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Roco: Descartado por vejez 

(PR) La historia de Roco, visibiliza la realidad de muchos perros, sobre todo de gran tamaño, que deambulan por la ciudad, abandonados por sus dueños, porque ya, con las necesidades propias de la edad, son una molestia. Es muy doloroso verlos con la cara triste, acercarse con cautela a los humanos que caminan apresurados buscando una caricia,  a veces hasta olvidan el hambre y se conforman con el gesto amistoso y trotan detrás de la mano amiga, hasta que se cansan o se alejan.

En este texto Natalia Jaureguizahar ilustra con su magnífica pluma esa realidad: “Tiene 15 años. No los 15 de la fiesta soñada, no los 15 del humano adolecente y vivaz. No los 15 de los primeros amores y los amigos de la secundaria. Tiene 15 años-perro. Son más de 90 años humanos. Seguramente el cuerpo le duele, pero él mueve la cola. Es un grandote amable y cariñoso. Acompañó durante toda su vida a su familia humana. Fue a su lado cachorro feliz, guardián, compañía y fidelidad. Ahora está viejo. Viejo y ciego. 

Ya no puede cuidarse solito. Cruzar una calle es una maniobra suicida para sus años. Buscar comida, un imposible si no se la proveen. Ya no puede, por eso, necesita que sus humanos, esos a los que tanto les dio (toda su vida), hoy lo cuiden. Yo haría eso. Quiero creer que la mayoría haría eso, porque si no es así, no valemos nada cómo especie.

Muchas veces dije que no merecemos a los perros, aunque haya excepciones. Cómo especie no merecemos esa relación que se forjó entre esos seres y nosotros. Siento que es un pacto milenario que sólo es respetado por una de las partes, y no es la nuestra.

Por eso, Roco apareció deambulando en el centro, con sus años-perro en el lomo, con su ceguera, con miedo, y con su amor-perro intacto a pesar del abandono.

Sus humanos decidieron que es descartable. Qué ya no lo quieren, que “no pueden hacerse cargo”. Roco merece un final feliz, merece un último tramo de vida siendo amado y respetado. Merece una cama tibia y blandita para sus huesos cansados.

Roco merece amor y respeto. La familia de Roco, no. Ellos merecen ser lo que son: seres despreciables. Con esa marca en el orillo vivirán sus años-humano, y nada podrá reivindicarlos”.

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