Alberto Perassi llegó ayer a la Legislatura con chaleco antibalas, tres custodios y en un auto oficial. Lo invitaron para darle un abrazo, a él y a su esposa Alicia, por una lucha de cuatro años para que la desaparición de su hija Paula no quede impune. Un respaldo institucional de la Cámara de Diputados a una semana de que el juez Adolfo Prunotto Laborde dejara en libertad a los ocho procesados en la causa, dijera que la investigación fue «una basura» y amenazara con una querella porque el padre de la víctima criticó el fallo. Perassi dijo que no abandonará la búsqueda de su hija porque sus nietos la esperan todos los días. Así que cuando le tocó hablar, llenó de preguntas el recinto: «¿Vamos a dejar que esto quede así? ¿No haremos nada ante una banda que es capaz de hacer desaparecer a una persona en democracia? ¿Viviremos en el mundo del revés?», planteó. Se fue sin respuestas.
El acto comenzó con un puñadito de legisladores, pero las bancas llenas de quienes acompañan a los Perassi en la búsqueda de Paula, sus abogados, el antropólogo Juan Nobile (del Equipo Argentino de Antropología Forense) y muchos militantes del Movimiento Evita y de organismos de derechos humanos. Era un «reconocimiento» de la Cámara a los Perassi, propuesto por los diputados Gerardo Rico, Eduardo Toniolli y Mariana Robustelli. Al lado, de Alberto se sentó el defensor oficial de la provincia, Gabriel Ganón.
Toniolli dijo que un periodista le había preguntado «¿por qué un homenaje, si lo que buscan los Perassi es justicia?». Y es así. Explicó que habían convocado el acto como un contrapeso, para que el «apoyo institucional» a los Perassi «sea más fuerte que el que ha tenido la desaparición de Paula y el posterior encubrimiento» del crimen. «Es imposible hacer desaparecer a una persona sin la complicidades en el Estado, y así lo demuestra nuestra historia reciente», dijo Toniolli.
«Este acompañamiento institucional a la familia Perassi no significa inmiscuirnos en otro poder del Estado», aclaró. «Pero no podemos mirar para otro lado. Nuestro lugar es acompañar a los que sufren y piden justicia», agregó.
«Perassi está sentado acá con chaleco antibala y tres custodios porque fue amenazado. Un fiscal y periodistas de San Lorenzo también fueron amenazados, hubo llamadas y mensajes de textos que intentaron desviar la investigación con la idea de que Paula se fue por su propia voluntad», recordó.
La primera puerta que se le abrió a Perassi fue la de Toniolli. «Nunca antes lo había recibido el juez ni el fiscal. Y ahora parece que lo llaman para darle malas noticias o para apretarlo porque criticó la vergonzosa decisión de dejar en libertad a ocho imputados», ironizó el legislador.
Perassi habló desde el dolor y la catársis. Repasó su búsqueda de Paula «con el corazón abierto y lamentablemente, en estos cuatro años, sólo recibimos sal en la herida». Reconoció la labor de Toniolli y de sus colegas Héctor Acuña y Alicia Gutiérrez que lo recibieron en la Cámara y les contó lo que está pasando con el caso en San Lorenzo. ¿Me desmiente señora?, preguntó Perassi.
-No-, contestó Gutierrez.
«Me tuve que bancar años de dolor. Lo que no puede pasar, pasó en el caso Perassi, porque desde el primer día no se tenía que resolver», agregó. «Me vendieron espejitos de colores. Esperé tres años que me dijeran de qué teléfono habían mandado un mensaje amenazador el Día del Padre. Uno de mis nietos me dijo: ‘Abuelo, te están jodiendo».
Fue allí cuando Perassi comenzó con las preguntas: ¿Qué pasa con este caso que hay tanto misterio? ¿Está la plata y el poder? ¿Y cuando la plata y el poder se juntan, la verdad se calla?».
«No abandonaré la lucha», prometió Perassi porque hace poco Alicia le había sugerido mudarse a Córdoba. «No nos vamos a ir. No voy a dejar tirada una hija en San Lorenzo. Buscamos los huesos de mi hija, hacemos lo que haría cualquier padre y madre ¿o vamos a dejar que este caso quede impune?» (Rosario12).