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A.Videla: La democracia nació sobre la última gota de sangre derramada en Malvinas

Entrevista a Alejandro Videla Veterano de Guerra, ex combatiente en Malvinas. A 41 años cuenta cuál era su función en la guerra, y lo que le causó haber estado en ella. “Nosotros no apoyamos a la dictadura, nosotros fuimos el último eslabón entre la dictadura y la democracia, justamente, yo siempre digo: la democracia nació sobre la última gota de sangre derramada en Malvinas, y uno se siente también parte de eso”.

Por Agustín Peanovich.

Un hijo duerme en el sillón, recién llegado de fútbol, el otro el más chico, juega mientras Alejandro le prepara un mate cocido. Yo miro el cuadro de una mujer de espaldas con el torso desnudo, acaba de desprenderse las alas de ángel y parece librarse de una atadura. Aún espero el mate.

Agustín: -Alejandro, cada uno tenía una función específica en la guerra ¿Cuál fue la tuya?

Alejandro: -Yo pertenecía al Ejército Argentino, Regimiento de Infantería N° 12; General Arenales; 4° Grupo 2° Sección de la Compañía de Infantería C. Cada regimiento está dividido en compañías, estas compañías se dividen en dos o tres secciones que forman  grupos, dentro de cada grupo son 10 o 12 soldados. Mi función era ser el conductor de ese grupo, igual, nunca tuve un vehículo para poder trasladar a mi grupo. Si bien, nunca había sido conductor porque cuando hice el servicio militar obligatorio, trabajé en una oficina. Al final, mi función quedó como tirador de fusil FAL. En un momento de mi estadía en Ganso Verde, fui asistente del segundo jefe del regimiento. Me sacaron de mi grupo y fui a parar ahí, donde también hice de cocinero para el jefe. Después volví a mi grupo, antes de que pasara la batalla de Pradera del Ganso, que fue el 27, 28 y 29 de mayo, ahí estuve como tirador, murieron 35 de mis compañeros del regimiento 12 de infantería.

Agustín: -¿Ustedes esperaban que aparezcan los ingleses? ¿Cuál era la misión del grupo?

Alejandro: -Llegamos a Puerto Argentino y fuimos trasladados a Monte Challenger, teníamos que armar posiciones, era hacer “pozo de zorro” y estar de guardia. Estábamos cerquita del mar, debíamos estar atentos por si había un desembarco inglés, ya sea por buque o arribo helitransportado. La compañía B de la unidad se quedó en Monte Dos Hermanas. Los demás fuimos trasladados a Pradera del Ganso, éramos como una fuerza de reserva. Resultó al revés, en realidad ahí se produjo la primera gran batalla. Además, se pensaba que la peor parte de la guerra se iba a desarrollar en Puerto Argentino.

Agustín: -De todas maneras desembarcan en San Carlos…

Alejandro: -Sí, en San Carlos eran 62 soldados, aproximadamente divididos en tres grupos de 20, llamado Equipo de Combate Güemes. El 21 de mayo uno de los grupos, estaba haciendo guardia sobre la altura y empieza a ver parte de la flota británica desembarcar. Los ingleses mandan un helicóptero para ver si hay algún soldado. Los soldados argentinos abren fuego, tumban el helicóptero y así hacen lo mismo con dos helicópteros más. Después la flota británica empieza a tirar con todo hasta que se toma la decisión de retroceder, los soldados argentinos empiezan a irse, cada grupo se va por la suya, y ahí desembarcan los ingleses. Entre San Carlos y Puerto Argentino hay aproximadamente 80 km de distancia, parten para Puerto Argentino muertos de frío, de hambre, caminando en medio de la turba. Pasaron dos o tres días, hasta que los encontraron. Un helicóptero argentino que se arriesgó a llegar hasta donde ellos estaban. Eso fue lo que se conoce como el combate de San Carlos que fue una escaramuza de los ingleses porque no se esperaba que desembarquen allí.

Agustín: -Se siente olor a guerra, vos tenés 19 años, ¿Cuándo pensás que se declara?¿Imaginaste tu muerte?

Alejandro: -Si utilizamos el término guerra, nos tenemos que ubicar en el 1 de mayo, porque hasta ese momento, había un clima de guerra en cuanto a lo discursivo, en cuanto a las arengas, a la preparación, pero la palabra “guerra”, nació fuertemente el 1 de mayo, cuando Gran Bretaña bombardera Puerto Argentino. También bombardean el aeródromo de Pradera del Ganso. Veo aviones británicos atacando, veo la muerte por primera vez. Ese día murió el teniente Jukic, arriba de su avión Pucará, junto a siete de sus mecánicos. Pensé que moriríamos todos. Respondiéndote a la pregunta, Agustín, sobre el concepto guerra, mientras iban sucediendo las movilizaciones, tanto de la fuerza de tarea británica como nosotros hacia el sur, digamos, en este proceso seguían las negociaciones, entonces siempre estaba la esperanza, de que no pasara más allá de esto. El 1 de mayo fue cuando realmente nos dimos cuenta de que estábamos en guerra, y empezamos a entender lo que significa la guerra. No recuerdo imaginar mi muerte, sí que uno pensaba en la muerte, no en la forma, la muerte estaba latente, todo el tiempo.

Agustín: -¿Qué te impresionó más?

Alejandro: -El 4 de mayo, el mismo día del hundimiento del Shefield -un barco orgullo de la flota británica-, bombardearon la pista de tierra que había en el aeródromo de Ganso Verde. Además, intentaron entrar tres aviones británicos (Sea Harrier ) y esta vez un cañón antiaéreo reaccionó y le pegó a un Harrier, que se transformó en una bola de fuego que pasó por arriba nuestro y cayó. El piloto se quiso eyectar pero murió. Esto lo vivimos de frente porque el avión pasó por arriba de mi pozo. Era justo el cumpleaños de un compañero. Entregué mi guardia y me había ido a descansar un rato, Torres que era mi compañero de pozo había quedado en el pozo. De repente cuando empieza a temblar todo, decíamos: “qué pasa qué pasa qué pasa”. Cuando salimos había tres aviones que venían disparando como en las películas. Le dije a Torres “te quedaste”, “sí, me quedé, me parecía que estaba en una película” respondió. Yo miré el ataque desde la puerta de un lugarcito, que era como un frigorífico para matar ovejas. Esto ocurrió en Ganso Verde.

Agustín: -Es como una angustia, una tristeza porque también podría haber sido uno, como si ellos hubiesen muerto para que vuelvan ustedes…

 Alejandro: –Primero que fuimos derrotados. Después el pensamiento “¿por qué no hice más por esto?” Te parece que no hiciste todo lo que podrías haber hecho. Está ese sentimiento de culpa, ese sentimiento de la derrota, de tener que haber entregado tu arma, de ver arriar tu bandera, entonces todo eso, sumado al silencio por parte del Estado, rozando el olvido durante 12 años, donde no hubo ayuda para nosotros de ningún tipo. Toda la bronca que vos acumulaste por lo que pasó en Malvinas, el frío, el hambre, no tener el armamento adecuado, la comida o la ropa para soportar el comienzo del invierno. Llevó mucho tiempo madurar todo eso y empezar a sentir algo diferente. Ahora si vos me preguntás, yo se lo escribí en una carta a mi mamá, me sentía orgulloso de estar en Malvinas y miraba la bandera Argentina toda rota, desflecada por el viento. Me sentía orgulloso de eso, de poder estar en Malvinas, después miraba para otro lado y veía todo lo verde, lo militar, y me pegaba ver eso, estabas ahí, en medio de un conflicto.

Agustín: -Se van librando batallas, los ingleses van tomando prisioneros, cada soldado vive la guerra desde su punto, y las historias hacen ver de diferentes puntos, la guerra.

Alejandro: –Cada combate es una historia, combate Dos Hermanas, el de Tumbledown, monte Longdon, Sapper Hill. Por ejemplo, la batalla de San Lorenzo duró 15 minutos, sin embargo, hay todo un análisis de cómo los realistas, desembarcan. Les parece que no hay nadie, San Martín atrás con su cuerpo de Granaderos, esperando para lanzar el ataque en pinza, etc, etc. Cada combate nuestro, tiene también un desarrollo, un antes y un después. El de Sapper Hill es muy interesante, cómo se desarrolló, por las fuerzas que intervinieron: era la Tercera Sección de la Compañía Mar del Batallón de Infantería de Marina 5, contra tres grupos ingleses con desembarco helitransportado, ahí mueren los últimos soldados argentinos en Malvinas. El mismo 14 de junio cuando se declara la rendición.

Agustín: -¿Cómo pensabas tu familia desde la guerra?

Alejandro: -Cada noche de guardia hacíamos turno con mi compañero, dos horas cada uno, dos horas y dormir, y así hasta las cinco de la mañana, donde todos ya estábamos despiertos. Estar solo ahí en ese pozo, en medio de la noche, te ponés la mano en los ojos y no la vez. Es inevitable, la mente está con tu familia, con tu novia, con tus amigos y de repente tenés tristeza, tenés miedo y extrañás, te preguntás qué carajo hago acá. Era una constante la presencia de la familia.

Agustín: -¿Qué consideras sobre este sentimiento encontrado, contradictorio, de orgullo, de haber estado en Malvinas, de haber peleado por tu patria, pero a la vez dirigidos por la dictadura?

 Alejandro: -En cuanto a lo militar, rige lo mismo tanto como para los soldados ingleses, como para nosotros, en el sentido de la desinformación. Ahora, por ejemplo, que hubo maltrato y abuso de autoridad de algunos oficiales y suboficiales con soldados, está comprobado, porque hubo muchos testimonios. Están denunciados ante la justicia federal. Y por otro lado está este sentimiento, de no avalar a la dictadura militar. La peor dictadura que nos tocó vivir, y fue de pleno nuestra adolescencia. El manotazo de ahogado con Galtieri al frente, un montón de contradicciones. Los organismos de derechos humanos nos tildaban de fachos, porque muchos compañeros, inclusive yo, usamos mucho tiempo el uniforme militar de Malvinas. Hoy lo siguen usando como distintivo de veterano de guerra, y para los militares éramos de izquierda ¿por qué? Porque salimos a hablar de lo que vivimos y ellos nos prohibieron. Nos hicieron firmar una declaración jurada donde nosotros no podíamos contar nada, de lo que había pasado en Malvinas. Creo que esta contradicción sigue estando en muchos. Y está sintetizada con lo que dice el presidente de nuestra federación: ‘’nosotros fuimos a Malvinas con el uniforme de San Martín, a defender la bandera de Belgrano’’ lo que rescata él es: nosotros como soldados de ese ejército sanmartiniano, en defensa de la soberanía nacional, porque es así, es un hecho de que Malvinas pertenece a la Argentina, y está en poder de los ingleses. En ese momento se fue a recuperarla, ahí estuvimos y somos reconocidos por los propios ingleses. Nosotros no apoyamos  la dictadura. Nosotros fuimos el último eslabón entre la dictadura y la democracia, justamente, yo siempre digo: la democracia nació sobre la última gota de sangre derramada en Malvinas, y uno se siente también parte de eso.

Agustín: -Vos venís de la guerra. Hay una importancia de poner en palabras todo este trauma que genera vivir en la guerra, digo, que muera un compañero, tener este sentimiento de la muerte, latente todo el tiempo ¿Cómo lograste diferenciar tu historia de la de tus hijos, para no aplastarlos con semejante peso?

 Alejandro (balbucea y piensa): -No fue fácil ser la esposa, o la hija o el hijo de un veterano de guerra. No es gratis a nivel de tu cuerpo, tu cerebro, ni de tu vuelta a la vida social, menos aún sin tener atención psicológica. Todos sufrimos de estrés postraumático que en algunos casos, llevó a compañeros al suicidio. Pero aquellos que elegimos el camino de la vida, sin ayuda profesional, la fuimos haciendo como pudimos, y muchas veces, las consecuencias de esto, la han sufrido nuestras familias.

Yo desde el primer momento empecé a hablar. Hay gente que no ha podido. También nos salvamos entre nosotros al agruparnos, y haber obtenidos al día de hoy, leyes y derechos. En Venado desde el mismo 83’ comenzó la lucha de los veteranos. Con José Luis Salinas y Ricardo Rubies, formamos el primer centro de Ex Combatiente de Malvinas de Venado Tuerto. Se lograron muchas cosas a nivel de nuestra localidad.

Agustín: -¿Por qué creés que es importante conocer y transmitir la historia?

Alejandro: -Cuando uno da charlas, la primera intención es el homenaje a los compañeros caídos y crear una conciencia anti bélica. Contamos lo que uno sintió en la guerra y lo que pasa en ella. Después está la “Causa Malvinas” que es la que seguimos los veteranos. Pero también muchos trabajamos en pos de la “Cuestión Malvinas”, tiene que ver con todas las cuestiones legales, jurídicas, geográficas, históricas, políticas, económicas, alrededor de Malvinas. 1982 es un mojón histórico, contundente, pero Malvinas también fue antes, desde 1520 que fue su descubrimiento hasta la actualidad. Hay un antes y un después de 1982. Esto siempre lo digo al comienzo en Bitácora Malvinas, el programa de radio que hago los domingos 9 a.m. A mí personalmente me interesa transmitir esta parte, y ver si la gente se contagia.

Es muy interesante el presente de Malvinas, es una depredación, un saqueo de nuestros recursos naturales, de parte de un gobierno ilegítimo como el inglés. No solamente eso, si no que ha mejorado la posición de ellos al mil por mil desde 1982. Estamos hablando que tenemos un litigio con Gran Bretaña, sobre una superficie de un millón y medio, de kilómetros cuadrados. Gran Bretaña pretende hasta el sector Antártico Argentino, gran parte del mar territorial Argentino, y venden licencias pesqueras a China, Corea, España, donde hay un saqueo de los recursos. Es importante que la gente lo sepa, es lo que está sucediendo con Malvinas hoy. También saber que hay una base militar de la OTAN, que tiene instalada Gran Bretaña al sur, y desde ese lugar controla todo, el Estrecho de Magallanes, etc. Imaginate una posible guerra, si interrumpís el paso del Canal de Panamá, la única forma de conectar el Atlántico con el Pacífico, es a través del Estrecho de Magallanes. Y bueno, ahí están ellos vigilando.

Agustín: -Vos estabas en la guerra y tus seres queridos acá, no sabían si estabas vivo… ¿En algún momento te cae la ficha de lo que sufrieron?

 Alejandro: –Sí, por supuesto, desde siempre. Yo sufrí de escabiosis. Es sarna, me agarró en la última parte, por la mugre al no poder bañarte quizá, a lo mejor usé ropa de otra persona que estaba contagiada. Los ingleses cuando me toman prisionero me dan un remedio para los caballos, bastante bueno. Cuando llegué a mi casa, mi mamá me lavaba la ropa aparte, a causa de esta enfermedad, y la contagié de sarna.Es como una anécdota pero te quiero decir que, hasta ese punto ella mamó lo que fue Malvinas. También las cosas no habladas en mi familia, pero sí sentidas. Cuando yo volví, mi vieja había adelgazado lo mismo que yo, y había llorado lo mismo de lo que lloré en Malvinas. Vos ves a una madre arrodillada, delante de esas cruces blancas, en el cementerio Darwin, y se te cae una lágrima. Es como una multiplicidad de sentimientos. Ojo, no todo fue tristeza, en Malvinas hubo momentos de alegría, risas y miedo.

Agustín: -Ale, la última, no te jodo más, ya es muy tarde. Con el paso de los años ¿Qué es lo que más te angustia?

Alejandro: -La segunda vez que recurrí a una psicóloga me preguntó algo parecido. Yo le dije que sentía culpa por no haber hecho más el día de combate, no haber disparado más proyectiles. Sentís como que vos pudiste volver, y muchos de tus compañeros no. Compañeros muy conocidos de la colimba no volvieron, entonces, no es fácil eso de decir yo volví y el otro no. Te sentís culpable de haber vuelto acá con vida. Uno sabe que no es así, que es una guerra y que las bombas no tienen nombre, ni sabés donde van a caer. A cada uno le tocó un lugar y podría haber muerto en cualquier lado. Las cosas se dieron así, uno volvió y el otro no.

Agustín: -Gracias Alejandro por recibirme con tu familia ¿Nos sacamos una foto?

 Alejandro:-Por supuesto, gracias a vos Agustín. Cuando quieras estás invitado.

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