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Teresita Durando: Una vida dedicada al cuidado del otro

Teresita Durando fue una de esas personas antológicas de la ciudad. Con una larguísima trayectoria como enfermera, compromiso con el prójimo y don de gente, dejó su marca en el sanatorio más visitado por los pacientes venadenses y de la región. Es probable que buena parte de la población que atravesó las habitaciones del nosocomio, haya sido cuidada y acompañada por ella. “Siempre tuve predilección por los enfermeros en los hospitales, cuando andaban vestidos de blanco con una cofia. Y el olorcito de las jeringas hervidas me apasionaba. Tenía atracción por cuidar al otro, estar cerca”, afirmaba continuamente.

Empezó a trabajar en un sanatorio de pueblo haciendo sus primeras armas. En ese tiempo las enfermeras se llamaban empíricas, no cursaban estudios superiores. Era el médico quién les enseñaba y les decía que iban a hacer. Teresita contaba como anécdota, que cada vez que tenía que pinchar a alguien, se asustaba y temblaba, “me parecía que lo estaba torturando”.

Unos años después, a partir de un cambio en el trabajo de su marido, se trasladaron a Venado Tuerto. En la ciudad ella empezó el curso de auxiliar en 1974 y completó los estudios secundarios en un bachillerato para adultos. Más tarde, se anotó para ser Asistente Social y después terminó la licenciatura en Enfermería en la UNR. Su lema era: “Amo mi trabajo y lo amaré siempre”.  

Teresita tenía una notable memoria de sus pacientes. Podía recrear escenas, caras, situaciones. “Todos mis pacientes están en mi corazón”, argumentaba, pero abundaba su amor para con los de oncología. Ellos le llevaban regalos y le mostraban su agradecimiento con distintos detalles.

Los enfermeros tienen dos festejos en el año. Uno el próximo 12 de mayo, por el aniversario de Florence Nightingale, pionera de la enfermería moderna en el mundo, una inglesa que se destacó en la Guerra de Crimea. En ese entonces, la enfermería no se estudiaba, y gracias a ella se comenzó a desandar el camino de la profesionalización.

“Le decían la mujer de la lámpara, porque se paseaba de noche controlando los pacientes. Ella estableció un método científico y hablaba del entorno, lo que nos rodea, el aire, la luz, la higiene. Ella decía que se podía trabajar con eso y proteger al enfermo”, y se lamentaba que ahora “quieren hacer desaparecer esa profesionalización”. La otra fecha celebratoria es el 21 de noviembre, el día de la Enfermería en la Argentina, fijado porque es el día de la virgen de los Remedios.

Para Teresita, la clave era que la enfermera mire con ojos de amor. “Algunos se aterrorizaban de vernos, porque hacían caricaturas de enfermeras malas. Pero no hay por qué, el paciente tiene que poder acercarse, sentirse protegido y cuidado” decía.

Ella era una apasionada del trabajo, le gustaba ir al sanatorio y caminar sus pasillos.  “Yo me formé con médicos muy capaces que nos enseñaban, me tocó trabajar con gente muy admirable y muy buena”, describía.

Ante la noticia de su fallecimiento, este es nuestro homenaje, que culmina con sus propias palabras:»Si uno siente esa vocación, hay que animarse, porque es un oficio hermoso y necesario».

 

 

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