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La catástrofe siria que no termina

siriaLos refugiados sirios no sólo deben resistir las bombas y armas químicas del régimen de Basher al Assad, las decapitaciones del Estado Islámico o los fusilamientos de la milicia de Jabat Al Nusra: también deben sobrevivir a las aguas del Mediterráneo y a la indiferencia.

 

 

Por Ezequiel Kopel 

Los números de la catástrofe humanitaria en Siria hablan por sí solos:

*7.6 millones de personas debieron abandonar sus viviendas dentro de Siria, producto de la guerra, desde 2011 hasta la fecha.

*4.089.023 sirios están «registrados» como refugiados alrededor del mundo. Esta cifra da cuenta, solamente, de aquellos que se encuentran anotados oficialmente por las Naciones Unidas, esto implica que el número informal podría ser mucho mayor.

*La mayoría de los refugiados se encuentra en Turquía (2 millones), El Líbano, Irak y Jordania.

*Los países más ricos de Medio Oriente, que están implicados directamente con el conflicto sirio como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Bahrein, no han absorbido ni a un solo desplazado. Parece ser que los únicos refugiados que importan en los países del Golfo son las niñas y adolescentes menores de edad que ingresan a esos países para un casamiento arreglado.

*Otro de los países implicados (¿indirectamente?), como es el caso de Rusia, sólo ha recibido 1000 refugiados. Irán ha colaborado exclusivamente con ayuda humanitaria y Qatar, únicamente, ha permitido que «5 decenas» residan en su país, bajo la figura jurídica de «invitados» del Emir.

*Los países europeos que mayor cantidad de refugiados sirios han absorbido son Alemania (100 mil), Suecia (65 mil) y Serbia (50 mil).

*Las Naciones Unidas estiman que 2500 personas, por lo menos, han perdido la vida tratando de cruzar el mar Mediterráneo.

*La de Siria es la mayor crisis mundial de refugiados del último cuarto de siglo y la segunda más grande desde la Segunda Guerra Mundial, sólo superada por la cantidad de refugiados afganos, luego de la retirada soviética de 1989.

Ciertamente, en Europa, la crisis de refugiados sirios -creada en gran parte por la negativa de los países árabes del Golfo Pérsico en aceptarlos- ha superado un punto de no retorno: la legislación de la Unión Europea establece que las solicitudes de asilo deben ser procesadas ​​en el primer país europeo al que ingresen las personas desplazadas de su lugar de origen. En consecuencia, Grecia e Italia -países con graves problemas económicos que se encuentran en el Mediterráneo- han soportado la mayor parte de la «carga» de los refugiados. Como nación más rica de la Unión Europea, Alemania ha aceptado muchas más solicitudes de asilo que cualquier otro país de la Unión Europea. Gran Bretaña, que está muy lejos del Mediterráneo, no ha hecho prácticamente nada. En Islandia, más de 15 mil personas se han ofrecido para absorber refugiados sirios pero el gobierno, por ahora, sólo ha aceptado a 50 personas.  Oficiales gubernamentales de Eslovaquia, Bulgaria, Polonia y la República Checa han declarado que están dispuestos a aceptar sólo a «refugiados cristianos» (el ministro del Interior de Eslovaquia expresó que en su país «no hay mezquitas para los refugiados»). Y otras naciones, como Hungría, directamente le piden a los refugiados que no se dirijan a su países (el Primer Ministro húngaro parece olvidar que, en 1956, 180 mil personas abandonaron su estado durante la revuelta contra los soviéticos. Sí, ellos mismos fueron refugiados y 32 estados le abrieron sus puertas).

El mayor temor de los europeos parece ser la «disparidad» cultural con los inmigrantes «tercermundistas» pero incluso Estados Unidos – que ha construido  su economía en torno a estos inmigrantes haciendo el trabajo que la mayoría de los estadounidenses no quieren realizar- alberga a muchos más inmigrantes indocumentados de países pobres que toda la UE. La mayoría de los estados europeos no se ven a sí mismos como «naciones de inmigrantes» y muchos de sus ciudadanos consideran que los refugiados socavarán sus «seguras» culturas. Esta tensión ha sido desarrollada durante décadas por políticos de la derecha europea, que han usado a los inmigrantes para acentuar estos recelos. Por lo tanto, el problema se trata de decisiones políticas, no de infraestructura o capacidad de absorber a los asilados. Los refugiados que han ingresado a Europa este año son sólo el 0.068 por ciento del total de la población de la Unión Europea. Los líderes europeos deberían hacer memoria y recordar cuando ellos mismos  fueron  cobijados por otros países durante la Segunda Guerra Mundial y de qué manera respondió el mundo ante su situación.

Según la opinión personal de quien escribe estas líneas, es reconfortante que las sociedades tomen conciencia de esta situación luego del impacto público que tuvo lugar con la foto del niño ahogado en la playa de Turquía, prueba cabal de la abyección que significa para la dignidad humana aquello que está detrás de estas impactantes cifras. Lo que le apena en demasía a este cronista es que hayan transcurrido más de cuatro años para despertar el más mínimo interés, aún con miles de imágenes disponibles, similares a la captada por la fotógrafa turca de la agencia Dogan, Nilüfer Demir.

La violencia causada por la guerra civil en Siria, junto al conflicto sectario en Irak, Libia y Yemen, no sólo no va a cesar en lo inmediato sino que seguirá expulsando a cientos de miles de seres humanos de sus hogares durante el próximo año. No son sólo las zonas de guerra las que se encuentran bajo presión extrema. Con un flujo constante de refugiados sirios -los cuales constituyen la mayor proporción del total de desplazados de Medio Oriente-, Turquía (que en marzo anunció el cierre de sus dos pasos fronterizos con Siria), Jordania (donde el desempleo se ha duplicado en las áreas que concentran a refugiados) y El Líbano (donde los desplazados conforman el 20 por ciento de la población total del país) son países que serán sometidos a una presión mucho más intensa que cualquier estado europeo. Si estas naciones no reciben ayuda internacional para paliar la absorción, la crisis europea humanitaria estará completamente fuera de control y, lo que vemos hoy día, será sólo el principio de una catástrofe que no ha tenido lugar desde la Segunda Guerra Mundial.

Ahora bien, ¿qué pasó para llegar a este punto? La respuesta es simple: la total inacción de la comunidad internacional. Las cifras están y estuvieron al alcance de todo el mundo desde hace años, mediante las investigaciones de Amnesty International, Naciones Unidas, Human Rights Watch, entre otras organizaciones de derechos humanos. Desde hace mucho tiempo hasta la fecha, a los asilados sirios no les basta con sobrevivir a las bombas y armas químicas del régimen de Basher al Assad, a las decapitaciones del Estado Islámico o a los fusilamientos de la milicia de Jabat Al Nusra. También deben sobrevivir a las aguas del Mediterráneo y a la indiferencia (Agencia Paco Urondo).

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