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Asesinan a un pibe en una oscura emboscada en pleno centro rosarino

Sábado, 4.40 de la mañana y una decena de detonaciones que sacudieron el buen descanso de los vecinos de Tucumán y Dorrego, en pleno centro de la ciudad. “Hijos de puta, ya la van a pagar”, fue el grito desesperado que se escuchó en la profundidad de la madrugada mientras un Nissan Sentra gris huía del lugar haciendo chirriar sus neumáticos. Los pocos habitantes del lugar que se animaron a asomarse a los balcones y ventanas vieron en la parada de colectivos que hay sobre la primera de las arterias mencionadas que un hombre yacía en la vereda malherido. Había recibido tres disparos en el pecho. “Me llamo Ángel Ocampo. Desbloqueá el celu y llamá a mi novia”, dijo el muchacho a dos hombres que lo asistieron mientras se desabrochaba su riñonera, donde poco después la policía encontró cuatro bolsitas con lo que parecía ser cocaína. Menos de dos minutos después, el vehículo desde el cual lo habían atacado se estrelló en plena fuga contra un taxi en Moreno y Catamarca, a sólo 300 metros del hecho. Del auto se bajaron un hombre y una mujer rubia que empezó a correr descalza. En el interior del auto, robado en una entradera en Funes, quedó un cargador de pistola. Algunos vecinos vieron a la pareja arrojar un bulto en una obra en construcción que se levanta sobre Moreno al 200 antes de desaparecer. En tanto, Ocampo murió a las 6.15 en el quirófano del Hospital de Emergencias.

Mientras los vecinos rosarinos no terminaban de digerir el feroz ataque que dejó al borde de la muerte el viernes a la madrugada al policía de la Brigada Motorizada Gabriel Sanabria en Arijón al 400, en la zona sur de la ciudad, el amanecer del sábado no fue de lo mejor en el centro rosarino. Alrededor de las 4.40 la central del 911 comenzó a recibir una lluvia de llamados alertando sobre una serie de detonaciones de arma de fuego en Tucumán y Dorrego. Una esquina ubicada a poco más de tres cuadras de lo que fuera la seccionl 3ª, cerrada en abril de 2019 en el contexto del fallido Plan de Refuncionalización del Sistema de Comisarías. Un experimento que dejó al centro supeditado a lo que se haga desde la comisaría 2ª, ubicada a 15 cuadras de la escena del crimen de Ángel David Ocampo.

«Los balazos fueron a las 4.40. Te lo digo porque miré el celular y la perra ladraba enloquecida. Fue como si alguien agarrara a palazos el contenedor de basura, que es de chapa. Todos disparos continuos. Y los gritos de un tipo que decía: «Hijos de puta, ya la van a pagar». Todo muy feo. Horrible. Después los gritos de una pibas que no paraban de llorar. Horrendo”, comentó una vecina en las inmediaciones del lugar del hecho.

Otro hombre de la cuadra dijo que “como a las 4.30, a la salida de Dubai (un boliche que se ubica en Tucumán al 2000) se agarraron a trompadas súper mal. Claramente eran dos banditas que salieron del boliche y se pegaban como en un ring. Había uno de rastas que cobró para el campeonato. Y después se escucharon corridas, gritos y golpes durante unos diez o quince minutos. Y en el medio de eso se escucharon tiros en la otra cuadra, la madrugada fue un quilombo”, indicó. En ese sentido, la policía trata de identificar si el joven asesinado y sus agresores pudieron haber estado en esa pelea.

“Mirá, esta zona ya no es tan caótica como cuando estaba el Bar del Mar (reconocido local nocturno ubicado en Balcarce y Tucumán que fue cerrado en enero de 2017 por la Secretaría de Control y Convivencia). Casi toda la movida pasó a Pichincha. De Oroño hacia allá”, contó una vecina del barrio mientras señalaba hacia el oeste. “Pero acá tenemos boliches como Dubai que tiene una clientela bastante áspera. Hay otros boliches como Schitch (en Balcarce al 300) o lo que era el bar Robinson, pero no son tan complejos porque va gente más grande”. En el diálogo con una docena de vecinos también se pudo estimar que en un radio de cinco a siete cuadras de la escena del crimen existen tres o cuatro bocas de venta de drogas. Lugares fijos, no deliverys.

Ejecución

Pasadas las 4.40, cuando un binomio de la Policía Motorizada enviado por el 911 llegó a la esquina de Tucumán y Dorrego, los efectivos se toparon con Ángel Ocampo, de 22 años, que tenía el pecho perforado por tres disparos. Estaba tirado a un costado de la sucursal de la farmacia Embon, un local que atiende 24 horas. Ocampo les dijo a los policías, antes de desvanecerse por el dolor y la gravedad de las heridas, que lo habían querido robar. Junto a él había una riñonera en la que se hallaron cuatro bolsitas con una sustancia que parecía cocaína y su campera de abrigo color bordó. Sintiéndose malherido, Ocampo le había dado a dos hombres que lo asistieron su iPhone y la clave para desbloquearlo. “Avisale a mi novia”, les dijo antes de que la policía lo incautara para enviarlo a peritar. Sobre la parada 9416 del Transporte Urbano de Pasajeros quedaron diseminadas diez vainas calibre 9 milímetros. Dos de los proyectiles perforaron la vidriera de la cerrajería y regalería ubicada frente a la farmacia.

No era la primera vez que Ocampo sentía el ardor de las balas. Según pudo conocerse, el 9 de marzo de 2020 había sido baleado a unas cuatro cuadras de donde vivía, en Mosconi y Crespo, en el corazón del barrio Acindar. El muchacho también había sido buscado en un allanamiento que se realizó en Cerrito al 100 bis, en la zona de La Siberia. Esos registros surgieron de la base de Análisis Criminal del 911, pero no contaba con ningún impedimento legal activo, vale decir, no tenía conflicto con la ley penal ni pedido de captura. Sin embargo, contaba con al menos cuatro domicilios registrados

Así, la segunda vez que Ocampo supo del ardor de las balas en su cuerpo fue letal. “Las circunstancias en las que sucedieron los hechos es sobre lo que estamos trabajando. ¿Qué hacía la víctima en ese lugar?¿Si estaba con los agresores?¿Si llegó caminando o en auto? Eso aún no lo sabemos. Lo concreto es que la hipótesis del robo es muy frágil ya que no le robaron nada y además en su riñonera llevaba una sustancia que podría ser droga. La hipótesis de robo corre muy de atrás. Hay otras hipótesis sobre la mesa, pero se están trabajando”, explicó una fuente allegada a la investigación en manos de la fiscal Gisella Paolicelli.

Tras dejar agonizante a Ocampo, los sicarios huyeron en el Nissan Sentra con pedido de captura por haber sido robado la noche del 12 de mayo en una entradera de la que fue víctima una familia de Funes. Con las pulsaciones a mil, el vehículo de los agresores tomó por Dorrego al sur, dobló por Urquiza al oeste y giró nuevamente en Moreno hacia el norte. La fuga no duró mucho. Al llegar a la esquina de Moreno y Catamarca, chocaron contra una taxi. “Yo escuché los balazos, que fueron unos diez o doce. Y a los dos minutos o menos, un impacto de ruido a chapa y vidrios rotos”, relató un vecino de uno de los edificios cercanos al lugar del choque.

Del Nissan chocado bajaron un hombre y una mujer rubia que corrió descalza antes de que el taxista pudiera terminar de putearlos por la colisión. En el asiento trasero del auto quedó el cargador de una pistola y un par de zapatillas. El hombre vestía un camperón negro. Corrieron por Moreno hacia el río y tras arrojar un bulto en una obra en construcción, antes de llegar al cruce con Salta, desaparecieron en lo espeso de la noche. Ocampo fue declarado muerto a las 6.15 en el Heca

 

 

Fuente: La Capital

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