(PR-Pablo Salinas) A principios del año 2017 se produjo la última gran inundación que se recuerde en la ciudad, con una importante elevación de la cota de la laguna “Las Aguadas”, que hizo peligrar a los barrios que la circundan.
En ese año, a través de la Ordenanza Nº 4962/17 se determinó que una serie de inmuebles eran “necesarios” para la ejecución de obras de evacuación de excedentes hídricos de la laguna.
“La laguna constituye el último reservorio de agua en una cadena de lagunas donde escurre más de la mitad del agua generada por la ciudad, encontrándose en las inmediaciones de tres barrios populares (Juan XXIII, San Vicente y Villa Casey)”, se especifica en la normativa, y en ese marco se plantea que “resulta imprescindible afectar determinados terrenos a fin de realizar en dichos sectores obras de regulación y retardo del escurrimiento superficial de aguas, en coincidencia con el valle de la cuenca”.
Por esos días, el entonces subsecretario de Obras Públicas (ahora concejal de la ciudad), Pablo Rada, informaba el 19 de enero de 2017: “La laguna Las Aguadas, también conocida como ‘del Basural’, bajó 10 centímetros, trayendo mayor tranquilidad a los vecinos de la zona, principalmente de los barrios Juan XXIII y San Vicente, quienes se verían afectados con el desborde de este espejo de agua”. Además, Rada señaló que en esos días el espejo de agua había llegado a su cota máxima de 108,4, cuando el valor normal de la laguna era de 107,5.
El funcionario también precisó que con 10 centímetros más la laguna hubiese desbordado, “si llegaba a la cota 108,5, hubiera provocado inconvenientes en los barrios linderos y bajos de los alrededores”.