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«Yo vivo en un convento»: el venadense que desde hace décadas se dedica a descubrir tesoros

(PR/Giuliana Ghignone) Las antigüedades, aquellas piezas atesoradas durante centenares y hasta siglos son todo lo que un coleccionista busca durante su vida como es el caso de Maximiliano Basso. Un venadense “por adopción” que desde hace más de 20 años recorre cientos de ciudades en busca de aquello que para él significa “una parte de la historia”.
“Empecé a comercializar antigüedades en el año 2000, junto a mi papá Miguel Angel Basso a quien le agradezco el apoyo que me dio para que yo pudiera vivir de lo que amo”, cuenta Maximiliano. Haciendo memoria, este coleccionista recuerda que si bien nadie en su familia estaba en el rubro la colección de monedas y estampillas que su madre cuidaba con mucha dedicación es un punto de conexión y quizás un primer despertar de su consciencia.
La vida de Maximiliano es un constante descubrir, atento a los detalles que quizás para el común de las personas pasa desapercibido, “yo vivo para esto. Mi casa parece un convento y es un estilo que vida que puedo llevar porque vivo solo con mis mascotas.”

Si bien en un principio se dedicó a la compra y venta de artículos de sus más variados orígenes en los últimos años ha orientado su negocio a la venta de lo religioso, imaginería y mobiliario colonial principalmente rioplatense y portugués. “Esta es mi vida, compro piezas y de algunas de ella me puedo desprender pero hay tantas otras que elijo tenerlas yo en mi hogar y las admiro cada día. Soy un poco nostálgico, me llaman mucho la atención las imágenes religiosas, pensar que frente a ellas durante décadas y siglos la gente se ha postrado, les han pedido, les han agradecido y hasta las han insultado. Sin dudas son objetos con mucha energía y guardan cientos de secretos”, expresa con emoción Basso. “Lo más preciado que todavía conservo y que forma parte de mi colección, es un sillón trono veneziano del silo XVII, año 1680 aproximadamente. Su característica principal son las dos patas delanteras representadas por una pareja de moros de 70 cm de alto talladas en madera”.

Actualmente, sus ventas son principalmente a través de redes sociales aunque también cuenta con un local en 9 de julio 1164. De este modo llega a personas de todo el país que al igual que él buscan por el mundo este tipo de objetos. “Hay modas y objetos que siempre están vigentes tales como los carteles enlozados, los juguetes a cuerda, los relojes de pared o fonógrafos y vitrolas. De todas formas, hoy la gente busca mucho los cuchillos antiguos, los sifones de cabezas de plomo y todo lo referido a la platería criolla”, explica el especialista. En cuanto a precios, Basso hace referencia a una gran margen de valores, que varían de acuerdo a la pieza aunque también menciona que muchos se han volcado a elegir por ejemplo mobiliario antiguo porque, en muchos casos, los costos son significativamente menores. Otras personas, eligen piezas únicas y lo toman como una forma de ahorro.

“Visitar conventos o depósitos de alguna capilla es algo increíble ver todo el mundo que se descubre en el mismo momento en que se abre la puerta”, describe.

 

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