(PR/Giuliana Ghignone) Comienza a dar sus primeros pasos en la ciudad, una comunidad conformada por jóvenes familias que buscan un camino más profundo guiados por la fe. Comparten tareas de la vida cotidiana, reflexiones y la crianza de sus hijos.
En 2019, un grupo de jóvenes creó Sembrando Valores, una asociación civil a través de la cual buscan el bien común ayudando a las familias más vulnerables. «Siempre sostenemos que lo importante es ser para hacer», aseguró uno de los fundadores de este espacio, Andrés Roganovich.
Hace mucho tiempo, en un gran terreno donado por los abuelos del joven, todo este proyecto empezó a tomar forma y hoy, gracias al trabajo en equipo, con un grupo de colaboradores, en el lugar, los miércoles se dictan talleres de deportes, vivero, equitación, carpintería, lectura, panificado, entre otros.
Actualmente, unos 30 niños y preadolescentes del barrio Villa Casey y Santa Rosa asisten para recibir su merienda y comienzan su labor. También, los martes y jueves se desarrolla la escuela de futbol a la que asisten cerca de 25 chicos. Los sábados, en tanto, se brinda un espacio destinado a nenes desde los 4 años de edad.
«Me gusta visualizar este espacio como un ecosistema propicio para encontrarse con uno mismo, con los demás y con Dios”, describió Roganovich. Su cuenta de Instagram (@sembrandovaloresvt) es el medio que el grupo elige para compartir cada actividad, propuesta o mensaje que consideren importante difundir.
En paralelo, en el lugar viven seis familias de fe. «Es un movimiento de personas a las que las impulsa buscar el bien. Sin dudas, la fe es la fuerza que nos ayuda a concretar ese objetivo, porque el significado romántico del amor se aleja mucho de la realidad, de lo concreto y decisivo que es amar”, explicó el referente.
Tras una capacitación para aprender sobre las diferentes tareas que se brindan en el lugar, las personas pueden elegir vivir allí combinando tiempos de desarrollo personal y profesional con momentos de ayuda comunitaria.
«Es un espacio para conocerse, conocer a los demás, servir y ayudar al prójimo. Nos importa mucho ser para hacer y esto está muy alejado de la hipocresía que a veces nos atraviesa. Es un espacio para meditar y pasar tiempo en silencio», agregó.
Expresando su convicción en este modo de vida elegido por él, su familia y, ahora, tantas personas más, sostuvo: «Los caminos de Dios son misteriosos, para mí, Dios no es una creación de mi propia conciencia, un ideal que me motiva, ni es una superstición, para mí, es la realidad última del ser humano». «Existe, está sobre todas las cosas, habla y eso de que se comunica para mí es el misterio más grande porque si no lo hubiese hecho hoy, yo no estaría acá, ni hubiese tomado las decisiones que tomé. No puedo decir que soy dueño de mi destino, la vida me sorprendió y yo creo que detrás de ella está Dios», completó.
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