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Tiene 86 años, es «El Peluquero» del Barrio Norte de Venado Tuerto, conoce a todos y la viene luchando desde que llegó de Italia, escapando de la II Guerra Mundial

(PR/Giuliana Ghignone) José Purello, es Italiano, tiene 86 años y llegó a la Argentina a los 18 años, en una travesía de 23 días para cruzar el océano en barco. Su historia, duele pero su fuerza y sus ganas de vivir inspiran. Hoy vive junto a su mujer y con el apoyo de su hija. José es peluquero, oficio que lleva en el alma y que piensa ejercer de por vida.

Se despierta cada mañana a las 7, hace ejercicios y luego abre la persiana de su peluquería a la espera de algún cliente aunque con angustia reconoce. “Estamos corriendo la liebre, hay muy poco trabajo y tuvimos que vender muchas cosas, incluso mi sillón de peluquería, para pagar las cuentas”, dice.

Su peluquería está colmada de fotos de la familia que supo armar en Argentina, hijos, nietos y bisnietos, sus vacaciones en Córdoba y ahí es cuando su mirada se ilumina y recuerda una de sus pasiones, la cámara de fotos que compró en un histórico local venadense “Widmer”.

Todavía la tiene archivada, allí en el escritorio de peluquería, donde tiene todas las cosas importantes de su vida. Allí también están los discos de Andrea Bocelli, pero ya no puede escucharlos, el tocadiscos también lo vendió. Hoy sólo sueña con trabajar y quiere y necesita, seguir haciéndolo. Él está ahí en su peluquería ubicada en barrio Norte con la esperanza de que “saldremos de esta mala racha como ya salimos de tantas”.

Vida de Película

“Mi calvario empezó a los cinco años, cuando vinieron a decirle a mi mamá que mi papá había muerto en la guerra, en África”, repite con una voz fría como si viera pasar ese momento como una película. Es el menor de seis hermanos, su vida estuvo marcada por el dolor y el hambre. El último recuerdo de su papá lo tiene gracias a una foto que aún atesora, donde quedó congelado el último día de la familia unida, antes de que su padre se fuera a la guerra en África, como mercenario, tentado por un sueldo que le permitiría darle de comer a su familia.

A los 12 años José aprendió, por pedido de su mamá María, el oficio de peluquero y ese metier le permitió ganarse el pan de todos los días desde entonces. “Al tiempo, los nazis mataron a mi hermano en mi casa junto con un viejito”, agrega con angustia.

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