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Mauro Nahuel Novelino, de ladronzuelo a jefe narco en seis años

Mauro Nahuel Novelino es un hombre que será sin dudas recordado en los anales policiales por su audacia, juventud y extrema inteligencia organizativa que le ha permitido organizar una efectiva banda dedicada al comercio de estupefacientes.

Con 30 años de edad, en unos seis años pasó de ser un ladronzuelo a audaz delincuente y comandar una banda de “soldados” que obedecen ciegamente sus órdenes y le permiten cimentar una fabulosa fortuna con la que compra voluntades, cierra ojos y oídos y se convierte en una perversa fuente de trabajo para decenas de personas sujetas por la adicción o por la necesidad.

Novelino es un baby face de grandes e inocentes ojos, siempre se presentó en tribunales impecable, bien peinado, con camisa blanca y pantalón negro, además tenía varias parejas femeninas. Respetuoso y lleno de buena voluntad, apenas quedó detenido pidió permiso para salidas laborales. Luego se supo que aprovechaba esa salidas para cometer atracos más pesados que los que lo llevaron a su primera condena.

Tras cumplimentarla a los ocho meses logró la libertad condicional, las investigaciones que se venían realizando lo ubicaron en por lo menos tres atracos con uso de arma. Conocedor de todos sus derechos, en abril de 2016 pidió acercamiento familiar, cuando llegó a la puerta de la Comisaría 2ª con otros presos, se escabulló de la traffic corriendo y no tuvieron más noticias.

Lo encontraron dos días después en la Terminal de Ómnibus “Mariano Moreno” de Rosario, pero de casualidad, porque un policía lo reconoció, dio la voz de alto y pidió ayuda.

UN NUEVO ESCALÓN

Luego las noticias sobre Novelino, ya no fueron sobre raterías, el ladronzuelo había ingresado pisando fuerte al mundo de la droga, donde con el paso del tiempo se fue perfeccionando en la universidad de la cárcel asesorado por los grandes popes de la droga rosarina.

En 2018, estando como interno en Piñero, arregló en juicio abreviado una condena como partícipe primario de tenencia de droga para la venta por el hallazgo, tres años antes, de diez kilos de marihuana en la cámara séptica de su casa.

Allanaron su vivienda en busca de una moto, pero se escapó unos minutos antes (esa causalidad reiterada), la moto no estaba y en la casa quedó una mujer con un avanzado estado de gravidez y una gran cantidad de marihuana escondida y también en plantas

En septiembre de 2019 seis investigaciones del fiscal federal de Venado Tuerto, Javier Arzubi Calvo, sobre narcomenudeo en el sur santafesino confluyeron en más de 65 allanamientos en varias localidades. De las bandas desbaratadas ese día, la que registraba mayor actividad tenía epicentro en Venado Tuerto y era manejada desde Piñero por Novelino.

El organizaba la compra y venta de la droga, la recaudación y hasta la adquisición de bienes. Las operaciones de calle, según los pesquisas, las manejaba su mujer, en prisión domiciliaria por la misma causa.

Por esta investigación el juez federal Cuello Murúa procesó en noviembre pasado a 19 personas. Entre ellas Novelino, acusado de organizar y financiar una banda cuyas actividades se desarrollaron durante la primera parte de 2019.

MÁS ARRIBA

La caída de esa red originó una investigación que enseguida detectó otra banda de narcomenudeo. El avance de la causa estableció que también era organizada por Novelino, que desde su celda seguía pergeñando negocios y brindando instrucciones a mansalva

Según la investigación este grupo operó apenas desbaratado el anterior, entre octubre y noviembre de 2019. Novelino daba todas las órdenes: comprar droga en tal domicilio de Rosario, buscar los “juguetes” (armas) en tal lado, armar los paquetitos así, ir a apretar a fulano y dejarle un teléfono para que se comunique con él.

Por organizar la banda, en febrero de 2020 Novelino volvió a ser procesado por Cuello Murúa quien lo acusó de comercializar droga con un agravante previsto por ley: hacerlo en inmediaciones de un centro cultural comunitario. Sin embargo, recién hace unos días la evidencia permitió procesarlo como jefe. Una de las claves fue establecer su voz de mando detrás de una serie de aprietes mafiosos a vendedores de droga.

“Llama acá” Los investigadores le adjudican a Novelino el siguiente método de comunicación con los dealers de su ciudad: deja en sus casas papelitos con un número de teléfono y la leyenda “llamar acá”. A veces, para ser más explícito, el mensaje se completa con unos tiros, al aire o contra el frente de algún domicilio, para que quede claro que el destinatario debe llamar a ese teléfono. De ese modo, se lo acusó, pretendió controlar la venta de drogas en Venado Tuerto apostando a ser jefe o proveedor de los vendedores.

¿Y qué hacía Novelino mientras lo procesaban por organizar dos bandas de narcomenudeo desde la cárcel de Piñero? Organizaba otra desde su siguiente destino: la cárcel federal de Resistencia, Chaco. Este nuevo emprendimiento fue detectado el 8 de junio de ese año. Curiosamente, a partir de un papelito que un motociclista, sin sacarse el casco, tiró frente a la sede de la Justicia Federal en Venado Tuerto. Una policía de guardia pensó que era un volante de una rotisería, pero al levantarlo leyó esta denuncia: “La banda de Nahuel Novelino planea hacer un atentado al Juzgado Federal a balazos. Cuidado señor juez”.

Esto originó una nueva investigación con 13 allanamientos realizados el 20 de julio. El nuevo polirrubro ya sumaba actividades como el atraco a un médico de Santa Isabel que había vendido un campo en 120 mil dólares.

El 12 de julio Novelino mandó a sus esbirros con las certeras instrucciones que suele dar; por ejemplo, qué decirle a un doctor de Santa Isabel para quebrarlo. “Su hijo Fulano me cagó una Amarok y una cabaña, por esto lo vamos a matar”, le dijeron los dos encapuchados que irrumpieron, maniataron al doctor y a su esposa, revisaron la casa pero, según se denunció, sólo se llevaron 1.700 dólares, 20 mil pesos y un celular. El escape arrojó otra anécdota porque los que estaban de campana habían sido demorados, durante el robo, por violar la cuarentena.

ATRACO A REMISERO

A fines de junio del 2020 Nahuel había ordenado un plan minucioso para mejicanearle droga y plata a un proveedor, un remisero que había intentado suerte en un rimbombante concurso de talentos de un canal porteño. El jefe impartió las instrucciones convencido de que el cantor estaba “re re regalado” y que no resistiría el atraco. La idea: comprarle droga, pagarle y después emboscarlo para recuperar el dinero y quedar se con más droga.

Finalmente, los esbirros solo pudieron recuperar la plata. Y como la víctima ofreció cierta resistencia, le pegaron el culatazo con el resultado de que “se escapó” un tiro que no hirió a nadie.

Esos hechos violentos, como parte de su actividad narco, le valieron a Novelino en agosto de 2020 el tercer procesamiento en menos de un año por organizar bandas narcos desde la cárcel.

Esta vez Cuello Murúa agregó a la acusación la dirección de una asociación ilícita y la coautoría del robo a mano armada de Santa Isabel. Por estos días el ascendente narco estaba en una cárcel de Salta por supuesto que, según queda evidenciado, la distancia no es problema ni para organizar bandas, comunicarse para programar ventas y hasta controlar la competencia.

Por lo que se pudo saber el modo de compra y transporte preferido era a través de remises. La semana pasada la Fiscalía federal volvió a pedir la elevación a juicio por otra causa, mientras la investigación continúa porque aún quedan hechos por resolver. Desde la cárcel el joven empresario de la droga amasa fortuna y dirige sin inconvenientes su ejército personal.

Nota elaborada en base a un artículo de diario La Capital

 

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