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Que el problema del narcotráfico no nos tape el drama del aumento de las adicciones

Por Lisandro Enrico, Senador provincial.

La violencia del narcotráfico en Argentina nos muestra una cara del problema: la narcocriminalidad. Ante eso vemos que el estado hace un despliegue para actuar a través de sus diferentes organismos como la justicia o las fuerzas de seguridad; decenas de hombres abocados detrás de cada caso (como corresponde): policías, fiscales, jueces, investigadores, etc., y los medios de comunicación que le dan una gran cobertura.

Pero…¿y la otra cara del problema? ¿Y el consumo? Es decir, la enorme cantidad de jóvenes que ya no pueden controlar sus adicciones y que convierten sus familias en lugares de mucha angustia y desesperación.

El crecimiento de las adicciones no tiene la misma respuesta del estado como el enfrentamiento al narcotráfico; pero son dos caras de la misma moneda: crecen las adicciones y crece el narcotráfico, con la diferencia que al problema del narcotráfico se lo aborda con cientos de personas y recursos mientras que ante el problema de las adicciones no se ve el mismo despliegue o presencia del estado.

¿Que hace falta? ¿Crear más estructura estatal, organismos o dispositivos con cargos y empleados públicos? No parece ser lo más efectivo…sería enorme el gasto y de poca eficiencia. Sí, lo que hace falta, es una estrategia de abordaje del tratamiento de las adicciones que parta del estado pero que se lleve adelante con las ONG, con las iglesias de barrios, con los acompañantes terapéuticos, con las clínicas y profesionales privados y, sobre todo, aquellas personas que han superado sus adicciones y que puedan ayudar a otros que no pueden recuperarse.

Esto implica que el estado se abra y trabaje en conjunto con cientos de actores sociales que están en el territorio, en los barrios y en las ciudades para acompañar y asistir a jóvenes con adicciones y sus familias. No puede ser una respuesta dada desde lo estatal, sino una red de acción impulsada desde los estados pero llevada adelante por fundaciones, asociaciones, iglesias y demás mujeres y hombres que puedan tomar los casos particulares.

Las adicciones no se curan, pero sí se tratan. El fantasma de la recaída está siempre acechando y mantener la sobriedad es un esfuerzo que sin ayuda no se puede lograr. El consumo es una salida ante un vacío espiritual, y la ayuda debe venir desde lo espiritual (además de lo terapéutico y lo farmacológico que ayuda mucho) y para esa asistencia espiritual el estado no está preparado, pero sí puede promover la interacción de personas, profesionales y entidades que salgan a tomar los caso de adictos que hoy no reciben ningún tratamiento.

La otra cara de la moneda del narcotráfico son las adicciones, por eso el estado debería promover acciones permanentes para fomentar:

>Que las personas con problemas de adicciones puedan asumir su necesidad de ayuda junto con sus familias.

>Que las obras sociales y empresas de medicina prepagas comiencen en su totalidad a cubrir los tratamientos.

>Fomentar la creación de más comunidades terapéuticas para la internación de los casos extremos.

>Trabajar permanentemente localidad por localidad y barrio por barrio con las Iglesias y entidades que dan un abordaje desde lo espiritual que el estado no posee.

> Formar más preventores y acompañantes terapéuticos que hagan una tarea ambulatoria y personalizada y cuerpo a cuerpo de los casos

>Modificar la Ley 26.657, de Salud Mental y aggiornarla a la realidad del presente permitiendo una acción más rápida de los casos terapéuticos.

>Acompañar los tratamientos con actividades de formación laboral, deportes, música cultura y planes de empleos.

>Llevar a todas las escuelas jornadas de prevención y mostrar la realidad de los casos.

>Facilitar la medicación o los tratamientos de desintoxicación con más acceso a los profesionales.

Este es el desafío del presente para toda la dirigencia política. A diferencia de décadas atrás el consumo no se da en círculos cerrados, se ha masificado peligrosamente y las adicciones crecen como una nueva pandemia en los más jóvenes. Es hora de empezar a hacer cosas distintas y sostenidas en el tiempo.

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