miércoles 4 junio 2025
17.2 C
Venado Tuerto
InicioDestacadasRosario - Tucumán, el dulce encanto del viaje en tren

Rosario – Tucumán, el dulce encanto del viaje en tren

(PR/Norma Migueles) Acostumbrados en estos tiempos a la inmediatez, a pretender la respuesta y a la necesidad con la velocidad de la luz, a la virtualidad donde todo es posible, en este mundo diseñado desde la tecnología, hay otros placeres que aún siguen vigentes. En la Argentina, la imagen del tren es, para algunos lugares, producción, pero para otros, el medio de transporte más barato para llegar al trabajo.

Sin embargo, una tercera ola surge y crece en quienes alguna vez disfrutamos del encantador hechizo de esperar en la madrugada el aviso de la llegada con el apagado sonido de la bocina y rumor de las máquinas, para finalizar con el chirrido de hierro contra hierro.

Como decía Carlos Salazar Herrera, «el tren no pasa por fuera, ¡pasa por dentro!», nunca se podría tener más certeza de viajar lúcidamente más vivo que cuando se viaja en tren.

Y una joven empresa casildense, Geluk Viajes, decidió salir de los derroteros clásicos y apostar a una nueva visión del turismo en ese viaje señorial y pausado en tren, con un destino que generalmente es de paso: la bella provincia de Tucumán.

Así fue que descubrieron que esta nueva experiencia es muy bien recibida por los viajeros y actualmente tienen vendido un viaje por semana hasta agosto. Precisamente, la aventura inicia en la madrugada del lunes, en la estación de Rosario, y retorna cerca de la medianoche del sábado siguiente.

El contingente turístico sube al pullman y el milagro comienza, el vagón se convierte en una enorme sala de recreo donde se puede caminar, conversar, tomar mates, dormir en los espaciosos y cómodos asientos. En el fondo están los baños muy limpios y bien provistos, enfrente una mesadita para preparar el mate y lavar los trastos, con enchufes para cargar los celus, un dispenser de agua fría y caliente que se va renovando durante todo el viaje y, sobre todo, la constante presencia de un personal amable y dedicado que limpia un par de veces a la mañana y la tarde todo el espacio, convertido por un día en una casa.

El viaje dura unas 26 horas, en el camino hay paradas en algunas estaciones claves y los emprendedores se acercan a la mañana con tortitas asadas, pastelitos, dulces, mientras que al mediodía, en otra parada, aparecen los puestitos con los sándwiches de milanesa, empanadas y pizzas. Todo se puede comprar y comer en el tren, si alguno opta por un café o un sándwich de miga puede comprarlo y/o comerlo en el comedor, que está en otro vagón, pero el tren esta convertido en un enorme salón social y se puede curiosear.

Hasta el transcurrir del día se ve distinto desde las ventanas panorámicas, otra velocidad, otra imagen y se puede apreciar con claridad el cambio de la geografía santafesina, a un costado siempre acompaña la cinta asfáltica de alguna carretera.

Finalmente, y casi sin darse cuenta, la bocina anuncia el arribo a destino y el inspector pasa gritando «Tucumán». Llegamos en una mañana fría y húmeda, a una antigua y bella estación.

Un transfer nos esperó para llevarnos al hotel, donde permanecimos hasta la tarde del viernes. Pero esa será otra historia, porque se me va el tren.

Te puede interesar

TE PUEDE INTERESAR

No puedes copiar el contenido de esta página.