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Secuelas del kirchnerismo en Venado Tuerto: jóvenes investigadores del CONICET

nicolas morguenLa importante inversión que el estado nacional hizo en Ciencia y Tecnología tuvo impactos significativos, no solo en la posibilidad de desarrollo de líneas de investigación y producción de conocimiento autónomo, que derivaron, por ejemplo, en la puesta en órbita de un satélite como un puñado de países a nivel mundial tienen, sino también en la generación de oportunidades laborales y al reivindicación de la actividad científica e intelectual como un trabajo. Hace dos años, el diario La Nación anunciaba que el 98% de los becarios salientes del Conicet conseguían trabajo.

Había vacantes abiertas en las empresas privadas que avanzaban al ritmo del crecimiento económico y también en las departiciones públicas que demandaban los saberes de los investigadores. Hasta los medios de comunicación fueron permeables a la participación de científicos de distintas áreas para que lleven adelante una intensa tarea de divulgación, que puso el conocimiento especializado al servicio y alcance de las mayorías.

Fue una manifiesta democratización del saber que se promovió desde el estado, financiando líneas de investigación, ampliando considerablemente la planta de becarios y pasante, y dándole un lugar de reconocimiento social a quienes realizan esas tareas. En 2003 había 3694 investigadores becados por el instituto, para 2015 la cifra escaló a 8856 investigadores.

Entre esos integrantes del plantel de investigadores y pasantes del instituto se encuentran dos venadenses: Eduardo Lisando, Licenciado en Filosofía y docente de la Universidad Nacional de Rosario; y Nicolás Morguen, estudiante de Psicología.

“La inserción fue a partir de las cátedras de la carrera, con grupos de estudio de la universidad y otros grupos de lecturas informales. En el 2014 se dio la posibilidad de que el estado me financie para intensificar el estudio de este proyecto”, dice Eduardo, que desarrolla un proyecto sobre estética, retórica y las derivas políticas en el pensamiento del filósofo alemán Walter Benjamín.

“Las becas pasan por un sistema de evaluación generado a partir del incremento de financiamiento del Estado a las universidades. En ese sentido, mi experiencia fue bastante paradigmática para entender ese proceso. Yo ingreso en el año 2004 y las becas empiezan a ser incentivadas el año anterior. Con lo cual mi recorrido se dio en un contexto en el que las becas se empezaron a naturalizar, cosa que no era habitual. En eso uno podía buscar las líneas de investigación que más le interesaban para después solicitar un proyecto de doctorado”, explica.

Nicolás, en cambio, se encuentra como pasante, el primer escalafón en la carrera de investigador. Integra el Instituto Rosarino de Investigaciones de las Ciencias de la Educación, que depende del Conicet y de la UNR: “puntualmente lo que estamos investigando es con niños en proceso sociocognitivos del aprendizaje, que es más o menos cuando dos personas empiezan a hacer diferentes tareas y llegan a resultados distintos, y esas formas distintas de ver el mundo y trabajar hace que las dos personas aprendan mejor por tener esquemas de conocimiento diferentes, y esto hace un aumento cognitivo. Es una teoría que se llama del conflicto social cognitivo. Hoy trabajamos mucho con niños y se demuestra que desde tempranas edades, 5 o 6 años, trabajar con chicos con distintos esquemas mentales resulta en un aprendizaje mayor”, cuenta.

La prioridad del conocimiento

El triunfo de Mauricio Macri, que se refirió al Arsat como una heladera mandada al cielo, pone en riesgo las conquistas en el campo del conocimiento y el desarrollo científico-tecnológico. Su estrecha cercanía con las empresas de capital transnacional, con los actores concentrados del mercado internacional y el universo financiero, instalan la sospecha sobre su consideración acerca del despliegue de líneas de investigación autónomas y el fomento de la producción de saberes locales.

Durante los últimos años, el estado asumió un papel promotor de la actividad científica y coadyuvó en la recuperación del terreno del saber que había sido castigado por las leyes educativas y las políticas implementadas durante los años ’90. Ese escenario vuelve a suscitarse con el reciente rechazo del bloque de legisladores del Pro a la ley que garantiza la gratuidad de la educación universitaria. Aparecen en los discursos otra vez las propuestas de aranceles y exámenes de ingreso, al elitización de la educación.

“Es un tema muy complejo porque afecta a las distintas áreas de la comunidad. Dentro de la comunidad educativa, la universidad está muy preocupada ante esa situación. Yo arranqué en una situación privilegiada, no era lo que era antes, sin embargo, el relato de egresados y compañeros estudiantes que seguían era justamente que en ese periodo de disputa de la ley en la universidad no se daba clases. Hoy en día, más allá de todas las inconveniencias y cuestiones a mejorar, está la posibilidad de sentarse con el estado como un interlocutor privilegiado para discutir cuestiones que hacen a la universidad”, define el filósofo venadense.

Desde el planteo liberal se habla de la autonomía necesaria de las universidades. Sin embargo, la propuesta esconde una trampa: esa garantía de independencia rige en lo política, pero no necesariamente en lo económico. Sin el amparo y acompañamiento del estado, las universidades quedan desfinanciadas y entregadas al capital privado que llega para cubrir lo que el estado deja vacante. Es una forma de privatización por vía indirecta.

“Es muy importante el rol del Estado en todo esto. El edificio de psicología fue construido por el gobierno nacional. La UNR tenía un edificio muy viejo que no había sido construido para dar clases. Esto con una importante impronta del gobierno nacional que financio la obra. Y dentro de lo que es el IRICE hay muchos nuevos establecimientos que se están construyendo con dinero del gobierno nacional”, dice Morguen.

“Yo escuché a los ministros y asesores en educación de Macri y a mí como ciudadano no me persuadieron y como integrante de la comunidad educativa me asustaron. Sobre todo hay algo que siempre hay que tener cuidado, y esto me interesa como docente y con los efectos que tiene en la sociedad, que es que el conocimiento y la modernización no tiene que ser ingenua. Lo que me asustó puntualmente es la propuesta de tecnicaturas a corto plazo, una unidad de tecnificación del conocimiento que borraba el proceso a partir del cual se construye y una idea de federalización que ya vivimos y significa darle una falsa libertad a las instituciones públicas, que es darle libertad de decisión pero no financiamiento”, agrega Lisandro.

La visión integral del desarrollo

“La mayor cantidad de dinero va dirigido a ciencias duras, porque es muy necesario para formar técnicos, ingenieros, etcétera, que son los que más se demandan. Pero no se deja de lado lo social y las ciencias humanas, y es muy necesario, porque hay muchos trabajadores que viven de la investigación”, comenta el futuro psicólogo.

La dirección de los recursos va acompasada al proceso de recomposición productivo que se encaró desde el estado. La inversión en ciencia y tecnología es una instancia más del proceso, una forma de generar el conocimiento necesario para cubrir las necesidades y demandas que la expansión económica y la producción van requiriendo. La preocupación de los investigadores sobre el futuro del área tiene que ver con el pasado del candidato ganador del balotaje: “lo que hay que pensar es con qué interlocutor uno se quisiera sentar a la mesa a discutir. La política no elimina el conflicto ni las falencias. Pero en la medida que no existe, lo que sirve como condición de posibilidad es elegir con quien uno prefiere discutir. Hoy la universidad, la ciencia y la técnica existen de una forma muy privilegiada”, ilustra Lisandro.

“En mi caso personal creo que la palabra cambio es vacía, es necesario saber hacía donde se realiza el cambio. Es un eslogan de campaña. Hay que tener más fondos, más inversión, y eso no queda claro. Cuando Macri dijo que se gastaban millones de pesos al cuete, nos da una pauta de lo que puede llegar a pasar con la ciencia y la tecnología. La propuesta de Macri en el área es conocida, si bien en el último debate dijo que apoya, no le creemos, porque sabemos lo que ya hizo”, dice Morguen.

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