(PR/Emanuel Fuertes) Sube el combustible y hay que hacer malabares… para sacar una sonrisa a la gente. Sí, el encargado de hacer esto es Juan Llopi, quien a pesar de todas las inclemencias del país lleva alegría al pueblo. Permanece firme junto a las palmeras de Rivadavia y Casey hace diez años.
Juan Llopi, decidió convertirse en un artista callejero hace 16 años, pero lo más destacado es que hace una década que está en la misma esquina de Rivadavia y Casey, durante todo el año, con frío o con calor, «estoy mañana y tarde, firme como rulo de estatua, si garúa me encanta», comenta Juan.
Acompañado de su Fiat 147 musicaliza la esquina, y espera que el semáforo se ponga en rojo. «Hay gente que pasa todos los días y de vez en cuando aparece alguien nuevo, y poco a poco va cambiando el público, la gente colabora, vivo gracias a ellos, no trabajo de otra cosa, desde mis adolescentes 14 años vivo de lo mismo, ya hace 16 años que laburo en la calle, tengo 30 años», recuerda.
A la hora de preguntarle por qué eligió esta esquina y no otra, nos comparte que fue porque lo representa como venadense ya que le llamó la atención que Casey fuera uno de los fundadores de la ciudad.
Sobre su rutina nos dijo «me levanto a la mañana, llevo a mi hijo a la escuela y me vengo a trabajar, al mediodía voy a casa almuerzo, descanso y vuelvo a trabajar, supongo que como todos», pero lo cierto es que todo trabajo tiene sus ventajas y desventajas, «hay algunos días que me juega en contra el humor, y tengo que ponerle pilas para contagiar a la gente alegría, no puedo venir triste, mi trabajo consiste en sacarle una sonrisa a la gente, y de vez en cuando lo logro lo único que quiero es llevar alegría a cada vecino», dice orgullosamente.
Piensa viajar y hacer una gira, sin olvidar su querida ciudad. «Cuando me fui de viaje y me ausenté por un tiempo, me preguntaban ¿Dónde estabas?, se preocupaban y ahí entendí el cariño de la gente».
Una de las anécdotas que vivió en la calle y lo marcó para siempre fue «cuando la gente de la juguetería Simón Dice, vino y me trajo un camión para mi hijo, estaba un poco fallado y no lo podían vender y me lo regalaron, era gigante y muy bonito, mi hijo estuvo feliz».
Lo que espera de su público el resto de este año, «es que la gente tenga empatía, sólo eso».
Sobre el final le preguntamos ¿Cómo te presentarías a vos mismo?, inmediatamente respondió «Juan Manuel Llopi es un artista callejero, lleva unos dieciséis años en el rubro, sagitariano y aventurero».
¡El tipo lleva alegría a la gente!
