(Pr/GiulianaGhignone) Jorgelina Reales es guía espiritual y la creadora de “La danza sagrada de la vida”, un método que trabaja el movimiento que conecta con el cielo y la tierra siendo el todo lo que somos y no lo que podemos ser.
“Las formaciones de bioenergética, psicomagia, la sonoterapia , laberinto terapia, astrología, danzaterapia, geometría sagrada y liderar talleres de Louise Hay, otros de Carina Malpica, me llevó a conocer a muchos maestros donde pude encontrarme y revivir el empoderamiento femenino como misión de reestablecer la energía sagrada femenina en la humanidad. Siendo sacerdotisa del Grial, que es un entrenamiento que María Magdalena practicaba en los templos de Isis, me permitió conectar con el mundo visible e invisible.
Donde el alma es sagrada y libre como lo es una mujer verdadera del templo, cuando se siente dueña de sí misma, el empoderamiento femenino habla de que todos venimos de la diosa y a ella siempre volvemos como gotas de lluvia del cielo hacia el mar”, explica Reales. Además, la entrevistada cuenta que sus inicios fueron desde muy joven. “A partir de que tuve independencia económica, a los 18 años, yo empecé a indagar, estudiar e investigar sobre estos temas”, comenta. La escritura fue su primer forma de expresión “yo escribía mucho sobre la vida y la muerte, cómo era el viaje antes de partir. Todo esto motivado por la experiencia propia, yo vi morir a mis dos abuelas.”En sus talleres, Reales trabaja sobre la espiritualidad, la cual asegura no tiene religión ni política. Además resalta “no venimos al mundo a hacer plata, venimos a hacer un mundo mejor. Cada uno con su propia misión”.Por último, la guía expresa que durante la pandemia se vio mucho enojo y esto se debe a la falta de empatía y equilibrio interno. “Necesitamos volver a nuestro centro, a nuestra esencia, sanar” asegura y con dicho fin propone sus talleres donde se trabaja con herramientas milenarias, utilizadas en la edad de piedra.
“Comprender la energía en nuestro cuerpo es reconocer que el 70% somos agua entonces podemos unir pensamiento, sentimiento y emoción para cambiar las frecuencias inarmónicas del cuerpo y convertirnos en vibraciones sanas y normales que es lo que permite no estacionar en los enojos, en las quejas o enfermedades. El movimiento sagrado eleva la frecuencia, mejora el bienestar, disminuye el dolor, potencia la memoria, controla el estrés, mejora la comunicación. Porque es una medicina holística sin tiempo y sin espacio”, concluye.
