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Puente de Venado a Miraflores, el reencuentro

(PR/NormaMigueles)Hace exactamente 14 años  el 20 de noviembre de 2007, por primera vez el grupo de voluntarios de Puente del Ama inicio un derrotero distinto al de las escindidas comunidades salteñas con las que colaboraban. En esta oportunidad tras contactarse con una maestra que trabajaba en el asentamiento  toba de Rosario decidieron orientar su cruzada hasta Miraflores en El Impenetrable (Chaco) .

Allí vive una pequeña comunidad de 60 familias en el medio del monte, sin ningún tipo de infraestructura, una escuela hecha de palos y techo de adobe era en esos años el “centro cívico” y al frente un cacique retobado que ya no creía en las palabras y las promesas. Gente con enfermedades, agua contaminada y una extrema pobreza fue el gran desafío para los pontianos.

Hace pocos días, después de la pandemia, se decidió un nuevo viaje y con las manos llenas, sobre todo de alimento, volvieron a viajar al monte  donde los recibieron 43 sofocantes grados de calor, nubes de mosquitos y la decepción de ver que el Estado sigue siendo el gran ausente.

“Fue un viaje mas esta vez fue distinto. Estamos acostumbrados a ir y a ponernos a trabajar. Pero esta vez tuvimos un viaje de reencuentro. Con la directora de la directora de la escuela nos pusimos un lema “celebremos la vida, festejemos el reencuentro”, resumió Patricia Lugaro responsable de  Puentes del Alma.

“Se sintieron solos y estuvieron solos. Nosotros seguimos en contacto a la distancia y  logramos que se hicieran 5 aljibes comunitarios para que pudieran abastecerse de agua; tres casitas para familias vulnerables, pero no estuvimos presentes y ellos lo notaron, además de llevar cosas y construir también se dieron cuenta la importancia de estar con el otro, contar cosas, compartir y mirarse a los ojos”, resumió.

“Cabe recordar que nosotros trabajamos con la escuela, hoy ya tienen un seguro edificio de material y centro cívico de la comunidad y colaboramos con las familias de los chicos que van a  la escuela. Cada cosa que llevamos se entrega en la escuela y es el punto de distribución a partir de la concurrencia”, indicó Lugaro.

Con orgullo mencionó que ya algunos jóvenes van  cursando el secundario en localidades vecinas y hoy una ex alumna es docente bilingüe en la escuelita. También han logrado que una docena de adultos cursen la primaria para aprender a leer y escribir.

Organizados han iniciado un emprendimiento de primorosa cestería de palma que  también es sostén para la comunidad. Sin embargo el Estado no llega al monte ni con servicios, ni con salud, sólo la dadiva de los subsidios. De hecho una sola mujer, la hija de la docente se vacunó contra el coronavirus, porque la llevó su hija. El resto  no se registró (tienen que hacerlo por Internet) pero la salud pública tampoco se acerca al pueblo Wichi.

“Cuando nos sumamos al Venado Ayuda, nos dimos cuenta de tantas cosas. Acá hay una tierra fértil, hay agua, hay instituciones organizadas en red para ayudar, solo hay que decidirse a salir adelante”, reflexionó.

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