(PR/ANDREA ACEDO) Un mundo de veinte asientos fue una telenovela argentina emitida en 1978. Protagonizada por Claudio Levrino y Gabriela Gili. Esta telenovela semanal, que se emitió durante 1978 se centraba en la historia de amor entre un colectivero y una muchacha que se hacía pasar por la mucama de una familia de buena posición económica. El personaje de Levrino en la ficción trabajaba de colectivero de la línea 60, una de las más populares en Buenos Aires. Más allá de la novela, hoy nos encontramos con un chofer de colectivos, no para contar una historia de amor, sino para saber cómo es ese trabajo de estar al volante llevando pasajeros todos los días.
Diego Lerda, trabaja en la Municipalidad, actualmente hace trabajos administrativos, de coordinación de los choferes de las diferentes líneas que recorren de lunes a sábados las calles de Venado Tuerto.
Vengo de una familia de camioneros. Mi padre que aún vive, fue 55 años camionero, mis primos, mis tíos, mi hermano, todos ellos siguieron esa vocación familiar. A mí me gustaba, pero sabía que era una vida muy sacrificada. Pero uno lleva ese sentimiento por dentro, comienza diciendo Diego.
P.R. Cómo te iniciaste en el camino del transporte de pasajeros?
D.L. Comencé como chofer de turismo, estuve un par de años en una empresa. Luego pasé a la empresa La Verde, de Teodelina y ahí estuve casi tres años. Después tuve la posibilidad de entrar acá en la Municipalidad como chofer. Cuando me llaman de la Verde me convocan de la Municipalidad también. En ese momento elijo La Verde. Si bien era un lindo trabajo me terminó cansando debido a la incomodidad de tener que trasladarme a trabajar a Teodelina, siendo que yo vivía en Venado. Fue otro tipo de trabajo, muy diferente al de turismo, pero fueron tiempos de mucho aprendizaje también. Tengo la suerte de que me vuelven a convocar de la municipalidad y ahí no lo dudé. Hace 10 años que estoy trabajando aquí.
P.R. Cuáles son las diferencias en cuanto a conducir en ruta y en la ciudad?
D.L. Es totalmente distinto. En la ciudad el trabajo se vuelve monótono, siempre el mismo recorrido, el circuito diario y el estar permanentemente atento a las cosas que suceden te vuelve un poco agresivo. Vivís alterado por el movimiento de la ciudad, en permanente alerta por una moto, los vehículos, los pasajeros, todo. Lo que tiene la ruta es que es más relajada, en cierta forma. Por supuesto que hay otros riesgos que acá en la ciudad no hay, pero vos en la ruta subís y vas prestando atención solamente a lo que tenés adelante, o al que viene detrás, a los costados no tenés demasiado para ver. Que acá en la ciudad sí. Algo muy importante que la gente no sabe es que en un vehículo de gran porte tenemos puntos ciegos en los cuales perdemos la visión, puede ser un parante o el parante y el espejo o la visual misma del espejo que llega un punto en que una moto te pasa por la derecha y no la ves. Todo eso genera stress y discusiones. He tenido situaciones complejas en la ruta, pero las he podido solucionar porque nunca olvidé el trabajo que tenía. Hay 62 personas que están a cargo de uno. Hay que ser muy consciente. Y en la ciudad lo mismo. Se requiere de un frenado y maniobras más suaves. Si bien tenés un espejo dentro del colectivo donde se ve al pasajero, si está sentado o parado, pero muchas veces uno está concentrado en el afuera y no presta atención que el pasajero se paró y puede haber consecuencias. En la ruta hay que tener la precaución de tomar distancia del vehículo que tenés adelante, ser prudente. No significa que no sucedan las cosas. Pero tenés más posibilidades de aminorar la gravedad de un accidente.
P.R. Cómo es la afluencia de gente desde que empezaste a trabajar, hay más, menos, varió con la pandemia?
D.L. Cuando empecé en la Municipalidad teníamos los colectivos chiquitos, que hoy circulan también. En su momento había tal caudal de gente que había momentos que no podíamos llevarlos a todos. Al mediodía con la aglomeración de los chicos del colegio, la salida del trabajo se juntaba mucha gente esperando el colectivo. Después de la pandemia cambió totalmente y se está repuntando de a poco. Fueron dos años de pandemia en los que la persona que debía seguir trabajando, por ejemplo, un vecino del barrio Santa Fe, que del centro está a 3 km., esa persona que dependía del colectivo quizá se compró una moto, buscó otro medio y es muy difícil volverlo a recuperar como pasajero. No digo que no se pueda. El transporte estuvo más de 9 meses parado por la pandemia y es un tiempo considerable. Nos modificó en todos los aspectos. De a poco la gente está consumiendo el transporte urbano, estimo que se va a volver a los viejos tiempos.
P.R. Cuántos choferes son, como son sus turnos, tienen francos?
D.L. Los turnos son rotativos, una semana por la mañana, una semana por la tarde. Los sábados generalmente trabajan los choferes de la línea A los dos primeros sábados y la línea B los dos últimos sábados, o bien se mechan los choferes por un quinto fin de semana o un feriado. Se va armando y está la prioridad del que no puede por una equis razón y se va cubriendo lo que falte. El servicio es de lunes a sábado de 6 a 21.45 y el lunes ya empezamos con el servicio nocturno que, si bien en un momento se realizó con la gestión de gobierno anterior, era como un servicio muy exclusivo y no sé si resultó como lo que uno podía llegar a imaginarse. Esta modalidad va a ser con el mismo recorrido, estimo que a mucha gente le va a venir muy bien porque no solamente va a ser para los estudiantes sino para la gente común, el que trabaja y que necesita después de las 22 y hasta la medianoche el servicio. Veremos los resultados. No se tomó más gente para cubrir esta ampliación horaria, con los mismos choferes se puede cubrir. Somos 20 choferes y yo también salgo a veces cuando hay que cubrir un bache y de paso me desenchufo un poco de la oficina. Ya que actualmente me encuentro haciendo tareas administrativas, en las coordinaciones, en vínculo permanente con los choferes. El servicio está funcionando bien, los coches se arreglaron todos. Estas unidades se han reformado totalmente, desde el piso todo completo, todo nuevo, están en excelentes condiciones.
P.R. Se establecen vínculos con los pasajeros habituales?
D.L. Si, pasa eso. Al principio, como todos, recorrí las 4 líneas, es un mecanismo en el que cuando entra un chofer nuevo lo hacen que recorra todas las líneas para que tenga su conocimiento del medio. Después que realicé ese mecanismo, me instalo en la línea 2, ahí estuve casi 8 años. Era una línea que llevaba mucha gente de la tercera edad y que ahora me ven por la calle y me saludan. Es un placer llevarlos. En Turismo el mejor viaje es con los jubilados, te cuidan el vehículo, no te lo ensucian, son ordenados, si me das a elegir me quedo con ese tipo de viaje. Y en este caso en la línea urbana entablás una relación, quieras o no porque a la gente la ves todos los días. Uno tiene que tratar de andar siempre con buena cara, en mi caso es difícil porque soy muy serio, pero bueno, trato. Cuando me ven de vuelta en el colectivo me reconocen, me dicen: ¡volviste!, es muy agradable trabajar así, ya uno les conoce los gustos, sabe dónde para, el horario que maneja, donde va a bajar. Más en una ciudad como Venado que no es tan grande. Es una cordialidad mutua. Todos podemos tener malos días. Es lindo trabajo, pero hay que sobrellevar la rutina diaria.
P.R. En estos años de trabajo como chofer tuviste algún accidente?
D.L. No he tenido accidentes por suerte, sí algún roce que es algo normal que suceda. En ruta nunca, siempre tuve en mente el trabajo que hacía. Por ejemplo, los viaje a Bariloche, llega un punto donde tu compañero duerme, los pasajeros que son chicos estudiantes también y vos estás solo. Yo me voy diciendo en voz alta que tengo que estar consciente por la gente que estoy llevando. En realidad, primero está tu vida para que vivan ellos. Yo también quiero llegar a mi casa. Hay que ser frio para que esa situación no te supere.
P.R. Has sido testigo de irresponsabilidades de colegas?
D.L. Vengo de la época en que el camionero llevaba a la familia. Yo me crié arriba de un camión y si bien manejé un poco ayudándolo a mi viejo, sí observé mucho y soy responsable y en ese sentido en lo que es bebida, o el sueño siempre fui muy atento en eso. Siempre les decía a mis compañeros cuando hacíamos viajes a Bariloche: ¿tienen sueño? No sean porfiados, me llaman, lo arreglamos de alguna manera, paramos si es necesario. Porque si bien hay un horario estipulado para llegar primero está la seguridad. Está en uno lo que quieras generar.
Con el alcohol soy moderado. Por ahí me tomo un vaso de vino un domingo en casa, pero no estoy acostumbrado a tomar, me gusta, pero no es la rutina.
P.R. Recordás alguna anécdota particular durante un viaje o recorrido?
D.L. En un viaje de la primaria a Carlos Paz con los chicos de la zona de Rosario. Las profesoras y los chicos nos hacían participar de sus juegos y actividades, las fábricas de alfajores, fueron viajes de mucho placer.
En la ciudad han subido algunos personajes. No siempre, pero hay gente que no te saluda, que no tiene para pagar y sube como si fuese su casa y por ahí se genera un problema, nos pone en un aprieto. Cuando hacíamos los bolichebus, era para renegar y mucho, a la vuelta. Uno le ponía la parte positiva para pasar el momento.
P.R. La gente se queja por demoras o por otro motivo con respecto al servicio?
D.L. Venado se ha ampliado mucho para el que no tiene bicicleta, moto u otro vehículo es bueno contar con el colectivo. A veces la gente se queja por la espera. La frecuencia promedio es cada media hora, 40 minutos. En Venado siempre tuvimos el problema del tránsito y el colectivo en algún momento pasa por el centro y se genera algún retraso. Pero yo les digo a los pasajeros si usted necesita ir al médico o algún lugar muy específico con un horario estimado, no espere a último momento, salga antes. Más vale esperar afuera o en el consultorio media hora que impacientarse con el colectivo que tarda un poco más.
P.R. Para los que no conocen los recorridos de las líneas, ¿dónde pueden informarse?
D.L. La aplicación Venado línea directa es lo mejor, o si no se pueden acercar a la Terminal que ahí les van a dar los recorridos. En la aplicación se ve en tiempo real donde se encuentra el colectivo, donde está parado, es la mejor opción. Pero a veces la persona de la tercera edad, no se llevan muy bien con la tecnología o no tienen datos de internet y se les complica. Los que siempre lo usan ya conocen el movimiento.
El sistema de pago es con tarjeta Sube únicamente. En la Terminal también brindan información sobre la tarjeta, hay personal que se ocupa exclusivamente de asesorar sobre ella.