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Venado Tuerto: Finaliza el juicio a un sujeto acusado de abusar 11 años de la hija de su pareja 

(PR/Norma Migueles) En la jornada de hoy finalizó la etapa de presentación de pruebas en el juicio que se sigue a R.D, un hombre de 54 años de edad acusado por abuso sexual gravemente ultrajante, grooming y abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de dos niñas, una de las cuales era hija de su pareja. 

Una importante cantidad de testigos, pasaron ante el Tribunal constituido por los jueces penales Adrián Godoy, Lorena Garini y Aldo Baravalle, de los cuales solo uno fue propuesto por la defensa. La acusación fue llevada adelante por la fiscal María Florencia Schiappa Pietra, en tanto que la defensora pública Silvia Cousselo, tuvo a su cargo la defensa.

El primero de los casos que se denunció, fue el acoso sexual a través de whatsapp que sufrió una niña de 12 años, amiga de las hijas del acusado, llegando en algunos casos a manosearla cuando se encontraba en la casa.

La madre de la niña presentó hoy al cierre, un testimonio de impacto, solicitando al tribunal que lo condene y detallando el daño psíquico que le causó a su hija. 

El miércoles las partes presentarán los alegatos de clausura. 

Una niña sin infancia

En este día, la mayoría de los testimonios estuvieron a cargo del gabinete psicosocial de la Comuna de Murphy, localidad donde estos últimos dos años vive Angie (nombre ficticio) con su madre y hermanos: psicóloga, asistente social, acompañante terapéutica, entre otras, relataron en forma clara y contundente cómo impactó en la vida de la víctima el abuso sexual sufrido desde los 4 hasta los 15 años de edad.

El sujeto fue detenido por el primer hecho de grooming y desde la cárcel amenazaba a la hija de su pareja con matarla cuando saliera para que ella no lo denunciara, pero la inminencia de la posibilidad de que saliera en libertad, la llevó al borde del suicidio y a partir de allí se denunció un calvario espantoso que duró 11 años.

Angie fue una niña rota, de sus años de infancia solo le quedan los fantasmas de los golpes, del arrebato y el traslado a la habitación donde su padrastro la violaba periódicamente. Una de las hermanitas confesó a las terapeutas que cuando pasaba eso ellas salían de la casa y le causaba “mucha angustia”. El niño más pequeño no habla y tiene problemas en su salud.

Angie tenía 4 años cuando el novio de su madre la desnudó, tocó sus partes íntimas y le pidió que lo tocara a él, en ese entonces vivían al lado de su  abuela en Murphy. La siguió manoseando hasta los 9 años, cuando avanzó y la violó, porque ya habían formado una familia y vivían en Venado Tuerto. Le tapaba la boca y la nariz para que no gritara, en una casa muy pequeña de dos habitaciones y una cocina: ella llamaba a la madre, pero no la escuchaban.

Con el tiempo hasta para salir de la casa tenía que pedirle permiso al abusador, quien para concederle decía “bueno, pero ya sabes” y la llevaba al cuarto. Ella creía que era su padre biológico y al reclamarle por qué la abusaba, riendo el depredador le dijo con brutalidad que él no era su padre.

La cárcel no fue un alivio para la niña, porque de noche cuando se dormía lo soñaba arriba de ella asfixiándola, así que optó por no dormir en las noches y alejar los fantasmas, que reaparecen en cualquier momento y lugar, y le producen ataques de pánico. La esperanza de su madre de que el hombre saliera de la cárcel para retomar la pareja, le causaba pavor y buscó en las pastillas el alivio a su sufrimiento.  

La puerta

Sin embargo y a pesar de que tuvo una entrevista en Cámara Gesell, oportunamente, como ya cumplió los 18 años Angie, decidió cruzar la puerta de su dolor y angustia y prestar su testimonio de impacto. No quiso que sacaran al verdugo de la sala (podía pedirlo si quería y el escuchar por zoom su declaración).

Él la escuchó sin mirarla, sin inmutarse, sin muestras de remordimiento. La joven flaquita, temblorosa, narró a los jueces su calvario de 11 años. En la medida que avanzaba en el relato su voz adquirió firmeza y al terminar sin dudar pidió a los jueces justicia, por el dolor, por la soledad, por la niñez perdida. 

Angie estuvo rodeada del cariño de sus docentes, su psicóloga y el equipo de profesionales de Murphy, cariño que nunca encontró en el seno familiar. Sin  embargo, enfrentando al abusador comenzó así el camino que la llevará a sanar sus heridas.

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