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Día del Himno Nacional: «Voz de la identidad, recuperando el rumbo patriótico»

Por De Carlitos, Pesquisas Literarias

El 11 de mayo es el Día del Himno Nacional, símbolo que representa nuestra identidad en el mundo entero, tanto como la bandera. Un Himno que trasciende nuestra propia geografía, una exaltación para todos los Pueblos de América.

Cómo no emocionarse con su música marcial que, desde el primer acorde, sacude nuestras más profundas fibras patrióticas y su letra nos cuenta de un pasado de sacrificios y de gloria, cuando un grupo de paladines transmitía ideales de igualdad y libertad a un pueblo empobrecido y casi esclavizado pero valeroso.

Los años han pasado y a veces pareciera que se ha perdido el rumbo, que aquello que arengaba Castelli (el Orador de la Revolución), lo que demandaba Moreno (el Arquitecto), lo que soñaba Belgrano (el Espíritu de la Revolución) y por lo que combatía San Martín (el Sable de la Revolución) no está en el pensamiento de quienes representan a la Patria. Una Patria que se levanta una y otra vez de sus penurias y a pesar de ello ha brindado al mundo la sapiencia de su gente, las maravillas de su tierra y el fruto de su suelo que sorprende día a día.

En esta tierra generosa, poblada de mucha gente buena y solidaria, tierra sacudida por disputas partidarias que en verdad no tienen mucho que ver con su pueblo, un pueblo que sufre, que reclama que se cumpla el deseo de vivir con gloria porque ya ha muerto muchas veces, ha muerto en la lucha de la Independencia, en las disputas entre hermanos que dividen desde entonces a Colorados y Blancos y no alcanza una Casa Rosada para juntarlos; en las pretensiones de los empresarios abusivos de la Semana Trágica y los estancieros de la Patagonia; enfrentando al extranjero pirata que con su Forestal esquilmó el tanino del Chaco y el mismo nos hace vestir de luto con las Malvinas y muere de dolor con los agricultores que confiaban en la cosecha que se llevó la inundación o la sequía; en cada obrero que se queda sin trabajo para llevar el pan a su casa; en el maestro que ve sucumbir a su alumno en la droga o la delincuencia y en el médico que tapa hemorragias con curitas.

Con la restitución de la Democracia no hemos conseguido «levantar cabeza», pero no dejamos de cantar el Himno, con el seguimos teniendo el orgullo de ser argentinos ya sea por un aniversario, un triunfo deportivo, un destacado artista, una eminencia científica o un justo reclamo. Por esa razón, siempre estaremos a tiempo de corregir nuestro rumbo si conservamos la memoria y trabajamos con vocación y coherencia para no cometer los mismos errores y poder asegurar -como dice el Himno, en las estrofas que no cantamos- que: «Se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación, coronada su sien de laureles y a sus plantas rendido un León».

Y que el León rendido no sea un país, sino la soberbia, la injusticia, la desigualdad, la ignorancia, la intolerancia y la pobreza que son los males que rápidamente llevan a las guerras y someten a los pueblos a la tristeza y a la miseria.

La primera en cantarlo fue una joven de 27 años conocida como Mariquita Sánchez de Thompson, en realidad su nombre era: María Josepha Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo. El compositor de la música fue el músico catalán Blas Parera, unos años mayor. Mientras que Vicente López y Planes el autor de la letra era sólo 2 años mayor que Mariquita.

La obra se llamó inicialmente «Marcha Patriótica» y aunque su música fue enriquecida con los arreglos de Juan Pedro Esnaola, la letra sufrió un gran recorte por razones diplomáticas en aras de un acercamiento político con aquella nación a la que había combatido. Y hoy mismo se la cercena en los eventos deportivos, entonando, en ocasiones, solo el estribillo.

Que nos está pasando a nosotros con el Himno. Un Himno que fuera cantado por chilenos y uruguayos hasta que tuvieron el suyo propio, un Himno que aunque le sigan quitando letra, guarda en sí mismo la fuerza de la Libertad por la que lucharon tantos patriotas para constituir una Nación Soberana, además de Justa y Fraterna.

Cantemos el Himno con convicción de argentinos y con la esperanza puesta en reponernos de esos males, pero recordemos también que debe primar en nosotros la intención de ser mejores y así seremos el país solidario, fraterno, justo y feliz que soñamos.

Siempre estamos a tiempo, nunca será tarde.

¡Viva la Patria!

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