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Carlos Fernández: la historia del único desaparecido en Teodelina

(PR/Pablo Salinas) “Es importante recuperar lo sucedido con Carlos Fernández y contarlo en Teodelina. La memoria colectiva de los pueblos se construye de las historias que se cuentan y de los valores que estas transmiten”, razona José Luis Gaitán, autor del libro “Carlos Fernández. La historia del único desaparecido en Teodelina”.
Gaitán, joven estudiante de la Licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario, es oriundo de Teodelina, y cuenta en su libro la historia de Carlos José María Fernández privado ilegítimamente de su libertad en la mañana del 4 de septiembre de 1976 en su lugar de trabajo, la fábrica Coego Hermanos de Teodelina.
“Cerca de las 8.30 cuatro personas vestidas de civil se presentaron como personal de la Coordinación Federal de la Policía Federal Argentina y se llevaron a Fernández de su lugar de trabajo”, relata Gaitán.
Fernández tenía 24 años, esposa y dos hijas, Mariana y Cecilia, de dos años y medio, y cinco meses, respectivamente, en el momento de la desaparición.
“Casi un mes después (de la desaparición forzada), en la madrugada del 25 de septiembre, Carlos fue asesinado en un simulacro de enfrentamiento en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos, junto a Juan Alberto Osuna”, describe el escritor.

Testigos del secuestro
En su libro Gaitán entrevistó a varios testigos del secuestro de Fernández en la mañana del 4 de septiembre del 76’: “Lo tomaron de ambos brazos, lo despojaron de su vestimenta de trabajo (el delantal, los guantes y el casco), le inmovilizaron las manos, lo subieron a punta de pistola a un auto (Ford) Falcon y se lo llevaron a pesar de la intervención de sus compañeros, del delegado de la fábrica y de los gritos de auxilio de Carlos”, narró Paulino Hernández, compañero de trabajo y testigo del hecho.
“Era un tipo alto, medio morochón, muy alto. Muy laburador también, trabajaba firme. Era un chico callado, tímido”, describe el hombre.

Dante Barrini es otro de los entrevistados en el libro. También estuvo presente en el momento del secuestro, pero aportó algunos datos sobre la llegada de Carlos a Teodelina: “Ese chico estaba en Rosario, los comentarios decían que él estuvo metido con los Montoneros. Y cuando se armó todo el despelote disparó, anduvo escondido ahí un tiempo, supuestamente, y el tío lo pudo traer para acá y lo metió a trabajar con nosotros, en la fábrica, hasta que llegó el momento que lo descubrieron que estaba en el pueblo”.
Más adelante, cuenta que a los días del secuestro “vinieron los milicos, porque parecía que tenían fusiles escondidos, cavaron, hicieron una pantomima bárbara. Había un cañaveral o un monte en el fondo del terreno donde vivían y buscaban ahí armas, fusiles, ametralladoras, pero no había nada”, agrega Barrini.

Cautiverio
Poco se sabe sobre las condiciones en que Carlos pasó los 21 días en que estuvo en cautiverio, entre el momento del secuestro y cuando fue asesinado en Paraná.
Rosario Dora Taganone, su esposa, cree que Carlos permaneció detenido en Rosario, primero, y luego fue trasladado al Centro Clandestino de Detención que funcionó en el Escuadrón de Comunicaciones Blindado 2 de Paraná.
Este último lugar de detención “contaba con calabozos de dos metros cuadrados, sin camas, sin abrigos y en condiciones deplorables, insalubres y denigrantes para la condición humana, con un solo permiso por día para higienizarse o ir al baño, siempre acompañados y con los ojos vendados”, precisa Gaitán en su libro.
La muerte de Fernández fue informada a través de un comunicado de prensa por las autoridades del Segundo Cuerpo de Ejército. Según una publicación del diario El Litoral de la ciudad de Santa Fe, Juan Alberto Osuna murió en el supuesto tiroteo, en tanto de Carlos habría fallecido al día siguiente. En el comunicado oficial se catalogaba a los fallecidos como “subversivos”, “sediciosos”, “extremistas” y “guerrilleros”.

Búsqueda infructuosa
El intento de recuperar el cuerpo fue un nuevo calvario para la familia. Según las fuentes oficiales Carlos fue sepultado en el Cementerio Municipal de Paraná, en una fosa común que llevaba el número 71, pero la búsqueda fue infructuosa a lo largo de los años.
En su derrotero para encontrar el cuerpo de su hombre, Rosario tuvo la “desgracia” de entrevistarse con Leopoldo Fortunato Galtieri, por entonces comandante del Cuerpo del Ejército II y posteriormente presidente de facto y principal impulsor de la Guerra de Malvinas, que como respuesta a sus consultas la amenazó con que podía pasarle lo mismo que a su esposo.
“En aquella época empezaba el martirio de no tener noticias, de no tener certezas, de no poder encontrarlo, suplicio que se mantiene hasta el día de hoy”, remarca el escritor, y completa: “El cuerpo perteneciente a Fernández, a pesar de las numerosas exhumaciones realizadas, aún sigue desaparecido y su familia aún lo sigue buscando”.
El libro de José Luis Gaitán, “Carlos Fernández. La historia del único desaparecido en Teodelina”, se terminó de imprimir el 20 de marzo de 2020, en los talleres gráficos de Editorial Ciudad Gótica.

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