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Violencia de Género: en Venado Tuerto se llegaron a recibir 90 denuncias por mes

violencia de genero
A Chiara Paéz la mataron en Rufino. Había cumplido 14 años. La enterraron en un pozo de 80 centímetros. Estaba embarazada. La cercanía y el horror le ponen rostro a una muerte que vale por cientos. En toda la provincia de Santa Fe se repiten casos de violencia contra la mujer que terminan en el asesinato: integra el podio nacional de las provincias que más feminicidios registran desde hace unos años. El caso de Chiara puso en vigor todos los lugares comunes y las estigmatizaciones para dar cuenta de un hecho, que es una muerte que se multiplica y desnuda una problemática que se desangra cobrándose cada vez más vidas.
Las mujeres mueren baleadas o apuñaladas, golpeadas o ahorcadas o prendidas fuego. La mayoría de las veces, el asesino optó por el arma de fuego o el cuchillo. Durante el 2013, cuatro mujeres murieron incineradas en la provincia de Santa Fe. Los datos surgen del relevamiento realizado (a través de los casos publicados en la prensa) por Mercedes Pagnutti, integrante del Equipo de Género de Norma López, concejala rosarina. En el 2014, registraron 10 feminicidios en la provincia, veinte mujeres menos que en 2013, cuando casi se alcanzó la cifra record de 2009, en el que fueron asesinadas 36 mujeres.
En la Argentina, durante el 2014, se cometieron 277 femicidios. Una mujer murió cada treinta horas. Del total, 23 víctimas y 11 victimarios fueron adolescentes. El Consejo Nacional de las Mujeres, creado con la ley 26.485, recibió una asignación de 16 millones de pesos, un 0,0018% del presupuesto nacional.
No existen resortes estatales y legislativos que permitan abordar el problema de género. Esas iniciativas de leyes comenzaron a surgir en los últimos años direccionadas a consolidar derechos reconocidos de las mujeres y derribar los restos fósiles de un sistema judicial incapaz de dar respuesta suficiente y revertir la naturalización de las desigualdades de género. La consumación de la ley, sin embargo, es el efecto final de la movilización de los sectores que las impulsan y que la fundamentan en el combate directo contra las costumbres y sometimientos cotidianos que permiten los feminicidios.
El brazo del estado
Desde el 2007 existe en Venado Tuerto la Comisaría de la Mujer que funciona en el establecimiento de la Comisaría °2. Rosana Quiroga es la jefa del personal dedicado a atender las denuncias de violencia de género. Hay otras comisarías en Villa Cañas y en Firmat. También en Rufino, donde vivía Chiara.
Las mujeres que se animan a acercarse al mostrador y dejar radicada la denuncia cada vez son más. Pero no todas pueden romper el encierro de la violencia. “El hecho de la violencia de género es algo que hace mucho tiempo atrás no tenía está dimensión, no salía, las mujeres no se animaban a radicar denuncias. Ahora tiene mucho auge y es importante. Tienen que acercarse a denunciar o a asesorarse. Nosotros somos policías, no tenemos otra capacitación. Pero con el tiempo uno va adquiriendo una cierta experiencia y tratamos de especializarnos en estos casos”, dice Quiroga en diálogo con el programa Dos en la Ciudad.
En la comisaría llegaron a recibir noventa denuncias en un mes. Ahora también se reciben en el Centro de Denuncias, que funciona en la Fiscalía. Afrontar esta problemática es un desafío para los agentes que intervienen, que no tienen a disposición los recursos suficientes para abordar un problema que se agrava y exige respuestas inmediatas. “Es un tema muy complejo y uno desde afuera quiere ayudar, pero la primera que tiene que dejarse ayudar es la víctima. Hay que acompañar a las mujeres violentadas. Van a ser recibidas por mujeres, las vamos a orientar, les vamos a explicar qué tiene que hacer, qué se va a hacer con el agresor”, comenta la comisario.
La ausencia de herramientas institucionales para responder desde otras perspectivas, lleva a que los policías tengan que asumir funciones que exceden su capacitación. Es la realidad, en definitiva, la que impone la formación. “El juzgado de familia, con el que trabajamos en conjunto, es el que entiende más sobre las medidas y prohibiciones. El tema de la violencia lleva largo tiempo. Por lo general, el agresor trata de disuadirla, limitarla y la aleja de su entorno, entonces no sabe cómo y a quién recurrir”, detalla Quiroga.
Los casos aumentan, y solo porque algunas mujeres pueden denunciar. La violencia de género, en sus múltiples manifestaciones, se gesta en humillaciones y sometimientos rutinarios, marginaciones, degradaciones e injusticias adaptadas, puestas en boca de dirigentes políticos o reverenciadas desde la pantalla de la televisión. Solo algunas veces la muerte se materializa tan de cerca como con el asesinato de Chiara, y es entonces cuando se presiente algo más de la magnitud de un problema que descarga en las mujeres asesinadas toda la injusticia y la infamia estructural que se amontona.
Fuente «Dos en la ciudad» Radio Ciudad 88.1

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