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Con globos, pancartas y una caravana, un pueblo mendocino recibió a un chico trasplantado

Una convocatoria viral empezó a correr como reguero de pólvora entre vecinos, amigos, compañeros y familiares de Joaquín Lizarde, un niño de Campo de Los Andes, localidad del departamento Tunuyán, provincia de Mendoza, que volvió a su pueblo después de sobrellevar años de salud muy críticos y de ser trasplantado de médula ósea en el Hospital Sor María Ludovica de La Plata, donde permaneció siete largos meses.

El flyer, con la imagen siempre sonriente de “Joaco” ya recuperado, se fue viralizando en varias localidades de la zona y tuvo un efecto inesperado, ya que reunió a muchísima más gente de la jamás imaginada.

Hasta sus ídolos, los bomberos voluntarios de Vista Flores, población situada a escasos kilómetros de Campo de Los Andes, se ofrecieron para ir abriendo paso con su autobomba y la sirena a todo volumen: Joaco es fanático de estos servidores públicos, pero por prevención debido a los gases el niño se trasladó en un vehículo detrás.

Lo cierto es que regresó a su pueblo con todos los honores y como el verdadero héroe que es y una felicidad difícil de poner en palabras, dijo su mamá, Romina Di Césare.

“No dejes de acudir a la cita, llevá pancartas, carteles, globos amarillos. Joaquín está de vuelta con nosotros. Nos vamos a reunir frente al hotel Fuente Mayor y disfrutaremos todos juntos de esta alegría en una caravana hacia su pueblo, Campos de Los Andes”, señalaba la misiva.

Desbordado, tratando de contemplar el panorama a su alrededor y en especial el camión de los bomberos, que circulaba delante suyo, y sin poder quitarse la sonrisa del rostro, Joaquín apenas pudo pronunciar palabra.

“¡Está tan feliz! Lo que más esperaba era regresar a casa después de largos siete meses. Adora su lugar, su pueblo, su gente, su barrio y la naturaleza, que no la vivenció por mucho tiempo…”, reflexionó Romina, que viene de emoción tras emoción.

“Es que todo el proceso de nuestro hijito fue muy conmovedor.Fue él quien nos dio la energía para seguir adelante. Es un niño de una fuerza increíble, un guerrero con todas las letras que se merece todo lo bueno que le está sucediendo en la vida. Muchísimas veces quise estar en el lugar de él, sufrió mucho, era inaguantable, pero hoy la historia es distinta, hoy estamos de festejo”, dijo la mamá, embarazada de su cuarto hijo.

“Estoy de siete meses, si Dios quiere en pocos días llegará Sofía y es Joaquín el más feliz, el más ansioso, el que la espera con una alegría enorme”, completó.

Este guerrero que nunca se abatió, ha venido sorteando momentos difíciles desde bebé: a los 2 años le diagnosticaron un cáncer de vejiga y, tiempo después sumó una leucemia linfoblástica aguda que lo obligó a internaciones, cirugías y tratamientos de quimioterapia casi en forma permanente. Nunca ha tenido una vida normal.

El impacto del primer diagnóstico fue muy difícil, relató Romina, que es ama de casa. Su hijo pasó varios años con internaciones intermitentes y cuando todo parecía haber quedado atrás, incluso a poco del alta médica por el cáncer, debutó con leucemia.

Fueron años de lucha, dolor y noches enteras sin dormir, recuerda Romina, que se trasladó a una residencia de La Plata con toda su familia hasta el momento de la intervención. Luego, se fueron turnando con el papá del niño para cuidar de los otros hijos, que no podían faltar al colegio en Mendoza.

La luz de esperanza apareció en octubre de 2021, seis años después de iniciada la lucha en consultorios médicos y hospitales de todas partes.

Fue cuando el INCUCAI (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) informó que por fin había aparecido un donante de médula ósea compatible casi en su totalidad con Joaquín.

Poco antes, toda la familia se había sometido a esos estudios. Deseaban ser donantes, pero ninguno era 100% compatible. Así, el niño quedó inscripto en un listado oficial. Por eso aquel llamado telefónico cambió el clima y las perspectivas en el hogar de los Lizarde.

Así, los primeros días de agosto pasado Joaquín recibió en La Plata células madres sanas y limpias. Células que le brindarán, a partir de ahora, gran calidad de vida. Era la única chance para hacer frente a su enfermedad, les dijeron los médicos, aunque la última palabra la tenía la familia, que aceptó de inmediato.

Lo cierto es que muy poco se sabe de este donante, una persona solidaria y desinteresada. Solamente se supo que es argentino, que goza de muy buena salud y que está feliz de poder ayudar a un niño enfermo.

“Sé que no es fácil pero mi deseo es conocer a esta persona que ayudó a mi hijo. Necesito saber quién es y agradecerle en persona. Le debo la vida de mi hijo y le debo la propia, porque tampoco tenía vida si mi hijo seguía sufriendo. Lo que hizo no tiene precio, fue un acto de amor sin límites”, reflexionó Romina, emocionada.

La sangre de esta persona es exactamente la que Joaquín necesitaba. Tras la intervención, fue sometido a una serie de sesiones de quimioterapia para limpiar completamente las células malignas y ese proceso llevó tiempo. Joaco lleva cinco meses trasplantado y siete fuera de su pueblo. Recién a partir de ahora tendrá una vida normal.

“Él también deseaba terminar con todo esto, deseaba recuperarse, llevar una vida normal en su casa lejos de los hospitales, ir a la escuela, ser libre”, reflexionó la mamá, para agregar que también el niño quiere conocer a la persona que le regaló nada menos, que una oportunidad.

Romina aprovechó la ocasión para concientizar sobre la donación de médula, un acto sencillo y no invasivo.

“Sólo hay que inscribirse en el Registro Nacional de Donantes Voluntarios de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH). Es un acto solidario, voluntario y altruista que les da una oportunidad a los pacientes que no tienen donante compatible en su familia”, sostuvo.

Recordó que, cada año, cientos de personas necesitan un donante de médula ósea para recuperar su salud y no cuentan con un donante compatible en su familia, por lo que, como el caso de su hijo, deben recurrir a un donante no emparentado.

Se pueden inscribir como donantes todas las personas de 18 a 40 años que gocen de buena salud, pesen más de 50 kilos y no tengan antecedentes de enfermedades cardíacas, hepáticas o infectocontagiosas. Los hospitales públicos de todo el país poseen dependencias para ese fin.

Los 11 años “con bombos y platillos”

Joaquín nació el 8 de marzo de 2012 y fue una fecha especial para Romina, que coincidió con el Día Internacional de la Mujer. En los próximos días festejará su cumpleaños número 11 “con bombos y platillos”.

“Es un niño amoroso, equilibrado, buena persona y compañero de sus hermanos”, contó su mamá, para agregar que si bien concurre a la escuela 1-434 Presidente Yrigoyen de su pueblo, últimamente recibió clases domiciliarias.

“Tengo mucho por agradecer y por fin nos invade una gran esperanza. Como todo, este proceso fue largo y, en el medio, nos cruzamos con gente buenísima y solidaria”, acotó.

Lo cierto es que Romina, Joaquín y su familia se despidieron en las últimas horas del personal de las distintas salas del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata, un centro de derivación nacional que se había convertido en su segundo hogar y donde pasaron horas eternas, recaídas y también momentos felices.

Joaco siempre se había tratado en el hospital Humberto Notti de Mendoza, otro gran centro de alta complejidad, que fue su contención por muchísimo tiempo. Sin embargo, poco después fue derivado a La Plata, donde se efectivizó el trasplante que lo llevó por la senda de la esperanza.

Pero hoy eso forma parte del pasado: hoy es momento de festejar junto a su papá Leonardo, empleado en un vivero de Tunuyán, y sus hermanos Lautaro (8), Maribel (13) y la pequeña Sofía que todavía está en la panza.

 

 

 

Fuente: Infobae

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