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sábado 18 mayo 2024
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Miguel Vega: la historia en primera persona sobre el hundimiento y rescate del Ara Belgrano

(PR/NormaMigueles)Hace 40 años en la Argentina se daba inicio a una guerra, que significo no solo pérdidas materiales y el principio del fin de una dictadura miliar que asolo económicamente al país, sino que demostró el coraje y amor a la patria de los que estuvieron en el frente de batalla. Muchos murieron en las islas, otros el agua helada del mar argentino. Algunos quedaron con heridas tan marcadas en su mente, que decidieron por propia mano dejar esta vida, otros tuvieron que enfrentar su propia guerra interna y salieron victoriosos, forjando familias, reencontrándose para defender sus derechos o solamente para seguir ofreciendo su corazón solidario.

Miguel Vega es un veterano venadense que revistó en la armada y formó parte del contingente que se trasladaba en el destructor que rescató gran parte de los soldados que estaban en el ARA Belgrano cuando fue hundido el 2 de mayo de 1982. Él estaba haciendo el servicio militar al momento de decretarse la guerra, así que no tuvo la ansiada baja, sino que en forma inmediata fueron trasladados al sur argentino con 20 años de edad.

“En esa edad no tenes miedo a nada” recuerda hoy ya padre de familia y abuelo y durante la entrevista mientras narra el rescate y la desesperación por rescatar de las heladas aguas a sus camaradas, sabiendo que los minutos hacían la diferencia para lograr que sobrevivieran.

“Yo estuve con el grupo de tareas del ARA General Belgrano, hacíamos patrullaje desde las Malvinas al continente en el destructor Piedrabuena y se completaba con el destructor Bouchard, los tres patrullábamos esa zona antes de que se declarara la guerra”, detalló.

“Un día nos enteramos que estábamos en una misión y que teníamos que ir a Malvinas y confinados a esa tarea. Antes del 2 de mayo teníamos que navegar cerca de las islas y ya entramos en la zona de litigio, que era de 200 millas. Ahí ingresamos con el ARA Belgrano y vimos que había muchos barcos y que las fuerzas inglesas se nos venían encima, por lo que empezamos a alejarnos de la zona de exclusión”, recordó Miguel.

Pero el ARA Belgrano no pudo eludir los torpedos ingleses y recibió una avería en las máquinas y posteriormente otro impacto en la proa que provocó el rápido hundimiento , en un lapso de una hora. El destructor Bouchard también recibió una avería, en tanto que el Piedrabuena donde estaba Miguel pudo eludir el destino que le podía deparar el torpedo inglés.
“En la maniobra de elusión, al dar la vuelta el Crucero Belgrano ya no estaba. Era una noche muy fría y con oleaje de 6 metros de altura. Fue una noche larga porque buscábamos las balsas, pero estaba tan oscuro que no veíamos nada. Al otro día un avión pudo verlas y nos dio la posición y acudimos con nuestro destructor al rescate”.

Lamentablemente los que cayeron al agua, no tuvieron posibilidad de salvarse y sufrieron la muerte por congelamiento, incluso el primer hallazgo de una balsa tuvo un gran impacto, porque todos los tripulantes estaban muertos.

En las otras hallaron apiñados y ateridos a quienes pudieron subir , bañados con combustible, heridos y mojados, “nos apurábamos para el rescate de balsas tripuladas hasta por veinte soldados. Llegamos a cargar a 278 sobrevivientes. El Belgrano tenía una tripulación de 1093, fallecieron 323 y se salvaron 770 mas o menos. Después en tierra algunos no lograron sobrevivir a las heridas y al frío que habían sufrido”.

“El rescate nos llevó 24 horas, y siempre con la amenaza de un submarino que nos seguía, corriendo el riesgo que nos hundieran junto con los camaradas rescatados. Terminada nuestra tarea fuimos hacia el continente al puerto más cercano que era Ushuaia. Nos llevó casi un día por la extrema carga que llevábamos que duplicaba el peso de traslado, al punto que para poder cargar mas personas tirábamos cosas. Ya no teníamos más combustible, comida ni medicamentos para atender los heridos, así que esperábamos llegar pronto a tierra, porque el oleaje era tremendo y la situación era crítica, pero siempre estábamos atentos a salvar la mayor cantidad de compañeros” recordó.

La tristeza del retorno

Si dura fue la guerra, mas duro fue el retorno para los soldados, les prohibieron hablar sobre Malvinas y la gente les cerró la puerta: eran los perdedores. No conseguían trabajo y muchos tuvieron que luchar contra la indiferencia social, la indigencia y los propios demonios que les dejaron los casi tres meses en el sur argentino.

“De a poco nos empezamos a comunicarnos y a juntarnos en centros, hermanados en esta experiencia y buscando darle un nuevo sentido a esta guerra donde murieron tantos jóvenes. Hoy la situación es distinta, este aniversario de cuarenta años significó mucho para nosotros, hemos recibido un reconocimiento de la gente y eso nos hace bien, también nuestros hijos han tomado nuestras banderas y sabemos que serán ellos los responsables de seguir dando presencia a la gesta de Malvinas”.

Finalmente, Miguel Vega muestra la obra del centro de Veteranos de Malvinas de Venado Tuerto que hoy preside José Luis Salinas. La casa propia que esta en el barrio Malvinas tiene un museo, con pertrechos, ropa, armas usadas en la guerra. Hay un gran patio con asadores que presta para las polladas solidarias. Un salón de usos múltiples y otro con pantalla donde reciben a los alumnos y pasan filmes.

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