(PR/Pablo Salinas) Del año 2001 a esta parte los venadenses hemos venido homenajeando al Maestro Cayetano Alberto Silva en la plaza San Martín, en un busto que no representa su imagen.
Aunque parezca mentira, desde hace más de 20 años, cada 17 de agosto autoridades provinciales, municipales, y alguna vez también nacionales, dejaron ofrendas florales ante un monumento que no pertenece al creador de la Marcha San Lorenzo.
El busto en cuestión fue donado por la Sociedad Militar “Seguro de Vida”, y aceptado por la Municipalidad de Venado Tuerto a través de la Ordenanza Nº 2853/01; donde se dispone “su emplazamiento en plaza San Martín de nuestra ciudad, en la ubicación específica que establezca la Secretaría de Obras Públicas a sus efectos”.
Según reza la normativa aprobada el 23 de julio de 2001: “Venado Tuerto ha tenido el privilegio de contar entre sus habitantes al prestigioso compositor Cayetano Alberto Silva y el hecho de haber escrito la Marcha San Lorenzo cuando residía en la ciudad, obligó a los venadenses a difundir y conmemorar este acontecimiento histórico, al que hoy se suma la Sociedad Militar ‘Seguro de Vida’” con la donación del busto realizado por el artista plástico local Raúl Horacio Bertolini, en cemento patinado, en base a imágenes existentes en la Casa Histórica, hoy Museo y Casa Histórica Cayetano Alberto Silva.
Los legisladores locales también señalaron que “es un honor para nuestra ciudad homenajear una vez más la figura del Maestro Cayetano Alberto Silva, por lo que se considera favorable proceder a la aceptación de la donación propuesta, estableciendo al mismo tiempo su emplazamiento en la plaza San Martín”; y se fijó como fecha para su descubrimiento el 17 de agosto de 2001, “en coincidencia con los actos protocolares del aniversario del fallecimiento del General Don José de San Martín, que como todos los años tendrán a nuestra ciudad como sede provincial”.
Para tan emotivo y trascendental acto se contó con una Guardia de Honor del Regimiento de Granaderos a Caballo del General San Martín.
¿Quién está en el busto?
La historiadora venadense Alejandra García, en su libro “Cayetano Silva, la historia de vida del músico afrodescendientes que compuso la Marcha San Lorenzo”, devela el misterio de quién quedó inmortalizado en el busto elaborado por Bertolini.
Según García el error viene de largo arrastre y comienza con la aparición de una foto equivocada en la portada del libro “La Casa Histórica. Vida y obra de Cayetano Silva” de Olga Duaigües de Bersia y Juan Carlos Bersia, publicado en 1991.
En la misma falta incurrió el hijo nieto de Cayetano, Alberto Silva, quien en su libro de 1997 “Vida y obra de Cayetano Alberto Silva. Autor de la Marcha San Lorenzo”, vuelve a utilizar un retrato que no pertenece al músico uruguayo.
“Como una ironía de la vida, encontramos en el marco de esta investigación que la foto que referencia a Cayetano como capitán de la Banda de la Policía, tomada en la portada del libro de Bersia en 1991 y en el libro del hijo/nieto en 1997, en realidad no pertenece al maestro, sino a Don Felipe Colecchia, quien fuera en verdad el titular de la misma y quien impidió que el maestro lo fuera”, describe García en su libro.
A partir de esta imagen se realizaron los bustos que inmortalizan al maestro Cayetano Alberto Silva en la plaza San Martín.
Felipe Colecchia
Don Felipe Colecchia era integrante de dos generaciones de esta familia de origen italiano que se dedicaron a la dirección de bandas militares en retretas semanales y de coros femeninos parroquiales en la zona de San Juan y Mendoza a fines del siglo XIX y principios del XX.
Los Colecchia provenían de las montañas de la provincia de Chieti. Francesco, Nicola, Giuseppe Antonio, Attilio y Gallizio se radicaron en San Juan, mientras que Filippo (Felipe) quedó contratado en Mendoza para dirigir su Banda de Policía y recién se lo contrató en San Juan en1942 para dirigir su orquesta provincial.
De hecho, Felipe Colecchia fue el principal contrincante del maestro Silva para dirigir la Banda de Música de la Policía mendocina en 1912, cuando Cayetano fue nombrado subdirector de la orquesta en espera de la renuncia definitiva del músico italiano que nunca se produjo, lo que lo obligó a Silva a buscar otros rumbos en su triste derrotero por tierras cuyanas, lo que también marcó el inicio del final de su vida.
