(PR-Eduardo Bigotti) Papá Noel tenía guardado un último regalo para las pibas y los pibes de Firmat. Ellos seguramente lo sabían, lo habían escrito para que sucediera. Cuando los renos ya estaban reponiéndose del segundo viaje hacía Argentina en sus pagos, – el primero lo realizaron para el aguinaldo llamado Copa del Mundo una semana atrás- el Playón comenzó a latir nuevamente en modo mundialista. Como extrañando un domingo inolvidable de fuego y pasión pero entendiendo que ahora la cosa iba más tranca. Invitados un día antes, los firmatenses se dieron cita en el mismo lugar del festejo irrepetible. Había que agradecer y no importaba que el agasajo pintara corto. Las alegrías compartidas son de instantes sublimes y esta era la última entrega con destellos navideños.
Al protagonista se lo esperaba, simplemente para cantarle una de las últimas interpretaciones colectivas del hit “Muchachos” mirándolo a los ojos. Un bono navideño para que los pequeñ@s que le gritaron: “firmame la camiseta Walter”, se dieran cuenta que era de verdad el que aparecía en televisión.
Apareció el hijo de La Gladis y Garúa. Walter Samuel anda sin pilcha de Papá Noel contenido en su desborde emocional. Con su conocido y valorado perfil bajo, dejando atrás una conferencia de prensa que en la que la emoción se despertó cuando le tocó hablar de su familia. Tan lindo como humano.
El escenario montado quedó listo para una única entrega que no ofrecería un show. La humildad, que sigue siendo su marca principal, lo acompañó en sus primeros pasos hasta que quedó de frente al pueblo y llegó el merecido recibimiento.
Lo cobijaron con un enorme aplauso. Los más chic@ le regalaron su mirada ilusionada pintada con el amor por la celeste y blanca que luce Messi. Cosechar adhesiones paridas con pasión no es un trámite. Walter, su compañero y jefe Scaloni, sus cómplices del mejor cuerpo técnico de los últimos años y los 26 mejores protagonistas del hecho más convocante que dio este país en el nuevo siglo, lo estaban haciendo otra vez. Nos invitaron para sentirnos felices pensamos todos y decidimos habitar el presente.
Parado y acompañado de miles de miradas, deja que los momentos pasen. Van desde el agradecimiento hasta una mínima entrevista que se sigue en silencio. El público redobla su aplauso cuando él dice que fueron importantes en el apoyo posterior a la derrota del debut. Todo funciona con el ritmo que le sienta cómodo, sin grandes flashes, con el calor de sus seres queridos cerca y con una pequeña voz familiar que termina poniéndole un broche a la jornada.
Este domingo ha sido simple y enormemente emotivo. La consagración de la Selección Argentina ha devuelto el amor por la camiseta y la cristalización de un sueño compartido. Algo difícil de concretar en otros ámbitos.
Este lunes saldrá a la venta la camiseta con la tercera estrella. Esta ciudad un día antes se reencontró con un protagonista que supo realizar su magnífico bordado.
