparado con la noche del 2020 en la que fue detenido en plena pandemia en una fiesta clandestina con armas, drogas y prostitución. PENAL…y se nos vino el recuerdo de Islandia en el último mundial. Con clase, el mismo Messi disipa los fantasmas, esto es otra historia… ponele. ¡Goool! Ahora se viene una fiesta.
Los Árabes dejan el espacio tan reducido que te obligan a jugar fútbol cinco pero con orsai. Realizan un tributo casi suicida al Flaco Menotti. Tanto gol anulado va apagando la euforia y enrareciendo el clima. La tecnología ha llegado para dejar en paz a “los familiares de los líneas”. La bandera se sigue levantando, pero nace en la inteligencia artificial.
Nadie suponía lo que vendría, habíamos escuchado hablar muchos mundiales de la Zona de la muerte y de repente en seis minutos estábamos integrando la zona del cagazo. Porque eso fue la sensación. Nos hubiera venido bárbaro un Walter Nelson que nos dijera en el minuto siete “¡Salí de ahí Maravilla!”. Evitábamos un golazo. El empate hubiera sonado a caída y arriba en el 3er.round. Esto se pareció a un nocaut.
El mundial se ve entre niñes y Vignolo. Yo lo hice con Emilia, mi hija. Sus apreciaciones fueron rápidas, más sanas que las de Caruso Lombardi por más que incluyan críticas.“Che, pero Messi tampoco anda” fue la primera. “O nosotros jugamos re mal o ellos juegan re bien” sentenció en la segunda. El apuro es mal consejero Emilia, salvo cuando uno tiene ganas de ir al baño.
Sin glamur y con el optimismo de la noche anterior escondido en algún placar, las transmisiones abren “con el que te jedi” lleno de preguntas. Un hermoso sincericidio de Ruggeri abrevia horas de transmisión: “Nos sorprendió a todos Arabia”.
Esa frase del cabezón y la de Emilia que hablaba del mejor nuestro en una mañana rara, invitan a la calle. Es como un hormiguero, todos apurados a las nueve de la mañana, atorados por el resultado. “¡Che perdimos!” Me dice al pasar Silvia en la vereda del Beltrán mientras anota las ofertas. Pienso, vayamos comprando asado, birra y Ferné pal sábado, a pesar de este «martes 13 de Noviembre».
El actoral entrenador francés de Arabia calmará nuestros corazones minutos después. Cree que vamos a clasificar. Gracias crack, la esperanza es lo último que se pierde porque Kiricocho no estaría funcionando con los rivales.
Texto: Eduardo Bigotti
Ilustración: Eric Ludueña.
