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La historia de la pareja cordobesa que adoptó cinco hermanitos que no querían separarse

El 21 de noviembre no es una fecha más en la vida de Sofía Pizzi: es el día y el mes en el que murió su padre. Pero el 21 de noviembre de 2019 es diferente.

Ella está en su casa en el barrio Villa Catalina, en la zona del Gran Córdoba, junto a su pareja, Alejandro Segura. Su madre, que vino unos días desde Santiago del Estero, también la acompaña.

Sabe que el teléfono puede sonar en cualquier momento, pero el teléfono no suena en cualquier momento: suena ahí, con su madre y su pareja al lado, justo el día en el que se cumplen 20 años de la muerte de su padre. Sofía atiende, escucha.

Después entra en pánico, se emociona, llora junto a su pareja. Sabe ella que nunca más el 21 de noviembre será solamente muerte en su vida, porque desde ese instante y para siempre, ahora es madre. De cinco hermanitos.

Sofía Pizzi es santiagueña, contadora pública y consultora de empresas, costos y modelo de negocios. Alejandro Segura es catamarqueño y desarrollador de softwares. Ambos tienen 41 años y están juntos desde hace seis.

En 2017 quisieron formar una familia, pero luego de un año llegaron a un diagnóstico de infertilidad. “Hicimos más estudios y ahí los médicos nos dijeron que había grandes chances de poder lograrlo, pero para ese momento ya hablábamos de adoptar”, cuenta Sofía.

Entraron, entonces, a “un mundo desconocido”: empezaron a participar de grupos autogestivos, a leer entrevistas, a hablar con personas que habían adoptado.

Cuando ya estaban decididos a una disponibilidad adoptiva de tres niños, y no más, “leyeron a sus hijos”: buscamos familia para cinco hermanos/as de 12, 11, 9, 8 y 5 años de la Ciudad de Buenos Aires.

El Gobierno de esa ciudad organiza Convocatorias Públicas cuando ningún registro de aspirantes a la adopción del país da respuesta positiva a las búsquedas de familias para cada niña, niño y adolescente que espera.

En general se trata de niños, niñas y adolescentes mayores de 10 años, grupos de hermanos o con alguna situación compleja de salud.

La Ciudad de Buenos Aires tiene actualmente más de 40 búsquedas abiertas de familias adoptivas para niños, niñas y adolescentes. Cada una de ellas puede encontrarse en la página web de acceso directo www.buenosaires.gob.ar/convocatoriaspublicas.

Después de pensarlo, analizarlo “y no dormir durante noches”, Sofía y Alejandro se postularon para adoptar. Lo hicieron el último día de inscripción, el 21 de septiembre de 2019.

“Muchos adultos tenemos el deseo de ser padres, pero todos los niños tienen el derecho a tener una familia, un ámbito familiar”, indica Sofía.

Como la pareja no estaba inscripta en el RUAGA de su provincia, Sofía y Alejandro fueron evaluados por un equipo que conocía a los niños, que sabía qué tipo de familia necesitaban, qué tipo de contención.

Las entrevistas, para las cuales Sofía y Alejandro tuvieron que viajar a Buenos Aires, duraron una semana entera.

En noviembre, entonces, Sofía atendió el llamado que les confirmó la noticia. Eran ellos los elegidos. “Fue como el Evatest, de golpe éramos papás de quintillizos”.

UN LARGO RECORRIDO

Después de ese llamado tuvieron la primera audiencia. Recién ahí se enteraron los nombres de los niños que iban a adoptar.

Era el 2 de diciembre de 2019. Buenos Aires ardía del calor. Sofía y Alejandro se instalaron un mes en un departamento de Palermo. Cuatro días más tarde, el 6 de diciembre, la pareja y los chicos se vieron por primera vez en el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad.

“Fue caótico, real. Había mucha ansiedad, alegría y nervios. Los chicos también estaban hiperexitados, lo cual era lógico, y yo salí descompuesta”, recuerda Sofía.

Tras ese primer encuentro, y durante todo el mes siguiente, la pareja fue día tras día, infaltable, a visitar a los chicos al hogar donde estaban.

Mientras Sofía y Alejandro seguían en Buenos Aires, los chicos conocieron el departamento, se instalaron allí unos días.

Imaginémoslo: cinco chicos, dos adultos, un departamento minúsculo en Palermo. “A veces era estresante, pero nos sirvió para conocernos”, afirma Sofía.

En Córdoba, los familiares de la pareja compraban más frazadas, más tazas, más todo lo que puede haber en una casa para dos personas que, de pronto, casi que se triplica. Hasta la pareja tuvo que cambiar el auto.

Después del calor de diciembre en Buenos Aires, el 18 de febrero del 2020 comenzó la “Guarda Provisoria”. Casi cuatro meses después, el 12 de junio, la “Guarda con Fines Adoptivos”. Mientras las carpetas y los legajos cambiaban de rótulo, la familia seguía conociéndose.

El 9 de abril de 2021, por fin, la jueza sentenció que Sofía y Alejandro eran padres definitivamente.

SER PADRES

Sofía confiesa que hoy tienen con su pareja más de 40 alarmas semanales para actividades de sus hijos, que están súper contentos, que van a danza, a fútbol.

“Necesitan mucho acompañamiento, pero están felices. Por eso le pedimos a la gente que se anime, que venza los prejuicios. Son niños y merecen vivir lo que les queda de infancia en un ámbito familiar. No es todo color de rosas, pero es re posible. Ser papás de niños más grandes es un placer. Te enseñan día a día, es un aprendizaje, un desafío y una alegría diaria”.

Sofía asegura que “nada se compara con la felicidad de verlos bien a ellos, de verlos crecer”, y jura que “los volvería a elegir mil veces”.

También dice que algunos de sus hijos no sabían leer, y que ahora leen. Y que uno de ellos, incluso, no sabía distinguir letras de números, y que ahora está aprendiendo a dividir.

LA OPCIÓN DE DIVIDIRSE

Hubo un momento en el que los chicos se dieron por vencidos. Hacía cuatro años que estaban en el mismo hogar en Buenos Aires. Nadie los buscaba, nadie los elegía. Entonces los más grandes de los cinco hermanitos tomaron una decisión. Se pararon ante la jueza y le plantearon eso, justamente eso, dividirse. Quizás así tenían más chances.

Quizás así ellos, los mayores, no arrastraban a los más chiquitos. Quizás a los más chiquitos sí los elegían. Eso mismo le plantearon: separarse, unos por un lado y otros por el otro, en familias diferentes.

Los chicos no sabían que en ese momento, en Córdoba, a más de 600 kilómetros de ellos, una pareja se decidía a adoptar.

Sofía y Alejandro estaban eligiendo a los cinco hermanitos en ese mismo instante. Los estaban uniendo. Los estaban pariendo.

Les estaban enseñando a multiplicar.

 

 

Fuente: La Voz

 

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