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Recuerdo desde el corazón: Sergio Ángel Rúa, uno de los desaparecidos venadenses

“Soy Griselda, la hermana menor de Sergio Ángel, detenido-desaparecido por la dictadura cívico militar que detentó el poder el 24 de marzo de 1976. Esta historia, mi historia y la de Sergio, como todas y cada una que los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos por los genocidas han podido generar mientras vivían entre nosotros, todavía nos estremecen, nos siguen golpeando como un puño de hierro que vuelve y vuelve constantemente sobre nuestros pechos

Quiero hacer una narración breve y precisa sobre un fragmento de vivencias que cubrieron de mucho sufrimiento el corazón de millones de argentinos y que marcaron a puro dolor a varias generaciones. Porque había sido una época sombría, donde las botas militares, alentadas por cómplices civiles, aplastaron sueños, esperanzas y vidas…

Mi familia fue siempre humilde, cálida, pacífica y alegre. Creo que jamás ningún integrante elevó su voz para dirigirse a alguien. Mi padre era viajante, recorría pueblos cercanos vendiendo artículos del hogar, y yo que soñaba con acompañarlo, lo pude hacer en varias oportunidades. Recuerdo que, por aquellos tiempos, la gente que trabajaba en este oficio no acostumbraba a frecuentar restaurantes.

Cuando se acercaba el mediodía, en la casa a la cual llegábamos se colocaban dos platos más, y allí almorzábamos. Y quizás papá ahí mismo ya iniciaba su trabajo, en la charla informal de sobremesa. Hoy puede sonar extraño todo esto, pero era así: las relaciones comerciales se familiarizaban.

Pero entre los cientos de recuerdos hermosos que tengo de aquellos días de mi infancia, viene a mi memoria la visita a la fábrica de dulce de leche Roal, cuando llenaba mi recipiente con ese manjar caliente y venía degustándolo en todo el camino desde Maggiolo a Venado Tuerto, lugar en el cual nos esperaba mi madre -modista de profesión- con regaños cariñosos por tener que atender mi dolor de barriga debido a la inoportuna ingesta.

Mientras tanto Sergio, mi único hermano, estudiaba abogacía en Rosario. Y también esos dulces recuerdos, aún siguen asociados a él. Por aquellos tiempos Rosario parecía quedarnos muy lejos y era oneroso viajar, tanto que los estudiantes volvían a casa cada dos o tres meses, y más Sergio, que era miembro de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), y militaba solidariamente en los barrios más humildes de la gran ciudad, alfabetizando y ayudando a los más desprotegidos, con ese mismo amor con el que nos habían criado en casa.

Nuestra vida transcurría muy tranquila, más feliz aún cuando llegaba Sergio, porque la familia estaba completa y había más abrazos para repartir, y hasta comidas y postres especiales para disfrutar. Hasta que llegó aquel fatídico 7 de febrero, día en el cual nos avisaron que Sergio había desaparecido. Aquella época sombría había comenzado, la de las botas de los monstruos que aplastaban sueños, esperanzas y vidas.

Y aquí empezó el calvario de toda nuestra familia, calvario que sólo acabará en el final de nuestros días, o cuando los responsables de su desaparición estén condenados y podamos saber qué pasó con mi hermano, y dónde está su cuerpo. A lo largo de estos años hubo mucha genta ayudando a soportar nuestra tristeza, y acompañando los reclamos de Memoria, Verdad y Justicia, a los que quiero agradecer profundamente

Cómo no recordar a Roberto Maurino, a Mario Caggiano y demás compañeros de la vida y de militancia de mi hermano, cuando evoco esos momentos. ¡Gracias por estar! Gracias al Intendente Psi. José Luis Freyre por su decisión y compromiso permanente de promover políticas públicas de derechos humanos. Gracias a la gente que integra el Instituto Por La Memoria Verdad y Justicia, proyecto al que me uní hace tres años y me da tanto orgullo integrarlo. Gracias a los compañeros de Carta Abierta Venado Tuerto que colaboran y generan proyectos junto a nosotros, con la idea común de mantener viva la Memoria.

Gracias a Julio Eggimann porque dijo ¡Presente! ante una solicitud nuestra. Gracias a Fuchy Bayúgar, un grande, un maravilloso personaje que no dudó en sumarse al proyecto, y resignando temporalmente a su familia, se instaló en nuestra ciudad con el fin de recabar datos para la elaboración de la historieta, un ser con un compromiso social como pocos, un alma sumamente cálida y sensible que logró plasmar esta fantástica obra.” Gracias a todos por estar. Un camino nuevo comienza.

 

Por Griselda Rúa – Extracto de la publicación del Instituto Venadense Memoria, Verdad y Justicia, de Marzo 2019.

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