La expansión del establecimiento edilicio del sanatorio San Martín obligó a buscar respuestas para mantener conectadas las distintas áreas internas. En medio quedó una calle, lo que dificultaba la comunicación de los sectores del sanatorio y exponía a los pacientes a situaciones de riesgo. Era imperioso encontrar otras respuestas. Y esa solución nació en las conversaciones entre Emilio Venturelli, titular sanatorio San Martín, y los arquitectos que llevaron adelante las obras de prolongación edilicia: cruzar con un puente peatonal por encima de la calle.
“Se trata de integrar el sanatorio, que en los doce últimos años tuvimos que expandirnos. Era mandatorio
vincularlo, porque hasta para las habilitaciones necesitan que estén vinculados. Esto es para los pacientes que están en la zona de internación y necesitan servicios en los dos lados. El laboratorio del sanatorio y el banco de sangre pasaron al ala nuevo, y necesitan tener una fluida comunicación con el área más sensible”, dice Venturelli.
La idea del puente vino a traer una solución práctica a un problema salida de la propia dinámica de crecimiento en la que el sanatorio se vio durante los últimos años. “Nosotros desde que estamos con la administración del sanatorio nos propusimos un plan de crecimiento y a medida que se necesitaban, íbamos incorporando servicios. Cuando compramos enfrente, porque no teníamos otro lugar de expansión alrededor, pensamos cuál sería la forma para vincularlo sin transgredir a la gente que pasa por la calle. En todas las cosas de la vida la necesidad aguza el ingenio”, agrega.
La salud en la ciudad
El crecimiento exponencial que tuvo el sanatorio San Martín lo colocó como un actor central en los temas de salud de la ciudad. La condición de Venado Tuerto como centro de influencia, hizo que el establecimiento recibiera pacientes de toda la región. En ese sentido, la calidad del servicio prestado adquirió un grado de responsabilidad social aún mayor. Con la nueva gestión nacional y las primeras decisiones en materia de salud, la estructura entre el negocio y el derecho a la salud sufrió un reacomodamiento. El sanatorio San Martin no queda exento.
“Estamos bastante complicados, sobretodo en este último año. Si hay algo que realmente golpea fuerte al sector nuestro, es la inflación. Ya lo vivimos, somos prestadores desde hace 40 años. Estas formas de instalarse no las entendemos, pero ocurren cíclicamente. No podemos trasladar directamente los costos de la inflación, porque somos empresas privadas que brindan salud, pero nuestros pacientes no son privados. Si lo que tenemos directo son los costos de los insumos y en los últimos meses los medicamentos subieron entre un 100% y 150%. Son golpes muy fuertes. Se viene una época de austeridad y se va a ver, porque ya somos testigos que en estos gobiernos que tienen menos sensibilidad social, en nuestra ciudad cerraron cuatro sanatorios”, comenta Venturelli.
Los recortes producidos en las distintas áreas del Estado y la reducción de la cartilla de medicamentos con cobertura total del Pami, generaron una nueva situación donde el derecho al acceso a la salud queda amenazado. Sobre esa nueva situación, Venturelli resume: “realmente, en la cultura médica, el tema de la monodroga nunca fue muy implantado. Los médicos en general trabajan con las recetas del laboratorio y cuesta mucho que el médico con su lapicera trabaje con monodroga”.
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