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Scioli más cerca de ganar en primera vuelta que Macri y Massa de llegar a un balotaje

scioli macri massaA cualquier batalla electoral, por áspera que parezca, le sigue una batalla todavía más vibrante que se libra sin cuartel en todos los soportes mediáticos: la interpretación de los resultados.
La elección PASO del domingo 9 no escapa a la regla. Los medios dominantes, jugados abiertamente por los candidatos opositores, regaron ayer de análisis y pronósticos fast food la agenda tratando de hacerles gritar a los números del escrutinio lo que esos números ni siquiera susurraron.
A ver, si hablamos exclusivamente de candidatos, ni Daniel Scioli hizo una mala elección, ni Mauricio Macri le pisó los talones, ni Sergio Massa está en condiciones serias de disputar la presidencia del país.
El provisorio 38,5% de Scioli lo deja a 6,5 puntos de ganar en primera vuelta. Macri tiene que retener todos los votos de Cambiemos, sumar 15 puntos (se supone que de Massa) y rezar para que Scioli no sume ninguno, si es que quiere ganar. Y Massa está a 25 puntos, que seguro no podrá sacarle a Scioli y, eventualmente, tendría que sustraérselos a Macri para tallar en la pelea.
Ni Macri ni Massa la tienen fácil. Eso es lo primero que hay que evaluar. Por el contrario, está más cerca Scioli de alzarse con la presidencia el 25 de octubre que Macri y Massa de llegar a competir en un balotaje, donde tampoco es seguro que le ganen a Scioli. Eso siempre está por verse.
La perspectiva histórica importa en estos casos. La vitalidad que demostró el FPV 12 años después de su bautismo con el 22% de la mano de Néstor Kirchner, habiendo tenido la responsabilidad de la gestión post-hecatombe, siendo blanco –el espacio, sus líderes, sus dirigentes, sus políticas y sus militantes– del más feroz ataque mediático del que la democracia argentina tenga memoria, no es un dato como para soslayar en un análisis serio de lo sucedido el domingo.
Si se toma el mapa del país y se pintan de color celeste las provincias donde el binomio del FPV se impuso, se observa una extraordinaria monocromía sólo retaceada en cuatro distritos: Mendoza, San Luis, Córdoba y Capital. Que ni siquiera son del mismo color: en la primera ganó Cambiemos, en la segunda el monopartido del clan Rodríguez Saá, en la tercera ni siquiera venció Massa, sino su aliado, el peronismo delasotista, que muy probablemente alimente el voto del FPV en octubre, y en la cuarta Cambiemos. En 20 de las 24 provincias no ganó la oposición, sino el oficialismo. Eso incluyó Sante Fe.
En la foto de estas PASO, la encuesta más precisa hasta el momento, el FPV estaría incrementando su número de senadores, manteniendo su supremacía en la Cámara Alta, nada menos. Y lo único que estaría en riesgo, pero en la Cámara Baja, es el quórum propio. Por ahora. Aunque conservaría la bancada mayoritaria.
Es una rara forma de analizar lo sucedido el domingo el sobredimensionar los escasos éxitos de una oposición dividida en tres y subestimar la potencia electoral del FPV unificado a escala nacional, que parece haber encontrado un piso (casi el 40%) y no un techo, en virtud de que lo que se elegirá en octubre ya no serán candidatos en competición sino el presidente (es decir, la política social y económica) que gobernará el país durante los próximos cuatro años.
¿Cuánto del voto massista seguirá siendo massista en octubre? ¿Cuánto del voto delasotista permanecerá en UNA? ¿Cuánto del voto del clan Rodríguez Saá irá a Cambiemos? ¿Cuánto del casi millón de votos en blanco permanecerá indiferente ante un escenario donde la derecha pura y dura que expresa el macrismo avance sobre las chances del FPV? ¿Massa, cuántos votos le sacará a Macri y viceversa?
A todas estas preguntas les sigue una incógnita cerrada o una respuesta relativa. Lo que no está en duda es que el FPV suma del 38,5% hacia arriba y no hacia abajo. Su voto es homogéneo, política y federalmente hablando.
Por último, una curiosidad: la gran vencedora del domingo no fue candidata a nada. Cristina Kirchner fue la electora del binomio Scioli-Zannini.
Una fórmula que resume toda la capacidad del FPV, y que atravesó las PASO saldando una enorme duda de los meses previos: la Ola Naranja no ganaba sola, necesitaba del kirchnerismo (ese 25 o 30 por ciento duro del voto oficialista) que es el componente mayoritario del caudal que puede llevar a Scioli a la presidencia y al FPV a retener las mayorías parlamentarias, esta vez con clara hegemonía cristinista.
Ahora le toca a Scioli sumar lo que, desde un principio, viene aportando al dispositivo kirchnerista: su capacidad para articular con un sector social más amplio, de espectro conservador, que se siente expresado por las políticas públicas de la década pero no tanto por los conflictos que las hicieron posibles.
Un párrafo aparte merece Héctor Magnetto. El otro animal de poder con pensamiento estratégico de este país.
Su idea era juntar a todo el antikirchnerismo (Macri y Massa) en un mismo armado para derrotar el FPV. Macri no quiso. Su soberbia es parecida a la de Magnetto.
Viendo los resultados provisorios, matemáticamente hablando, puede que haya tenido razón el jefe de Clarín (F: Tiempo Argentino).

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