Por Mariano Piersimone.
A través de esta cuarta entrega Pueblo Regional sigue recorriendo la historia deportiva e institucional de Unión y Cultura, en lo que se está transformando en una evocación al club que está presto a cumplir su primer centenario de vida, en 2025.
El primer campeonato logrado en la Liga no fue sólo un título deportivo, fue el motor que encendió una pasión incontenible. Entre 1960 y 1964, con el fervor que caracteriza a Unión y Cultura, el club dio un paso histórico: adquirió un terreno de 7 hectáreas al Conde Don Andrés de Chateubriand. Hoy, ese terreno, es nuestro querido Campo de Deportes, un lugar cargado de sueños y esfuerzos.
En 1963, un nuevo hito marcó la historia del club: se inauguró el Estadio “Ángel Carrica”, con modernas instalaciones para su época: vestuarios, un mástil emblemático para ceremonias y un túnel subterráneo que hacía mágica la salida de los jugadores al campo. Estas obras, aunque modificadas con el tiempo, dejaron su huella imborrable. Pero… ¿quién fue Ángel Carrica? ¿Existió realmente? En nuestro libro no sólo estará esa respuesta, sino que habrá mucho más.
Sin embargo, no todo fue sencillo, en 1966, una feroz tormenta de viento y granizo dañó gravemente el salón de fiestas, destrozando su techo casi por completo. Lo que parecía una tragedia, se convirtió en una oportunidad para resurgir. Con la colaboración inquebrantable de socios y voluntarios, el salón no sólo fue restaurado, también se sumaron nuevas instalaciones como la cocina y los asadores, transformándolo en un centro vibrante de actividades sociales.
El Salón del Club volvió a brillar, siendo testigo de innumerables fiestas, bailes, tardes de cine, los miércoles y domingos, y las tradicionales reuniones de truco y café. Era un lugar donde el alma del club latía con fuerza, manteniendo viva la llama de la comunidad.
Pero Unión y Cultura no se detenía, como un golpe certero de Carlos Monzón en Roma en los’70, el club dio un giro monumental: en 1971, bajo la presidencia de Héctor Giosa, dos logros extraordinarios marcaron ese año.
Por un lado, la pileta, una de las obras más emblemáticas de la institución que fue posible gracias al esfuerzo conjunto de 269 adquirientes de bonos pre patrimoniales, el apoyo de entidades locales y la seriedad de una gran empresa constructora. Cada detalle de su construcción quedó registrado en actas, reflejando la unión y compromiso de toda la comunidad.
Y también, el segundo campeonato de la Liga, una gesta deportiva que consolidó el nombre de Unión y Cultura en lo más alto.
En 1975, el club alcanzó celebró su 50° aniversario, medio siglo de historia, esfuerzo y pasión que fueron celebrados con las inolvidables Bodas de Oro. Este evento no sólo conmemoró las obras y logros materiales, también el espíritu indomable de la institución, que vive en cada uno de sus socios, hinchas y colaboradores. En el libro, Santiago San Torcuato contará detalles de la gran fiesta preparada para los primeros 50 años de vida.
Por todo esto, por lo que fue y por lo que vendrá, sin dudas que Unión y Cultura es más que un club: es un símbolo de trabajo, dedicación y amor por una comunidad.
En la próxima edición, el club comienza a organizar los famosos Cosmos Carnavales que convocaban a miles de personas y con la participación de artistas de renombre, nace la Escuela Integral de Deportes (infantil e intermedias), el patín se suma como nueva disciplina, se viene el primer bicampeonato de la Liga Venadense, el “Celeste” comienza a jugar el Regional y se realiza la reforestación del Campo de Deportes.