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“Dejar la droga es fácil, lo que es difícil es cambiar el hábito”: La historia del fundador de la Asociación Espacio Ariel

(PR/Giuliana Ghignone) Sergio Appa, es terapeuta diplomado en adicciones y actual presidente de Asociación Civil Espacio Ariel, una organización que fundó junto a su mamá tras sufrir en primera el consumo de drogas durante 17 años. Hoy dictan charlas y acompañan a las familias que atraviesan esta problemática. 

 

“Hace trece años iniciamos el camino de la recuperación, junto a mi mama. Yo tuve 17 años de consumo de cocaína muy fuerte. Empecé a los 27 y terminé a los 43, había tocado fondo, fue muy duro, vivir angustiado, triste y ya nada me paraba ese dolor. En realidad, no lo podía determinar y la única que estuvo, está y seguirá estando es mi madre. En ese momento, ella tenía 80 años y un día me arrodillé y le pedí por favor que me ayudara, que sentía que me moría. Mi mamá tenía el dinero para comprarse su casa pero decidió usarlo para pagarme el tratamiento y ella siempre dice: ´no tengo casa pero tengo a mi hijo con vida´”, contó el referente de la Asociación que se dedica a la prevención y sensibilización de consumos problemáticos. 

 

Las charlas tienen como destinatarios niños, adolescentes y familias de diferentes instituciones. Encuentros donde Sergio, junto a su equipo, abordan estos temas y habilitan un espacio seguro para conversar sobre lo que les preocupa. “Actualmente, tenemos 186 chicos internados de la zona. Hoy nosotros estamos ayudando porque nadie nos ayudó, mi mamá siempre me dice: ´comé bien, descansá y ayuda a los que más necesitan´. Hace trece años atrás, esto era ´tierra de nadie´, nosotros empezamos a hablar de adicciones, a recorrer barrios, trabajar en grupos chiquitos, lo que nadie quiere hacer. En estos días internamos 5 chicos del barrio Juan XXIII, es un barrio que está atravesado totalmente por la adicción, robos, violencia y es nuestro ´granito de arena´”, comentó Appa. 

Appa junto a su madre.

“Todos hablan del ´cambio de paradigma´, se dice de la boca para afuera pero para adentro termina siendo que el adicto, si se drogó, que se joda y que se la arregle solo”, resaltó el profesional quien a su vez destacó la importancia de la empatía, la solidaridad, la amistad y el abrazo “dentro de la quinta, cuando vos extrañabas a tu familia, estabas en un estado de ansiedad o abstinencia, que te pudieran abrazar fuerte te calmaba todo eso. Era como reiniciarte. Esta sociedad está fuera de las pequeñas grandes cosas”.

 

“La recuperación no es dejar la droga. Terminar un tratamiento y profesionalizarte es entender que la droga es fácil dejarla, lo que es difícil es cambiar el hábito y la vida nuestra. Sanar nuestras historias, entender que la vida pasa por otro lugar. En la granja yo empecé a ´descongelarme´ porque la droga te congela, ir a una granja es un lugar de sanación para recomponer nuestros vínculos. Yo abandoné hace 18 años a mi hija y fue hermosa su primera visita. Recuerdo que esa noche no dormí pensando en cómo la iba a recibir y por primera vez, cuando la abracé sentí que era mi hija”, expresó Appa.

 

Haciendo especial hincapié en la importancia del amor, la presencia y el acompañamiento de los más cercanos, Appa resumió: “Te dicen que la droga es una problemática multicausal, el Estado no está presente, el país está complicado, si vivís en una villa muchas veces no podés salir de eso pero venimos de una familia. Si trabajo con la familia lo paramos. El único recurso que nos queda para trabajar es la familia pero si no le damos las herramientas no lo vamos a lograr. Nosotros damos una charla a 80 asistentes, algunos lo podrán hacer, otros no, otros quedarán en el mismo lugar”.

 

“Es importante aprender a construir, en estos 13 años yo todos los días me levanto con un sueño nuevo, todos los días tengo un proyecto porque aprendí a valorar la vida porque si le tengo que reclamar a la vida todo lo que no me dio me paso la vida renegando, enojado y angustiado. Entonces, disfruto esto que me dio la sobriedad, esto que es mío y de mi mamá. Sin olvidarme que, cuando estaba en la granja y la veía llegar a mi mamá, con sus 80 años, su joroba y con dos bolsitas a mi se me caía la cara de vergüenza porque yo sentía que había hecho las cosas mal hasta que pude entender con el tiempo que era necesario que mi mamá estuviera ahí porque era mi mamá, mi familia. Entonces, llegar a tu casa y sentir a tus afectos es lo más lindo. Las familias tienen que ir a las charlas, se droguen o no sus hijos porque ahí te damos herramientas para detectarlo”, cerró el director de Espacio Ariel.

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