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Caso Nisman: algunas reflexiones políticas

Por Ernesto Jauretche

Con mayor o menor aptitud o conocimiento, ética y talento, el periodismo argentino, con crudas ramificaciones en la prensa hegemónica a nivel mundial, se viene ocupando casi excluyentemente del “caso Nisman” (un asunto verdaderamente sensacional). El presunto análisis del suceso, abarrotado de estúpidas y absurdas derivaciones, predomina en los medios masivos. La mayor parte de esos “investigadores” no tratan de “aclarar”; el propósito evidente es seguir vendiendo y, para eso, “embarrar la cancha”. Fue dicho: “desde que se descubrió que la noticia es negocio, se acabó el periodismo”.

Así, cumpliendo mandatos de los patrones que pagan buenos sueldos, desde los grandes medios administrados por la concentración de la riqueza, ciertos periodistas generan desvíos y confusiones con el objeto de encauzar las elucubraciones hacia la culpabilización de un delito (nunca demostrado) del que sería autor el gobierno nacional argentino.

Esto no es más que, apenas, una descripción ingenua del papel de la prensa.

No pienso predicar desde la misma ignorancia sobre asuntos de criminología y derecho que embarga a la enorme mayoría de los periodistas que llenan las páginas de los medios de revelaciones inconsistentes o falsas (pero interesadas). Ocurre que, ocasionalmente, además, reproducen y multiplican declaraciones de políticos opositores al gobierno, cómplices e ignorantes y a veces hasta canallas. Y eso sí me habilita.

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Voy a opinar desde lo que sí conozco: la política.

Ensayemos.

El meollo de la cuestión, creo, no está en demostrar si fue asesinato o suicidio.

Tampoco importa, creo, cuál fue el papel destituyente de los servicios de información recién (tardíamente) intervenidos ni si es cierto que se trata de impedir que Argentina ocupe un lugar destacado en la reconstrucción geopolítica planetaria junto a los BRICS.

Son temas estratégicos, cierto; para no descartar. Pero aunque tienen sobrada incidencia a largo plazo, la tremenda conmoción que se ha desatado será efímera: el establishment necesita inhabilitar, proscribir, arruinar, derrotar al proyecto político-social del kirchnerismo en las próximas elecciones. Para todo lo demás no hay la urgencia que apremió a Nisman: vendría por añadidura.

No hubo estallido social de fines de año, vamos capeando la crisis petrolera mundial, los dólares empiezan a gotear al Banco Central, “precios cuidados” es un éxito, el turismo suma cifras inéditas, los planes sociales incluyen, educan, resuelven entre otros derechos elementales el de la vivienda.

¡Y los partidos de la oposición son de madera! ¡Un desastre para las corporaciones, los supermercados, los bancos, las trasnacionales, la Embajada y los cultores de la mano invisible del mercado!

Incluso, el proyecto nacional y popular se propaga: Grecia es una alarma; Argentina es su ejemplo. «La Grecia del trabajo, del conocimiento y de la cultura tiene esperanza; ha superado a la de ´los oligarcas y de los corruptos´» (dice Tsipras, y agrega Stavros Theodorakis, fundador del partido hoy gobierno To Potami -El Río-: «El antiguo filósofo griego Platón dijo alguna vez que el precio de no implicarse es ser gobernado por tus inferiores. Por esta razón, yo me he implicado, porque al igual que otros muchos griegos hemos dicho: ‘Basta ya!'»). España y Portugal están en la puerta. Se viene la crisis de Europa central, que también mira a sudamérica.

¿Qué más ilustrará el ejemplo argentino y suramericano?

Hay que pararlo. La Merkel no quiere Lola.

Como cualquiera sabe, “la torta” del PBI no se estira: todo lo que ganamos los trabajadores en estos tiempos, sale de la parte que naturalmente y sin discusión alguna pertenecía antes a los ricos. Y el gobierno ejerce el proverbio de Raúl Scalabrini Ortíz: “Aquello que no se legisla expresamente para el débil se legisla implícitamente para el fuerte”.

¿Y qué?

Hasta que inventen otra, que puede ser mucho más criminal que ésta, el “caso Nisman” no es más que un intento desesperado de corto plazo; si el gobierno lo supera, habrá adquirido una solidez y estabilidad tal que no habrá ya con qué darle en 2015. Si no, será el fin de la primavera kirchnerista.

El núcleo duro de la conspiración imperialista y mediática originada en la muerte de Nisman consiste entonces en demostrar que el gobierno argentino, su Poder Ejecutivo, en concreto la Presidenta Cristina Kirchner, tiene algún grado de involucramiento criminal en la muerte del fiscal, por acción, omisión, inducción o lo que sea.

Se trata, sintéticamente, de manufacturar (con mentiras y manejos, con el apoyo masivo de los medios de comunicación hegemónicos, la contribución de distinguidos abogados y expertos consagrados, la complicidad corrupta de dirigentes políticos de la oposición y la construcción político-mediática de una sentencia culpable a nivel mundial) un consentimiento, una opinión pública, un consenso racional de que Cristina es “responsable” de un delito. Una “asesina”, como rezan las pancartas caceroleras alentadas por los defensores de los genocidas.

Si se logra “instalar” que Cristina es, de cualquier manera, causante de un crimen, malhechora y rea ante la justicia, el paso siguiente es predecible: juicio político a la Presidenta de la República.

Hay que mirar, para no ir más lejos y salvando las distancias, lo que ocurrió en Paraguay y en Honduras.

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