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El fin de la pesadilla: 33 años de prisión para el entrenador abusador 

(PR/Norma Migueles) El entrenador físico de 54 años identificado como Guillermo “Pepe” Clement fue condenado a 33 años de prisión por haber abusado sexualmente de nueve niñas en un gimnasio en Venado Tuerto. La sentencia fue impuesta por unanimidad por un tribunal integrado por los jueces Benjamín Révori, Aldo Baravalle y Lorena Garini en el marco de un juicio oral que finalizó esta mañana en los tribunales venadenses.

La fiscal Florencia Schiappa Pietra tuvo a su cargo la investigación de los ilícitos. Además, representó al MPA en el debate que comenzó el 27 de febrero pasado. 

Por los estrados judiciales pasaron más de 50 personas, incluyendo el impactante testimonio presencial de algunas de las víctimas, hoy mayores de edad.

“Estamos muy conformes con lo resuelto por los jueces”, valoró Schiappa Pietra. “Condenaron a Clement, lo hicieron por unanimidad y por una pena muy similar a los 35 años que habíamos pedido”, agregó. 

Por otra parte, la fiscal subrayó que “los magistrados también decidieron rechazar el pedido que hizo la Defensa de prescripción de la acción penal respecto de uno de los hechos ilícitos atribuidos”.

Entre 2008 y 2021

“Los hechos que investigamos fueron cometidos en perjuicio de nueve víctimas, todas menores de edad, entre 2008 y 2021”, sostuvo Schiappa Pietra, y agregó que “el condenado perpetró los ilícitos en un gimnasio ubicado en Venado Tuerto al que las niñas asistían en busca de sus servicios como entrenador deportivo”.

La funcionaria del MPA se explayó acerca del accionar delictivo y detalló que “Clement agredió sexualmente a las víctimas mientras les hacía supuestos masajes descontracturantes en distintas partes del cuerpo”. Al respecto, aclaró que “los hechos se reiteraron en el tiempo y hubo menores de edad que sufrieron los abusos durante al menos cinco años”.

“Las víctimas concurrían al gimnasio de dos a cuatro veces por semana”, indicó la fiscal. “El condenado aprovechó esos momentos en los que quedaban a su cargo y actuó a través de engaños y manipulaciones”, precisó.

Schiappa Pietra subrayó que “Clement abusó de su rol de entrenador y de la vulnerabilidad extrema de las víctimas, quienes habían confiado en él para crecer en competencias deportivas”. También puntualizó que “el condenado era reconocido localmente por la supuesta calidad de los servicios deportivos que brindaba y gozaba de cierto poder, el cual configuró el medio comisivo y le facilitó impunidad al momento de desplegar su accionar delictivo”.

Calificaciones penales

Por los delitos en perjuicio de tres víctimas, Clement fue condenado como autor del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado (por la condición de encargado de la educación) en cantidad de veces indeterminadas y reiteradas. Asimismo, en relación a dos de esas tres niñas, también se le impuso la pena por la autoría del delito de corrupción de menores agravada (por ser encargado de la educación).

Clement también fue condenado como autor de abuso sexual gravemente ultrajante (por su duración y por las circunstancias de su realización) agravado (por la condición de encargado de la educación) respecto de siete víctimas.

Por último, la pena también se le impuso por la autoría del delito de abuso sexual simple agravado (por ser encargado de la educación) respecto de dos niñas.

Entrenador – abusador 

De acuerdo a lo que se fue evidenciando en el juicio, Clement utilizaba el mismo modus operandis con sus víctimas, a las que ofrecía un oído amistoso y así conocía las dudas y conflictos de las adolescentes, a las cuales -a través de promesas y condicionamientos en lo relativo al deporte que las chicas consideraban esencial en su vidas- iba dominando su voluntad, al punto que aún cuando sentían rechazo por sus avances no se animaban a denunciarlo.

Como ejemplo de la realidad que sufrían basta el testimonio de una de las chicas que apenas salía del gimnasio insistía en ir a bañarse en forma inmediata para “sacarse el olor a Pepe”.

El entrenador usaba la misma estrategia amistosa con las familias, contándoles los temas que les confiaban las chicas y la mayoría de ellas lo veía como un amigo. Cabe recordar que se trataba de chicas que empezaban a ingresar a la adolescencia. En por lo menos dos casos, los tocamientos empezaron a los 9 /10 años y las niñas lo veían como un padre. Felizmente las lágrimas de dolor y la angustia que mostraron las víctimas y sus familias en las testimoniales, hoy fueron de alegría. La pesadilla terminaba.

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