(PR/Norma Migueles) Clemente Arona, de 22 años, falleció en Venado Tuerto tras ser atropellado por un móvil policial en Chacabuco y Ruta 8, el 8 de setiembre de 1999. Una muerte emblemática de la violencia institucional en nuestra ciudad, que trascendió a nivel provincial, y por la que su madre, Ana Braghieri, comenzó una cruzada infinita pidiendo justicia, que se condenara al policía que manejaba el móvil al momento del siniestro. Una muerte que trajo mucho dolor, no sólo en la familia directa. Hubo otros acontecimientos dolorosos que, quizás, se podrían haber evitado, y que hoy vuelven a hacerse presentes en la reparación a una niña a la que durante años se le negó el derecho a la identidad.
Durante 22 años hubo una madre que lloró una muerte y una mujer que fue marginada, calumniada y sufrió tanto como a la que el mataron el hijo. Teresa Galzusta tenía 20 años y estaba embarazada de su relación con Clemente. Ella también sufrió la muerte del joven con quien habían planificado el futuro, pero en vez de recibir amor y comprensión, se convirtió de pronto en el blanco de rumores y difamaciones que decían que en realidad el hijo que esperaba era del policía homicida, y que ella quería “sacar provecho” de esa muerte.
Los rumores surgieron cuando Teresa pidió que se reconociera a Abril como hija de Clemente, pero la familia Arona cerró puertas y no sólo no la reconoció, sino que se negó a colaborar para hacer el ADN. En una oportunidad, Ana aceptó que se abriera el cajón y se tomara muestra de tejidos, pero la muestra estaba muy contaminada, no sirvió, y Ana no autorizó que se sacara una nueva. La demanda se extiende hasta nuestros días. Otros tiempos. Otra justicia.
Abril creció al lado de su madre y sus abuelos maternos, que le transmitieron amor y valores, y sobre todo la templanza para afrontar las peores dificultades. Cuando tuvo edad de comprender, “Tere” le contó quien era su padre, y en la niña creció la necesidad de acceder al derecho de tener bien definida su identidad, pero también que se reconociera a su madre esta verdad.
AÑOS DESPUÉS
Este año, un día, Ana Braghieri le dijo a Abril que sí se iban a hacer los análisis de ADN. El 10 de diciembre llegó el resultado, que ratificaba lo que tantas veces aseguró Tere: es la hija de Clemente Arona. “Hoy mi vida dio un giro de 360°. No me cabe en el cuerpo la alegría que tengo. Jamás dude de vos mamá. Siempre supe que mi papá es mi estrellita que me cuida y me guía en todos los pasos que doy. Hoy me siento más hija tuya que nunca. Sé que nunca me abandonaste y estás cada vez que te lo pido ¡Gracias papá! No necesito más. Hoy no hay nadie que pueda negar que soy tu hija”, posteó Abril Galzusta llena de felicidad.
DEMASIADAS HERIDAS
Teresita admite que es feliz porque su hija lo es. Y posiblemente que ahora se le abra una puerta para ampliar el contacto familiar. Pero para ella sigue siendo sal para sus heridas que no terminan de cerrar. “Yo nunca tuve ninguna duda. Hoy la ciencia ratifica lo que dije hace 22 años”, plantea.
“Todo esto me volvió al pasado y es muy doloroso. Quiero dar vuelta la página, y que Abril haga lo que ella sienta. Ya es una mujer y puede tomar sus decisiones”, dice. Y su voz trasciende el dolor de remover viejas heridas. Cada tanto, con voz casi inaudible, recuerda: “Sólo tenía 20 años”. Con esa edad tuvo que afrontar en pocos días, la muerte, la vida, el desprecio y acusaciones de quién esperaba afecto y contención. Pero había una hija que criar, y lo hizo en forma silenciosa.
“Esperamos más de 20 años hasta que la abuela decidió hacer el ADN por privado. Hoy siento una mezcla de sentimientos, pero me anima la felicidad de Abril. Ella siempre quiso tener el derecho a su identidad. Y no deja ser lamentable que tuvieran que pasar 22 años para lograrlo”, reflexiona.
Agregando “no sé cómo van a seguir las cosas ahora. Yo llegue hasta aquí. Yo siempre voy a estar a su lado como mi familia y mis amigos, que siempre estuvieron para mí. No puedo imaginarme sin la presencia de uno de mis hijos por eso respeto el dolor de una madre. Lo triste es que nadie se acordó que yo también era madre con sólo 20 años, y cursando un embarazo de 7 meses y medio”, plantea a corazón abierto.
“Transcurrido el tiempo, accedí a este estudio de ADN por Abril… En lo personal lo hubiera dejado en manos de la justicia. Algún día se tendrán que expedir. Hubo infinidad de trabas, y han pasado más de 20 años donde pedimos que se expidiera por su identidad. Y finalmente se definió por la decisión de una persona”.
“Abbi siempre tenía ese anhelo de encontrar en la familia de su padre algo de él. Ojalá sea el inicio de una relación y que a ella le sirva”, susurra Teresa. Concluyendo: “Por mi parte, entiendo el dolor de Ana, pero creo que en vez de acercarse y hablar conmigo sobre la relación que tuve con Clemente, se dejó llevar por comentarios, rumores e historias; donde hasta se dijo que el policía lo perseguía porque tenía algo conmigo. Todo eso pasó. Sólo quiero que el futuro que Abril se va forjando sea el que ella quiera, y logre la paz que necesitamos todos”.