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La aventura de un viñedo con raíces en Chovet


Una familia con un racimo de sueños, cambia soja por uvas.
Chovet/Gualeguaychú- Néstor Ianni es un empresario de la localidad de Chovet ligado, básicamente, a la mecánica. Con algún emprendimiento agropecuario “por el lomo”, un día se animó a más. Hoy confiesa que siempre soñó con ser propietario de un viñedo. “Hace unos años cruce a Uruguay a vacacionar con la familia y vi que en algunos lugares había plantación de viñas y me entusiasme, como yo tengo campo en Gualeguaychú vi la posibilidad de comenzar con esta historia”. Relata Néstor. Y además comenta “en diciembre de 2012 me puse en contacto con el señor Vulliez, ellos me ayudaron muchísimo, conseguimos los ‘pies’, que son norteamericanos y los injertos que son franceses y plantamos una hectárea. Con eso te aseguro que ya tenés para renegar un bastante”, bromea Néstor. Debido al incremento de emprendedores se formo una asociación con varios productores de la provincia que trabajan con la Bodega Vulliez “entre todos pagamos a un enólogo, un ingeniero agrónomo, se hacen estudios y además, para probar la calidad de los vinos litoraleños la bodega viaja a Mendoza a participar de distintos certámenes y han conseguido premios muy importantes”, agrega. Néstor relata que “este año hemos podido hacer nuestra primera vendimia, hecho que nos deja muy contentos, y además hemos podido recolectar una muy buena uva de una cepa muy difícil como lo es el sauvignon blanc, además tenemos plantado otras cepas como vigne y cabernet franc”. Un desafío para Néstor era lograr una vendimia en tierras entrerrianas (después de ochenta años en que esas tierras habían sido privadas de su derecho de parir vino). Y este año lo logró. Con la cosecha ya terminada Ianni comenta que “de la uva blanca (sauvignon blanc), obtuvimos casi dos mil kilos de materia prima”. Néstor ya piensa en la recolección de las demás cepas.
El sueño de haber sido, y las ganas de volver a ser: vinos entrerrianos.
Entre Ríos tuvo viñedos hasta que la crisis de 1930, pero la crisis económica de esos años le puso fin al vino entrerriano. Aquella actividad había nacido por el interés empecinado y entusiasta de los colonos que llegaron de Europa a hacer florecer estas tierras. Ya estaba la ganadería organizada y la agricultura explotaba el costado fértil de la tierra cuando los colonos comenzaron a saciar su interés en hacer su propio vino. Tener vino era sí un interés, pero más lo era hacer el propio, continuar con una tradición que venía del Viejo Mundo. Para la condena a muerte del vino de Entre Ríos hubo una conjunción de hechos y decisiones. Se creó, la Junta Reguladora que fue verdugo, pero no faltaron otros actores: la decisión partió de un Poder Ejecutivo que tuvo acuerdo del senado y un fuerte y sostenido lobby de las provincias cuyanas. De hecho, la Junta actuaba en Buenos Aires pero tenía sede también en Mendoza, San Juan y Río Negro, cuyos funcionarios provinciales integraban el organismo. La decisión de destruir los viñedos partía de la resolución por la cual quedaba prohibido fabricar vinos fuera de las provincias productoras de la materia prima. Entre Ríos cosechaba sus uvas, pero sin embargo fue objeto del más duro ensañamiento. Hubo decisiones que se tomaron afuera de la provincia, pero no faltaron funcionarios locales que ejecutaron la medida con una violencia que nunca se pudo explicar del todo. Los momentos vividos son cuadros dramáticos: familias llorando ante el destrozo general provocado por funcionarios que actuaban como pandillas, eso sí: con carnés del Estado. Tendrían que pasar varias décadas hasta que en 1998 una nueva legislación desreguló la actividad, permitiendo que algunos soñadores, en Entre Ríos, comenzaran a pensar en recorrer una vez más el camino de sus abuelos europeos. Entre estos nuevos pioneros estuvo Jesús Vulliez, heredero de esas tradiciones. Vulliez compró y restauró una vieja bodega que se encontraba de aquellas épocas doradas del vino en Entre Ríos y relanzó la historia de los vinos en el litoral.

Anécdotas: tiempo libre entre el intenso trabajo de un día, y el despunte del otro.
Las uvas de ésta vendimia ya se encuentran en la bodega, fermentando lo que será la primera tirada con uvas propias de la marca Altos del Potrero y como si eso fuera poco y debido a la gran calidad de uvas se espera que; dentro de las 1500 botellas de vino blanco que dio la vendimia, una porción importante de esta cosecha será utilizada para la producción de Champagne. Se espera que estos vinos, tanto el blanco como el tinto (que todavía no fue cosechado), vean la luz para fines de esta primavera o principios del verano. Allá lejos está Chovet: con su realidad de industrias metalmecánicas, productores agropecuarios, comercios; y sueños. Chovet está lejos ¿O no? El proceso de cosechar la uva es un trabajo que demanda mucho tiempo y requiere de mucha paciencia; esto genera que en la prolongada jornada laboral las charlas sea intensa, sobre los temas más variados; y esto es terreno propicio para la broma, el sueño y, por qué no, casi el desvarío bajo el calor abrumador del sol entrerriano a esta altura del año. “Mientras cosechábamos, Néstor y Ramón (el empleado del campo) se han propuesto muchas cosas” cuenta Vilma, esposa de Néstor. “Han llegado a proponer armar una comparsa. Ramón es el Rey Momo y Néstor propuso colgarse las plumas y bailar al compás. Como no podía ser de otra manera María Itati (hija menor de la pareja) debía competir por ser reina de la vendimia”. Rodrigo (hijo mayor del matrimonio) es músico por naturaleza, entonces en la tranquilidad del campo y bajo la sombra de los parrales comentó que “es imposible no ponerse a componer algunas canciones”. “Una noche lo escuchaba cantando temas que jamás le había escuchado. Medios raros. Cuando le pregunté ‘de quién era esa canción’, me respondió con una sonrisa: ‘es mía’”. Tiempo. Sueños. Trabajo en un entorno familiar. Rodrigo fue el diseñador de un pequeño fumigador acorde a las instalaciones de las vides, hecho con un tambor de doscientos litros e impulsado por un tractorcito de cortar el pasto (Ver imagen que acompaña el texto). Se rumorea entre los parrales que la comparsa ya tiene Rey, tiene bailarines y tiene Reina, pero además de eso y para alegría de todos, también tiene carrosa. Mañana, cuando vuelva a salir el sol; las uvas los esperan en las parras.

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